
La obra del grupo teatral “Las pulsiones de Yamyla”, dirigida por Demian Cirigliano, nos ofrece la vivencia carnal de los traumas y conflictos mentales de Yamyla Maldonado de un modo creativo y arriesgado.
El caos de la palabra bajo el imperio de la imagen corporal.
La obra teatral “Repulsiones” introduce al espectador a la historia de Yamyla Maldonado, una jovencita con fuertes traumas psíquicos y corporales que transitas sus días internada en un hospital psiquiátrico.
Hasta aquí uno podría pensar que solo se trata de una historia de vulnerabilidad social esperable, pero el director Demian Cirigliano nos tiene acostumbrados a otro tipo de experiencias fronterizas entre lo psíquico y lo corporal. Y es allí mismo donde nos introduce.
Valiéndose de las teorías psicoanalíticas de Sigmund Freud, la obra empuja al espectador al interior de los conflictos pulsionales de la protagonista, no sin el costo de verse envuelto en el uso de su propio cuerpo como instrumento del desborde pulsional de ella.
De pronto los diferentes pliegues mentales de Yamyla comienzan a aparecer en una puja constante por imponerse. Luz y oscuridad, vida y muerte, locura y pasión son polaridades que confluyen en una danza perturbadora, inquietando al espectador que, a esta altura, es convertido en unparticipante activo de un espectáculo onírico y surrealista.
A medida que la obra avanza con pasos aplastantes las figuraciones de las pulsiones de vida y de muerte dialogan, pelean, discuten, aman y se destruyen en cúmulo de actuaciones vibrantes.
La pulsión de vida, en su costado más narcisista y erótico se inclina alflanco destructivo del goce, mientras que la pulsión de muerte cede al beso de esos labios que no hacen más que besarse a sí mismos en un autoerotismo puro.
Es inevitable no sucumbir al caos de la palabra, del murmullo, del estribillo o el bullicio de la multitud de voces que buscan organizarse en la mente de una protagonista enloquecida por su pasado y presente, una mujer que lucha por ubicar su dolor, sufrir su dolor de un modo menos mortífero, y de colocar a la muerte al servicio de la vida. De esta manera los pensamientos de Yamyla se descomponen hasta alcanzar la locura, estado que muchas veces parece ser la única respuesta frente a lo inefable.
“Hay que amar para no enfermar…”
Esta frase, paráfrasis de una formulación freudiana, emerge a la superficie y se destaca entre las voces descarnadas de los dobleces de Yamyla. Un enunciado que nunca se cierra, que no termina de concluirse, que no afirma también que “por fuerza se enfermará si a consecuencia de una frustración no se puede amar”.
Las diferentes figuraciones de Yamyla son representaciones que nunca terminan de anudarse, en un juego que nos muestra la vertiente más dinámica de la pulsión de vida y de muerte. Una energía libre recorre su cuerpo entre zonas erógenas excitadas, entre fluidos corporales, entre fases libidinales que intentan dar herramientas para comprender lo inconciliable o, mejor dicho, lo insoportable. El horror al incesto. Un acto repudiable que es la verdadera antítesis de la historia.
El director Demian Cirigliano y el destacable grupo de artistas que lo acompañan, logran crear nuevamente una obrateatral, producto del difícil trabajo de dar cuerpo al caos de la palabra.
Actualmente la obra se puede ver de manera virtual a través de Alternativa teatral.
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