Número de edición 8481
Cultura

Tapiales: “Los Palabristas De Hoy Y De Siempre” (Especial para NCO)

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Estimados lectores: Nos encontramos nuevamente otro lunes desde el rincón de la revista Literaria “Los Palabristas De Hoy Y De Siempre” a través de NCO.
A manera de efemérides, quiero comentarles acerca del poeta argentino Baldomero Fernández Moreno, quien falleció un 7 de junio de 1950 en Buenos Aires, con 64 años.
Y nació en Buenos Aires, el 15 de noviembre de 1886.

Por: Mónica Caruso
E-mail: palabristas_7@hotmail.com

Su nombre completo era el de Baldomero Eugenio Otto Fernández Moreno.
Cursó las primeras letras en España y prosiguió sus estudios en su ciudad natal, donde logró el título de Medicina, profesión que dejó para dedicarse a la poesía.
Considerado uno de los más importantes exponentes de la vanguardia denominada sencillísimo.
En 1915 publica su primer libro de poesías: Los iniciales del misal.
En 1919 se casa con Dalmira del Carmen Osornio, de la que tiene cinco hijos (dos mueren tempranamente).
Fue un gran lírico que con extrema dedicación le cantó al amor y a la tierra.
Sus versos recorren todo un universo poético (la ciudad, el campo, la aldea española, la novia, el hijo, etc.) en ellos se mezcla el más intenso erotismo y la más alta espiritualidad.
Obtuvo entre otras merecidas recompensas, el primer Premio Nacional de Literatura, fue objeto y cumplió sus bodas de plata con la poesía.

Entre sus obras figuran:

 

Intermedio provinciano (1916), Ciudad (1917), Por el amor y por ella (1918),Campo argentino (1919),Versos de Negrita (1920),Nuevos poemas (1921),Canto de amor, de luz y de agua (1922)Mil novecientos veintidós (1922), El hogar en el campo (1923),Aldea española (1925),El hijo (1926, Décimas (1928), Último cofre de Negrita (1929),Sonetos (1929),Cuadernillos de verano (1931), Dos poemas (1935), Seguidillas (1936),Romances (1936), Continuación (1938),Yo, médico; yo, catedrático (1941),Buenos Aires: ciudad, pueblo, campo (1941), Tres poemas de amor (1941), Sonetos cristianos (1942), San José de Flores (1943), La mariposa y la viga (1947)

Dejo tres poemas de su autoría, uno de ellos el clásico “Setenta balcones y ninguna flor”. Muchos nos hemos sentido cautivado por este poema!

Setenta balcones y ninguna flor

Setenta balcones hay en esta casa
setenta balcones y ninguna flor
¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?

La piedra desnuda de tristeza agobia,
¡dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta bobo de ilusiones?

¿Ninguno desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?

Si no aman las plantas no amarán el ave
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un clave…
¡Setenta balcones y ninguna flor!

Aromas

Cuando regreso a casa no me lavo las manos
si es que he estado contigo un instante no más,
el aroma retengo que tú dejas en ellas
como una joya vaga o una flor ideal.

Por aquí huelo a rosas y por allá a jazmines,
alientos de tus ropas, auras de tu beldad,
aproximo una silla y me siento a la mesa
y sabe a ti y a trigo el bocado de pan.

Y todo el mundo ignora por qué huelo mis manos
o las miro a menudo con tanta suavidad,
o las alzo a la luna bajo las arboledas
como si fueran dignas de hundirse en tu cristal.

Y así hasta media noche cuando vuelvo rendido
pegado a las fachadas y me voy a acostar,
entonces tengo envidia del agua que las lava
y que, con tu perfume, da un suspiro y se va.

Contemplación del beso

Debe el beso venir desde la hondura
de una cabeza baja y atraída
en la penumbra gris desvanecida
mientras un viento vuele de frescura.

Boca entreabierta, elástica, madura,
que en el atardecer se haga una herida.
Toda ella roja de profunda vida
con un signo mortal: la dentadura.

Verlo avanzar después muy lentamente
como un ascua encendida o roja estrella
y detenerlo, ay, súbitamente.

Contemplarlo en deliquio y miel de abella,
huir la boca por rozar la frente
y a ella volver para morir en ella.

Hasta el próximo lunes, les deseo que tengan un buen inicio de semana.

 

 

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