
Con más de dos décadas de experiencia en el sector, Daryl Hanna transformó cada caída en una oportunidad para crecer y construir un modelo de negocio.
Por Florencia Belén Mogno
En un mercado como el inmobiliario, donde la presión por cerrar operaciones suele invisibilizar el recorrido personal de quienes trabajan en el rubro, las historias de vida con profundidad y sentido escasean.
Sin embargo, detrás de muchas de las trayectorias más sólidas hay relatos de reinvención, fracaso y convicción. Cuando el éxito no responde solamente a una estrategia comercial, sino también a una búsqueda vital por sostener bienestar emocional, el resultado trasciende los números.
En diálogo con Diario NCO, el agente y empresario Daryl Hanna compartió su historia de vida, marcada por los altibajos de la economía y por desafíos personales que pusieron a prueba su propósito.
Superar obstáculos para crecer
Para empezar, ¿podés contarnos sobre tus comienzos y cómo llegaste al mundo de los negocios y los bienes raíces?
D.H: Yo nací en la ciudad de Las Vegas, en Estados Unidos, hace 53 años. Desde muy temprana edad supe que quería ser dueño de un negocio. Al crecer en Las Vegas, cuando era niño cortaba césped, limpiaba piletas y repartía diarios en bicicleta. Justo al terminar la secundaria, comencé a estudiar arquitectura en la Universidad de Nevada, pero dejé los estudios y empecé una empresa de jardinería con un amigo. A los pocos años, un conocido me propuso abrir una empresa de albañilería que fundamos en 1991. Empezamos con una camioneta, una mezcladora y algunos empleados, y después de 10 años ya éramos una de las dos principales empresas de albañilería en todo Las Vegas. Crecimos demasiado rápido, éramos muy jóvenes e inexpertos, y asumimos más trabajo del que podíamos manejar. Terminamos perdiendo la empresa por culpa de un contratista general que no nos pagó en mayo de 2001. Ese fue un momento muy difícil para mí: llevaba 10 años de casado y tenía un matrimonio fallido y una empresa en ruinas. En mayo de 2001, no tenía ni negocio ni pareja así que decir que 2001 fue un año difícil sería quedarme corto.
Después de todo eso, ¿cómo diste el salto definitivo al sector inmobiliario?
D.H: En 2002, uno de los contratistas con los que trabajaba me pagó un curso de bienes raíces para que pudiera trabajar en su empresa. Rápidamente me di cuenta de que el negocio estaba en comprar y revender casas, así que fundé una compañía y comencé a recaudar dinero para comprar, renovar y vender propiedades. Desde 2003 hasta 2008 el negocio fue un verdadero boom hasta que llegó 2008 y me volvió a derrumbar. Aun así, ese año conocí a mi segunda esposa y llegó mi hija. Siempre digo que no me convertí realmente en agente inmobiliario hasta 2009 porque ese fue el año en que tuve que reinventarme. Entre 2009 y 2011 tuve mis mejores años en el rubro. Y desde entonces, no paré.
¿Qué representa tu presente profesional y personal?
D.H: En 2010 nació mi hijo, y hoy soy un orgulloso padre de dos hijos increíbles. Tengo una pareja maravillosa y soy copropietario de un proyecto inmobiliario con cuatro empleados de planta y 25 agentes. Empezamos este equipo en enero de 2018 y hoy estamos entre los cinco principales equipos inmobiliarios de Las Vegas.
¿Qué consejo le darías a quienes están comenzando en el rubro o atraviesan momentos difíciles?
D.H: Mi consejo número uno para agentes nuevos, y también para quienes ya llevan tiempo en el negocio, es que nunca se rindan. Después de 23 años como agente inmobiliario aprendí que hay que tener una mentalidad sólida y cuidar de uno mismo. No se puede ser un agente de alto rendimiento si uno está en mal estado de salud o con una actitud negativa.
Por último, ¿cómo te proyectás en los próximos años?
D.H: En los próximos años, veo a mi equipo como el número uno de Las Vegas, con más de 100 agentes. Tendremos equipos en tres estados distintos. Mi hijo estará jugando en la NHL para entonces y estoy enfocado en hacer crecer mi negocio.
Fuente fotografías: prensa Daryl Hanna.
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