

Eleonora Ola, voluntaria de Uniendo Destinos, relató el trabajo que realizan en las calles porteñas y advirtió sobre el abandono estatal que enfrentan miles de personas en situación de calle.
Por Verónica Llonto
En el corazón del invierno, cuando las temperaturas bajan y la vulnerabilidad se acentúa, organizaciones como Uniendo Destinos actúan donde las políticas públicas no alcanzan. Desde hace tres años, un grupo de voluntarios recorre las calles porteñas para brindar comida, abrigo y asistencia a personas en situación de calle. En diálogo con Diario NCO, Eleonora Ola, integrante de la asociación, describió con crudeza y sensibilidad el trabajo cotidiano que realizan y los desafíos crecientes que enfrentan.
“Nos juntamos todos los martes a las 20 horas en las escaleras de la Facultad de Ingeniería, en Paseo Colón. Desde ahí comenzamos nuestras recorridas nocturnas con distintas paradas. Les damos la cena, contención y abrigo a quienes lo necesitan”, explicó Eleonora. A medida que pasan los meses, la cantidad de personas en situación de calle aumenta y la ayuda se vuelve más urgente.
La voluntaria denunció que “la mayoría son personas con problemas de salud, de alimentación, o que están en riesgo de vulneración de derechos. A veces no tienen dónde dormir, ni cómo acceder a un documento. El sistema no los contempla: no tienen celular, ni datos, ni pueden usar links o códigos QR. ¿Cómo van a hacer un trámite si no saben leer o escribir, o si los tratan como basura en las oficinas públicas?”.
La entrevistada lamentó la falta de respuestas estatales y cuestionó las cifras oficiales. “Dicen que hay 1.400 personas en situación de calle en CABA, pero en el censo popular que hicimos desde las organizaciones sociales, el número es mucho más alto”, afirmó Ola, quien mencionó que “nadie elige estar en la calle. No se puede naturalizar esta situación. Si para quienes tenemos un hogar es difícil llegar a fin de mes, imaginate para ellos volver a ingresar al mercado laboral”.
Invisibles para el sistema, visibles para la solidaridad
Eleonora también es docente en escuelas de La Matanza, donde observa la fragilidad social desde otro ángulo. “Trabajo en zonas muy vulnerables. En una escuela ya aplicaron horario reducido porque solo tienen una estufa para toda la escuela. Si un chico llega sin desayunar, le preparamos algo caliente. Pero si está muerto de frío, ¿cómo va a escribir con las manos congeladas?”, remarcó la entrevistada.
Ola también reflexionó: “La solución no es individual. Nadie se salva solo. Hay que trabajar en red, con otros, y ayudarse mutuamente. Es fácil opinar desde la comodidad de un hogar caliente. Pero cuando uno está solo en la calle, todo se vuelve más duro”. Además, la entrevistada destacó que “el impacto emocional del abandono puede ser tan devastador como el frío. A veces no necesitan sólo una frazada, sino que alguien les hable, los mire a los ojos y les recuerde que siguen siendo personas”.
La organización Uniendo destinos, colabora con personas que viven a la intemperie, pero también con quienes están hotelados, es decir, alojados de forma precaria o temporaria, y en constante riesgo. “Necesitamos donaciones de alimentos como puré de tomate, lentejas, arvejas, frazadas. También con colaboraciones de 6 mil pesos, conseguimos frazadas en fábricas textiles. Quienes quieran colaborar pueden hacerlo a través del alias uniendodestinos.mp o escribirnos a nuestras redes sociales como Uniendo destinos”, detalló Ola.
Cuando ayudar se vuelve urgente
La integrante de Uniendo Destinos relató: “En una de las últimas recorridas, una persona en situación de calle sufrió un ataque de epilepsia mientras esperaba en la fila por su vianda. Por suerte el SAME llegó en siete minutos. Pero si esto pasaba en La Matanza, no sabemos cuánto hubiese demorado la ambulancia. Por eso no replicamos todavía la organización allí. Faltan voluntarios, estructura, y condiciones mínimas para asistir emergencias”.
Pese a las limitaciones, Eleonora colabora con otras organizaciones como La Celina, que trabaja sobre temáticas de género en provincia. “Mientras podamos ayudarnos entre todos, mejor. Hay muchas personas haciendo un gran esfuerzo”, señaló la entrevistada.
En cuanto a la actitud del Gobierno porteño, Ola fue tajante: “Corren a las personas que duermen en cajeros, hacen campañas de ‘limpieza’ como si fueran basura. Todas las organizaciones de CABA firmamos cartas para frenar esas políticas inhumanas. Parecen querer ocultar la pobreza, en lugar de resolverla”.
“He visto personas en la calle ceder su comida a otros que tenían más hambre, sin saber si ellos mismos comerían al día siguiente. Mientras tanto, quienes tienen todo para ayudar, muchas veces no lo hacen. La miseria no siempre es económica. La peor miseria es la falta de empatía”, concluyó Eleonora.
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