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Por Mónica Caruso
revistaliterarialospalabristas@gmail.com
La reseña biográfica de hoy es sobre Yolanda Eunice Odio Infante (San José, Costa Rica, 18 de octubre de 1919 – Ciudad de México, México, 23 de marzo de 1974) que fue una reconocida poeta costarricense.
Hija de Aniceto Odio Escalante —corredor jurado de profesión— y Graciela Infante Álvarez, figura en el acta de nacimiento como hija natural y solo con los apellidos maternos: Yolanda Eunice Infante Álvarez. Su padre la reconoció como hija legítima, ante notario, nueve meses después de que muriera la madre, en 1934; o sea, que la futura poeta adoptó el apellido Odio solo cuando acababa de cumplir los quince años de edad.
A pesar de que era huérfana de madre, no pasó a vivir junto a su padre; al principio, “fue acogida en la casa de su tío Rogelio Odio y, entre 1934 y 1937, vivió en la avenida 10 con una prima casi veinte años mayor que ella, Clementina Odio Naranjo, y con la madre de esta”; “debido a un problema familiar.
Eunice se marchó de esa casa y fue cobijada en el hogar de su tío Eladio Odio, ubicado en Paseo de los Estudiantes”. Cursó los estudios primarios en la escuela Delia Urbina de Guevara y los secundarios en el Colegio Superior de Señoritas. Complementó su educación con extensas lecturas, principalmente de poesía moderna.
En 1937 y hasta fines de 1938 trabajó en la Oficina de Correos; luego, en mayo de 1939 se casó con Enrique Coto Conde, que le doblaba la edad; convivieron solo poco más de dos años: a mediados de 1943 ya se habían divorciado oficialmente. Su inquieta búsqueda de nuevos horizontes la lleva a viajar a Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Cuba y los Estados Unidos.
De regreso a su país natal, a principios de los años 1940, sus poemas son leídos en la radio con el seudónimo de Catalina Mariel. De 1945 a 1947, publica poemas en el Repertorio Americano de Joaquín García Monge, en el periódico La Tribuna y en el periódico Mujer y Hogar.
En 1947, viaja a Guatemala para recoger un premio de poesía y dar charlas y conferencias; finalmente, decide quedarse a vivir en ese país. Allí trabaja en el Ministerio de Educación, escribe en revistas y periódicos, y, después de una larga permanencia, en 1948 adquiere la nacionalidad guatemalteca.
En 1954, después del derrocamiento de Jacobo Árbenz abandona Guatemala y se instala en México, donde reside hasta su muerte, con excepción de dos años y medio que vive en Estados Unidos (1959-1962).
En México trabaja en periodismo cultural y como crítica de arte; además, realiza traducciones en inglés y escribe y publica cuentos, ensayos, reseñas y narraciones en periódicos especializados de arte y literatura. En 1962, se nacionaliza mexicana y en 1966 se casa en segundas nupcias con el pintor Rodolfo Zanabria (México, 1927-2004). En 1963, publica una serie de artículos donde se manifiesta en contra del comunismo y de Fidel Castro.
Esto le trae el repudio de la izquierda mexicana, lo que constituye un obstáculo en su carrera periodística. En 1964, comienza a colaborar con la revista venezolana Zona Franca. Al año siguiente de su casamiento con Zanabria, el pintor parte a estudiar a París y la pareja se va distanciando paulatinamente.
“El testimonio de esta relación –o ruptura– quedó plasmado en las cartas que Odio envió a Zanabria de 1964 hasta principios de la década de los años setenta”. Esta correspondencia fue publicada en 2017 por la Editorial de la Universidad de Costa Rica con el tírulo de Del amor hacia el desamor. Cartas de Eunice Odio a Rodolfo.
Fallece pobre y sola en la Ciudad de México el 23 de marzo de 1974. A partir de 2012 la Editorial Costa Rica otorga bienalmente el Premio Eunice Odio que distingue obras de poesía
Reconocimientos y premios
En 1947, gana el Concurso Centroamericano de Poesía “15 de septiembre”, con el libro Los elementos terrestres, el cual es publicado un año después. En 1953, se le publica en Argentina el libro de poesía Zona en territorio del alba, texto que fue seleccionado por Centroamérica para ser publicado en la colección Brigadas Líricas.
