Número de edición 8481
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Murió el represor y genocida Miguel Etchecolatz y dejó preguntas sin respuestas

Murió el represor y genocida Miguel Etchecolatz y dejó preguntas sin respuestas

El viernes pasado murió el ex comisario general y genocida Miguel Etchecolatz a los 93 años mientras cumplía condena por delitos de lesa humanidad.

Por MATÍAS RODRÍGUEZ
matiasrodriguezghrimoldi@gmail.com

Ingresó a la Policía Bonaerense en 1947. En 1976 estuvo en la cúpula de la Dirección General de Investigación de la Bonaerense. Allí, bajo el mando de Ramón Camps, coordinó el manejo de 20 centros clandestinos de detención. Etchecolatz fue denunciado tanto como autor intelectual como ejecutor material de las torturas y asesinatos.

En 1986, luego de la vuelta de la democracia fue detenido por primera vez. La Cámara Federal lo condenó a 23 años y luego del alzamiento militar de Semana Santa y la sanción de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final fue liberado por la Corte Suprema.

Durante los 90 las organizaciones de Derechos Humanos lo escracharon en reiteradas ocasiones y él respondió con violencia y amenazas. En el 2003 luego de la derogación de las llamadas Leyes de Impunidad, fue el primer militar en ser llevado a juicio y en 2006 fue condenado a cadena perpetua.

Caso Julio López

Uno de los crímenes de lesa humanidad que se le imputan a Etchecolatz es la desaparición y tortura del albañil y militante peronista, Jorge Julio López, oriundo de La Plata. Luego de que éste declarara en contra de Etchecolatz y que se dispusiera a continuar con su testimonio frente a la policía, volvió a desaparecer, esta vez en democracia, el 18 de septiembre de 2006. Cabe recordar que aún no se conoce su paradero.

En la ciudad de La Plata y en varios puntos del país, todos los años, organismos de derechos humanos y diferentes fuerzas políticas se movilizan por la aparición de Jorge Julio López, el esclarecimiento de su desaparición y el castigo a los responsables.

“Lamento mucho su muerte! ¡Lamento mucho que se murió sin decir nada! Lamento mucho que no dijo dónde están los desaparecidos, se fue sin aceptar su culpa, se fue sin terminar de ser juzgado por otras causas”, escribió Rubén, hijo de Julio López.

Por otro lado, expresó que la lucha por la aparición de su padre continúa y afirmó: “La esperanza no la voy a perder nunca. Sé que mi viejo no está vivo pero encontrarlo me ayudaría a empezar con el duelo”.

La Noche De Los Lápice

Etchecolatz también fue condenado por en el secuestro y el asesinato de los estudiantes platenses denominado La Noche De Los Lápices, ocurrido el 16 de septiembre de 1976.

Ese día diez estudiantes secundarios fueron secuestrados por grupos de tareas de la última dictadura militar tras organizar una movilización por la otorgación del boleto estudiantil. Al igual que el Caso López, el 16 de septiembre es un día de movilización recurrente de los organismos de DDHH y del movimiento estudiantil en varios puntos del país.

Repudio Generalizado

La muerte de las personas públicas genera muchas veces un manto de silencio sobre quienes se oponen a sus ideas y acciones. Sin embargo, en el caso de Etchecolatz su pasado generó, tanto en su despedida como en sus últimos años, un repudio generalizado por casi el total de la sociedad argentina.

” Condenado por centenares de crímenes de lesa humanidad, a los 93 años, murió el genocida Etchecolatz, que hasta el último día mantuvo el pacto de silencio. Se lleva la verdad sobre el destino de nuestros hijos y nietos, pero logramos justicia y memoria para sostener el Nunca Mas”, expresó Abuelas de Plaza de Mayo en su cuenta de Twitter.

Otros funcionarios de la última dictadura al menos son respaldados por sus familias. En el caso de ex comisario general de la Bonaerense, miembros familiares directos han manifestado su repudio y voluntad de perpetuar su condena.

Mariana D, hija biológica de Etchecolatz, quien movilizó en contra de su padre y otros genocidas que buscaban ser liberados gracias al fallos del 2X1, sentenció: “Mi ideología y mis conductas fueron y son absoluta y decididamente opuestas a las suyas, no existiendo el más mínimo grado de coincidencia con el susodicho. Porque nada emparenta mi ser a este genocida”.

Etchecolatz nunca se arrepintió públicamente por los crímenes por los que fue condenado en reiteradas ocasiones. Por el contrario, plasmó en su libro, La Otra Campana del Nunca Más, que el reconocido informe de la CONADEP era un conjunto de mentiras perpetradas por los subversivos.

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