Está ubicado en La Paz 1555, en Ramos Mejía y además de fútbol, cuenta con otras actividades como patinaje y danza. Antes de finalizar el año pasado, fue distinguido por quinta vez consecutiva con el premio “Fair Play” por la labor que realiza con los chicos. El titular de la entidad, Luis Díaz, comentó que en el fútbol, “la competencia tiene que ser sana” y tanto el chico como el adulto “tienen que ir a pasar un momento de esparcimiento, en familia y con amigos”.
Por Nora Adámoli
Foto: Gentileza Periódico La Barra
Para empezar, el presidente de Monte Grande mencionó que recibir un premio como ese es tanto un “logro” como un reconocimiento a los años de dedicación otorgada por quienes estuvieron y están trabajando dentro y a la par de la organización.
“Es un logro. El puntapié inicial lo dio Leonardo Paterno, quien comenzó con la escuelita, por lo que luego pudimos participar en la liga. Es un trabajo de años, de sacrificio. Los chicos, que hoy son juveniles, supieron entender esto y gracias a Dios, hemos tenido estos logros, algo que para nosotros es muy gratificante y nos hace sentir orgullosos de la institución, de la gente que asiste, ya sea de fútbol infantil, como de las categorías 2003, 2002, 2000…”, mencionó.
Asimismo, destacó que los padres y las madres que acompañan a sus hijos también los enorgullece porque, esta cercanía nutre a la entidad. “Uno tiene una familia más dentro del club. Uno trabaja para lograr eso”.
Pero el fútbol no es la única actividad que ofrece el Club Monte Grande, sino que además, se puede practicar patinaje y danza. Y eso no es todo: en el lugar funciona un centro de jubilados en el que se puede aprender y disfrutar del folclore y del tango.
También, como buena organización social, la entidad puede ser alquilada –entre otros- por los padres de los niños y las niñas que asisten, para realizar celebraciones como por ejemplo cumpleaños.
“Alquilamos el club a los padres de los chicos que juegan, sobre todo si precisan hacer algún cumpleaños. Se lo damos a cómodos aranceles. Nosotros tratamos de salvaguardar todos esos detalles que a los papás les cuesta mucho y que de otro modo quizás no podrían acceder”, agregó Díaz.
Al tratarse de un club de barrio, que funciona hace muchos años en la zona, el contacto entre los vecinos es permanente y la tarea de quien comanda la institución no escapa a esta constancia. “Mi familia me banca y es a quien tengo que darle las gracias. Mi señora ha sabido vivir con todo esto porque es a toda hora y todos los días, por diferentes razones”, destacó. Es que al tener tantas actividades y, algunas de ellas que exceden los horarios de atención (como por ejemplo la cuestión del alquiler del salón), el teléfono y el timbre suenan en cualquier momento. A eso se le debe sumar que el hombre reside cerca y su labor en Monte Grande lleva un largo tiempo.
“El trabajo me permite hacerme una escapada y volver. A mí me gratifica muchísimo”, contó. Atrás quedaron esas épocas en las que la salud le jugaba malas pasadas y había que separarse de las actividades que, realmente, lo hacen feliz.
“Retomé la senda de la buena salud y ahora sigo trabajando con el club, que es algo a lo que uno le tiene cariño. Han pasado nuestros hijos por ahí y vimos crecer a muchas generaciones. Estamos contentos porque, de a poco, uno ve que se suman cosas y hay mejores resultados”, dijo el presidente en el programa de radio “Señal de Amistad”, que se emite los viernes por Radio Imaginaria.
Con respecto a quienes ya pasaron por el club, dijo que muchos de los chicos ya están casados y tienen hijos “que posiblemente, de grandes, vengan al club. Cuando tomamos esto con Leonardo, estaban en una senda bastante incierta y por suerte pudimos rescatar a toda esa juventud linda que hoy, cuando nos ve, nos da un abrazo cordial, con respeto. Es la mayor gratificación que uno tiene. Para nosotros, la competencia tiene que ser sana, uno tiene que ir a pasar un momento de esparcimiento, en familia, a conocer a nuevas personas y a hacer amigos”.