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Epílogo de Alejandra Pultrone para el poemario “Propaga” de Rolando Revagliatti.
Eslabones
Sonora ausencia
Nunca la línea recta.
La extensión de esta palabra poética en juego dobla su apuesta, despliega su práctica.
En los primeros poemas la sonoridad se hace presente, lo sonoro acude al lugar de la falta. No hay palabras, ni música: sonidos. Se agolpan para dejar consistencia, rellenan el hueco:
Sonidos al cerrarse
penden
de la oscuridad
Juntándose conmigo
me rellenan.
Los sonidos indiferenciados. La saturación: el re-lleno. Cuando sólo hay “lo sonoro”, la significación se ciega, sólo resta el exceso del re-lleno. Exhibición de la aridez.
Revagliatti insiste y ofrece la paradoja: el lenguaje muestra su falla certeramente.
Allí está el sendero de lo sonoro, su apego al desierto cuando la palabra escasea, cuando ya es in-sonoro, se negativiza, libera:
Alisa, amansa
una épica decantada
en insonoro pero profundo
ahogo
liberador.
Inmortales
Cuando una voz aparece en el poemario, la propagación se inicia.
La poesía es esencialmente propagadora, extensiva hasta sus últimas consecuencias.
Por eso, aunque la voz se mate, se expande:
Se mató la voz
se mató la voz que volaba
arribará a las tinieblas
sembrará
esparcirá.
Los sonidos saturan, la voz esparce. Es muerte que da vida, inmortalidad de la palabra desplegada.
Después la mirada. Y el ojo, ojo ciego, órgano sin función, ojo poético. Allí, en lo desdoblado, continúa la expansión del sentido. Aquí, allá un ojo se mira con desconfianza. Pliegue y despliegue, la falla ya es parte y también cuenta: amplitud del lenguaje:
Al ojo mío que no ve
contemplo con un ojo
alterado por el detrito
del ojo mío que no ve.
Como un Frankenstein apalabrado
Algo del cuerpo llegó para quedarse. Fragmentado en los sucesivos poemas una mirada los recoge y, como un Frankenstein apalabrado, se ciñe a la palabra que lo nombra.
Sonoro. Insonoro. Voz. Ojo. Cabeza:
En mi cabeza
dura
sagrada
allí metido
de pies a cabeza.
Refugio donde persistir, dura, se eterniza como lo sagrado. Cuando se distrae, se “pianta”, se vuelve lunfarda, liga con lo inmediato. Ingresa el corazón y con él lo femenino como lugar del otro:
En lo inmediato la cabeza se me pianta
y el corazón me feminiza
En lo mediato la vida paga
lo suyo con moneda inconstante.
La vida paga. La vida se pro-paga.
Arriba el telón
El cuerpo en la palabra y el cuerpo del actor.
El actor es su cuerpo. Avanzando: su cuerpo hablado.
“El actor es su cuerpo”
al decir de Berta Roth acaso
en 1971
Un actor afirma que
cuando evoca
en 1995
él se excava.
Desdoblado, el actor se enfrenta con sus restos desde la evocación. Arqueología. Excavar es también oficio del actor, en las ruinas de lo propio, recreación de lo ajeno.
El encuentro con los restos es también ejercicio de la poesía.
Con la evocación de este cuerpo, prosiguen los deslindes, el personaje entra en escena, y como el ojo que se contemplaba con el detrito del otro, el yo y el personaje se desdoblan.
Este libro propone un encuentro desde la desolación del lenguaje hasta su apertura posible, un juego de sonidos, voz y cuerpo, donde la palabra excava sus márgenes, escribiendo la propagación de su especie.
Texto de Silvia Noemí Pastrana leído por su autora el 10 de mayo de 2001 en la presentación del libro “Propaga” de Rolando Revagliatti, en el Café Literario “Último Infierno” de la ciudad de Buenos Aires, la Argentina.
“Propaga”, el libro de Rolando Revagliatti del que hoy hablamos, bien podría llamarse “propaganda”, aunque en esta suerte de acotación no tan cinematográfica, el hombre y la vida conviven con la imagen de la realidad. Comparándolo con sus libros anteriores, éste, toma imágenes y difunde un pensamiento, a veces irónico y cruel, y otras veces, lleno de cuestionamientos. Dividiría el libro en dos instancias: la primera, que gira alrededor de la cabeza: “En mi cabeza / dura / sagrada / allí metido / de pies a cabeza” dice, como empezando con la trama tentativa del sueño. El hombre con insomnio aprende a “volar” abrazado al “robot”, a la bruja o la cábala o a la oscuridad que lo hace pared de su propia condenada existencia. Y quién es el poeta sino un hombre con insomnio que toma a su cabeza, no sólo como para adquirir conocimiento sino como la voz de su conciencia. La segunda parte se aparta de los actores de ficción para transformarse en el primer actor de su película, el yo poético que pone en evidencia al poeta “como actor de su cuerpo”. En su poema “Desde la platea” la voz de la ficción contempla, él contempla “Voces / los personajes / Timbres de las voces / las circunstancias / Y unas butacas / donde los espectadores / se maquillan.” El primer actor no se maquilla, se descarna, quiere exonerarse de la tragedia que ironiza, se convierte en un mundo minimalista, porque, quién podría escaparle a una metamorfosis con forma de paloma o gato o perro para exaltar el otro yo, parcialmente escondido, que no se declara ni vencedor ni vencido.
“Propaga” es el rostro en el espejo, una pared que puede rajarse, un “Crear / o / reventar” tal como finaliza su “Añoranza”, es un llegar e irse poéticamente: “Es quién será / -ese personaje secundario- / cadáver en un par de horas”, pero ese personaje secundario no se relega, ocupa el centro del escenario e igual que el poeta, “ya / se desangra”.
Muestra poética del libro ‘Propaga’:
Llegó para ubicar
Llegó para ubicar su cabeza
debajo
de la cruda maceta que caía
Antes del impacto se apropió
(en jaque)
de su afán recóndito de lírico
y predestinado.
Aire
¿Senitos al aire
(o en el aire)?
¡Qué joven era
en mi cerebro!
Es la cuestión
Ser o no ser
poseyendo o no poseyendo
con o sin temple
esa es la cuestión
y
acaso
la cuerda para rato.
Abrasado
Abrasado
por las lenguas
de las tentativas
del sueño
simple
dolida
y energuménicamente
resisto.
Tendal de mudos
Tendal de mudos
tras el bullicio
del insomnio
acoplan
sus bostezos.
Me hunde
Me hunde
Jamás amortigua
La noche
Amortigua
sólo
el amanecer.
Dentro
Fuera (de útero)
soldados indagan la espesura
Nativos
fin y medios
Cabeza de traidor
recrea la arpillera.
La sonrisa que sabe
La sonrisa que sabe
desborda
Gravita áfona la máscara
sin más
La sonrisa que sabe
hace algo de un agua maldita
Y sume.
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