En 1957, envía por correo El tránsito de fuego, para participar en el Certamen de Cultura de El Salvador. Los encargados del concurso no retiraron el envío a tiempo, por consiguiente, no fue considerado en la premiación.
No obstante, por el mérito indiscutible del poema, se le concedió a su autora, fuera de concurso, el equivalente a la mitad del segundo premio y, lo que es más importante, su publicación.
Obra
Los elementos terrestres (Premio centroamericano 15 de septiembre de 1947), Guatemala, Editorial El libro de Guatemala, 1948.
Zona en territorio del alba, Argentina, Brigadas Líricas, 1953.
El tránsito de fuego, El Salvador, Departamento Editorial del Ministerio de Cultura, Col. Poesía, Núm. 5, 1957. El rastro de la mariposa, México, Finisterre, s.f.
Territorio del alba y otros poemas, 1974. Eunice Odio Antología, 1975.
Obras completas en tres tomos. Edición de Peggy von Mayer, Costa Rica, Editorial de la Universidad de Costa Rica-Editorial de la Universidad Nacional, 1996.
Poemas
Acorde final
Al borde de alegres segadores tiembla el agua,
y ofrece para el orden del labio complacido
dulce rumbo crecido de preñadas mañanas,
y agraria transparencia, dulcemente encendida.
El trigo coronado de apretada espesura,
retiene el desbordado color con que le ordenan
-vecino de la carne- colmarse en primavera.
El ganado decrece tiernamente en lo oscuro
donde dilata el suelo su asombrosa corriente,
y la abeja termina su tránsito de nieve,
y su majada oculta sobre tímidos jaspes. Y tú, Amado,
que pones rumbo fijo al arado
que circuye la tarde y apresura la rosa,
Dónde tienes el pecho frondoso de raíces,
dónde la sien desnuda sin regazo ni término.
Sobre los pastos suaves, cándidos mayorales
habilitan la uva en que se aloje el vino,
y congregan el clima en que crezca su aroma
y reparta en la lengua manojos de alegría.
Así el verano atiende su reciente hermosura
y sobre el viento solo distribuye sus pájaros.
Así el nácar esparce su quietud y deleite
y su color silvestre reanuda y apacienta.
¡Oh dádivas,
Oh dones terrestres,
Oh suaves alimentos;
Sólo agotar la siembra con el pecho,
Sólo desembocar al gozo y detenerse
Oh piel, Oh ceniza colmada y balbuciente!
:::Proposiciones de Prometeo
Y la tierra estaba desordenada y vacía,
y las tinieblas estaban sobre la haz
del abismo, y el espíritu de Dios empollaba
sobre la haz de las aguas. El Génesis, 1-2
Altas proposiciones de lo estéril
por cuyo rastro voy sangrando a media altura
y buscándome, palpándome,
por detrás de la rosa edificada,
sobre lo que no tiene orilla ni regreso
y es, como lo descubierto recobrado
que acaba el que siga y me revele.
Me apoyo en ti,
clima desenterrado de lo estéril
para fundar el aire de la gracia y el asombro;
y el metaloide aciago y desmentido,
primero en rama llega,
y luego en flor el metaloide oscuro,
y en fruto de sabor martirizado,
baja junto a la lengua enajenada,
pasa de mano en mano hasta la altura.
Porque no es lo posible lo seguro
sino lo que inseguro se doblega,
lo que hay que abrir y sojuzgar por dentro,
y es como polvo en cantidad de sombra.
Porque el fruto no es puerto sin rumbo entre las aguas,
sino estación secreta de la carne;
íntima paz de cotidiana guerra
donde reposa el vientre silvestre y revestido
de accidentes geológicos y espesos.
Y la alegría purísima,
la honda grace presente y madurada,
que rebota hasta el fondo de la sangre,
que hace correr y madrugar en pájaros,
y equivocarse de pecho y ponerse,
como ciertas flores
un corazón de pana en la mañana.
La alegría de caer en inocencia de sí mismo
y disfrutarse junto a otras criaturas
en el descubrimiento de su nombre,
madrugando de pecho para arriba
donde los alimentos perseveran
hallados para el cielo.
Fuente: Wikipedia / poemasdelalma
Queridos lectores espero que les haya gustado este pequeño vuelo literario.
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