
El artista matancero y ex veterano de la Guerra de Malvinas contó cómo las consecuencias de la contienda lo hicieron interrumpir su carrera. Además rememoró: “por 10 años estuvimos prácticamente proscriptos, porque no se podía hablar de Malvinas” y remarcó que la sociedad no “sabía” cómo tratar a los soldados.
Por Soledad Martínez
martinezgsoledad@gmail.com
En 1982 con apenas 19 años Fabio Santana, un joven matancero con una incipiente carrera artística en el terreno de la música, fue movilizado a las islas Malvinas desde el Batallón de Ingenieros de Pablo Podestá. Los padecimientos del enfrentamiento bélico y la falta de contención al regreso, lo alejó de los escenarios.
“Hubo un montón de factores para dejar de cantar por 15 años pero uno de los más gravitantes fue Malvinas y todo lo que tiene que ver con esa negación del Estado y básicamente que no ‘garpaba’ ser veterano de Malvinas, no estaba bueno y a mí me suprimió por ese lado, deje de cantar”, recordó el artista en No Te Duermas (Radio Hexa, lunes a viernes de 10 a 12hs).
Poco antes de la guerra, Fabio se presentaba en pubs haciendo covers de rock nacional y también de Sergio Denis, aunque su papá insistía con llevarlo al mundo del tango. Pero todo cambió cuando, en primer término, tuvo que hacer la colimba.
“Para los que no peinan canas como nosotros, la colimba era un año de servicio a la República bajo bandera. En el año 81 me salió la primera baja y me reincorporaron en el año 82 para ir a Malvinas”, explicó el músico.
Un Estado ausente
Tras el regreso, Santana eligió el silencio. “El Estado estuvo totalmente ausente. Nosotros volvimos y estuvimos más de 10 años prácticamente proscriptos, porque no se podía hablar de Malvinas. Hablabas de Malvinas y eras un ‘loser’ porque habías perdido la guerra”, señaló el veterano.
Además, el artista amplió: “habíamos perdido la guerra y para los militares no éramos militares, porque yo era un colimba y obviamente no había elegido la carrera militar. Y para los que no eran militares, éramos unos fachos, porque todos los que habíamos ido a Malvinas parece que teníamos vocación y yo era un pibe de 18 años, me llamaron y me presenté”.
Santana hizo hincapié en el contexto histórico que le tocó atravesar en el cual ser “desertor de la colimba” era condenado por la sociedad. “Era impensado no ir, pero en ningún momento había elegido la carrera militar. Ahora, preguntame si estoy orgulloso de haber defendido la patria y la respuesta es: totalmente”.
En este sentido, el cantante agregó: “tal vez es una incongruencia, esa dualidad de decir ‘soy un tipo de paz pero fui a la guerra y defendí mi patria’ y bueno hay cosas que son indescriptibles o no se puede llegar a entender.
Una sociedad “complicada”
El regreso de los sobrevivientes de la Guerra de Malvinas fue tan devastador como la misma guerra, debido a la indiferencia, el destrato e incluso la discriminación que sufrieron los jóvenes soldados.
“La sociedad Argentina es una sociedad bastante complicada, pero en ese momento era autodidacta. Porque la verdad que nunca se había ido una guerra, a no ser la Guerra de la Triple Alianza (1864/1870). Cuando volvimos, la sociedad no sabía cómo tratarnos”, expresó Santana.
El veterano reveló que “los militares, cuando volvimos, nos habían hecho firmar un papel donde no podíamos hablar de nada porque corríamos riesgo hasta de ir presos”. Al Estado ausente se sumó el destrato del ejército y la nula contención psicológica.
“Así que me llamé a silencio, como la mayoría de mis compañeros y obviamente dentro de ese silencio estaba no cantar. Me dedique a mi familia”, manifestó el artista, que además expresó que su entorno fue “muy amoroso” y respetó su decisión.
El regreso a los escenarios tuvo lugar de la mano de Ernesto Baffa, un reconocido músico de tango que lo invitó a sumarse a su equipo tras escucharlo en un evento.
“Me vio y me preguntó cuántos tangos sabía. Le dije que dos y me dijo ‘bueno aprendete cuatro que el viernes debutas conmigo’. Estuve con él cuatro años y eso fue lo que me abrió las puertas”, afirmó Santana, quien supo ganar el festival matancero Hugo del Carril en 1996.