Número de edición 8481
Cultura

Imágenes de un futuro aterrador en medio de la nieve

Libro

La escritora británica Sophie Crockett describe en su novela “Después de la nieve” un mundo futuro, en el que la lucha por la supervivencia resulta casi imposible, en medio de un frio glacial, en el que prevalece la soledad y una deshumanización creciente y aterradora.

Los pensamientos de Willo, un joven de 15 años, llevan al lector a un lugar donde la agresión al medio ambiente ha provocado una verdadera hecatombe: en Occidente una era glaciar hace casi imposible la supervivencia del género humano. Y el único destino posible es huir hacia Oriente, donde el uso de la energía solar asegura un clima cálido, necesario para el desarrollo de la vida.

Y en ese marco apocalíptico se recorta la voz interior del protagonista, que protegido con un cráneo de perro que lleva sobre su cabeza, vive en un valle helado junto a su familia a merced de las inclemencias del tiempo y de un universo hostil, siempre al acecho para asestar un golpe mortal.

“Mirar la nieve que cae desde el inmenso cielo negro hace que el pánico me suba por la garganta y siento que voy a ahogarme si no lo paro. Tengo una sensación terrorífica dentro de mí por estar a oscuras. La oscuridad y la nada me rodean”, dice la voz de Willo.

“El gobierno necesita pieles y la gente de la ciudad también.

Dónde van a conseguirlas si no hay renegados como nosotros que se congelan los dedos en las montañas para cazar liebres y hacer botas y guantes calentitos (…) Papá dice que somos faros de esperanza.

No tengo idea de lo que quiere decir”.

Sophie D. Crockett creció en una embarcación, mientras sus padres circunnavegaban el globo. Se graduó en la Universidad Royal Holloway de Londres y en el Nuevo Colegio Bedford, con un título de estudios dramáticos y teatrales. Al salir de la universidad viajó a Rusia comerciando madera. Y también lo hizo en Turquía, Europa del Este y Armenia.

Actualmente vive en los bosques de hayas de la Montagne Noir del sur de Francia. Sus experiencias en lugares remotos fueron un disparador para la escritura de esta, su primera novela, publicada por Cántaro.

Bajo condiciones extremas, el escenario en el que se desenvuelve Willo, el protagonista, cambia abruptamente con el secuestro de su familia por parte de agentes de un gobierno despiadado para todo aquel que trata de trasponer los límites de la ciudad. Un lugar todavía más peligroso que estar a la intemperie.

“Una espesa nube de contaminación lo cubre todo, flota entre los edificios altos y oscuros. La ciudad huele fatal, un olor fuerte que me quema las fosas nasales. Todas las contraventanas están cerradas y la nieve empieza a caer, copos grandes que bajan lentamente desde el cielo”, escribe Crockett.

La descripción de lo urbano resulta quizá más atemorizante que el frío que congela. Y la deshumanización, soledad y miedo que exudan aquellos que deambulan en el itinerario de Willo -quien poco puede hacer para sortear todo tipo de dificultades- remite al lector a un mundo que se perfila como posible, ante el mal uso del planeta.

Y esa desolación existencial que se puede imaginar para un futuro no tan lejano, es uno de los ejes de este libro dirigido a los jóvenes, pero que excede esa franja etaria.

El itinerario de Milo en busca de su familia, incluye su encuentro con una pequeña, y como ramalazos -en medio de este peregrinaje sin rumbo fijo- aparecen los recuerdos de un mundo del que le hablaba su padre, que nunca conoció. Y de cómo se fue convirtiendo en otra cosa.

En una entrevista a la autora del libro, incluida al final de la novela, Crockett dice: “Todos tenemos la capacidad para sobrevivir, pero ¿en qué forma? ¿En qué nos convertimos en esos momentos difíciles? Esas son las preguntas que me gustaría que se hicieran tras leer `Después de la nieve`”.

“Entiendo que mi novela presenta muchas de las características de las `distopías` literarias en general: un estado futuro brutal y ausencia de libertad personal. Pero puedo ver que muchas personas en el mundo hoy viven bajo este tipo de condiciones. Un estado distópico no está tan lejos de la apariencia frágil que hemos llegado a creer que tiene la sociedad normal”, analiza la autora.

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