

La violencia obstétrica es un flagelo persistente que afecta a la salud mental de las mujeres. Aunque existen leyes que protegen sus derechos, la implementación es insuficiente.
Por Maira Palavecino
maipalinfo@gmail.com
En una entrevista con Diario NCO, Lorena Laserre, Licenciada en Psicología especializada en salud mental, analizó cómo la violencia obstétrica impacta en la salud emocional de las mujeres en Argentina. La profesional remarcó la necesidad urgente de aplicar correctamente la Ley de Parto Respetado y de transformar el modelo biomédico hegemónico que prevalece en las prácticas obstétricas.
La violencia obstétrica es un fenómeno que, aunque ganó visibilidad en los últimos años, sigue siendo una problemática silenciada en muchos hospitales de Argentina. Esta violencia, tanto física como psicológica, afecta profundamente a las mujeres durante el embarazo, el parto y el postparto, creando secuelas emocionales que perduran mucho después del nacimiento del bebé.
Uno de los principales problemas que pone de manifiesto Laserre es el incumplimiento de la Ley de Parto Respetado en las instituciones de salud, a pesar de que esta normativa lleva varios años en vigor. Esta ley tiene como objetivo garantizar que las mujeres sean respetadas y cuidadas durante el embarazo y el parto, promoviendo su autonomía y decisión en cuanto a cómo desean vivir este proceso.
Sin embargo, la psicóloga señala que muchas veces las gestantes son tratadas de manera despectiva, se les imponen intervenciones sin su consentimiento o sin una explicación adecuada, y en muchos casos, el personal médico no se toma el tiempo para escucharlas y respetar sus deseos.
“La Ley de Parto Respetado tiene que ser mucho más que un marco normativo. Tiene que ser una práctica cotidiana en los hospitales, y eso aún no está sucediendo. Las mujeres tienen derecho a saber qué procedimientos se les van a realizar, a estar acompañadas por las personas que ellas elijan, y a ser tratadas con dignidad en todo momento”, explicó Laserre.
Esta afirmación cobra más relevancia cuando se observa la alarmante tasa de cesáreas en el país. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), no deberían realizarse más del 15% de cesáreas, sin embargo, en Argentina la cifra supera el 43% en hospitales públicos, lo que demuestra un uso excesivo de esta intervención.
“Es un modelo biomédico hegemónico que sigue prevaleciendo en muchas instituciones, donde las intervenciones innecesarias son la norma. El embarazo no debe ser considerado una enfermedad y las mujeres deben ser protagonistas de su parto, con el derecho de decidir cómo quieren vivirlo”, agregó la especialista.
Consecuencias físicas y psicológicas de la violencia obstétrica
El impacto psicológico de la violencia obstétrica es profundo y puede dejar secuelas durante muchos años. Según Laserre, este tipo de violencia genera consecuencias físicas y emocionales significativas que afectan no solo a la mujer, sino también al vínculo con su hijo o hija recién nacida.
Las prácticas abusivas, como la realización de cesáreas innecesarias, episiotomías o la administración de anestesias sin el consentimiento informado de la mujer, son solo algunas de las intervenciones que generan un sentimiento de impotencia y deshumanización.
Las mujeres que sufren violencia obstétrica pueden experimentar una serie de trastornos psicológicos, tales como depresión, ansiedad, estrés postraumático, baja autoestima, crisis de pánico y, en algunos casos, incluso rechazo hacia su bebé.
“A nivel emocional, estas experiencias pueden generar una gran desconfianza hacia el sistema de salud. Las mujeres sienten que no fueron escuchadas ni respetadas, y eso puede afectar su vínculo con su hijo, ya que el parto es un momento crucial para la creación de este lazo”, observó Laserre.
Esta violencia también está profundamente vinculada con el sistema patriarcal y de género que aún predomina en muchas instituciones de salud. “Es una violencia machista que se ejerce sobre las mujeres, quienes son vistas como objetos a manejar y no como sujetos con voz y derechos. Este trato despectivo tiene un impacto muy negativo en la salud mental, ya que las mujeres se sienten despojadas de su autonomía y poder de decisión”, afirmó la Licenciada.
El rol de la sociedad y las instituciones
En respuesta a esta situación, desde organizaciones como la Asociación “Somos Grupo de Mujeres Más” se trabaja incansablemente en la promoción de un acompañamiento emocional y psicológico para las mujeres, especialmente en situaciones de fertilidad y maternidad.
Estas iniciativas son fundamentales para brindar apoyo a las mujeres que atraviesan experiencias de violencia obstétrica, sin embargo, Laserre remarca que las políticas públicas y la formación de los profesionales de la salud son esenciales para erradicar esta problemática.
“El Estado tiene un papel fundamental en garantizar que se respeten los derechos de las mujeres. Es necesario que se implementen medidas concretas para que las instituciones y los profesionales de la salud reciban la capacitación adecuada en temas de derechos humanos, parto respetado y atención con enfoque de género. Además, la creación de un Observatorio de Violencia Obstétrica podría ser un paso importante para monitorear y sancionar las malas prácticas en los hospitales”, subrayó la psicóloga.
La reconstrucción del relato del parto
El proceso de sanar y empoderar a las mujeres que han vivido violencia obstétrica es largo y complejo. Para Laserre, una de las herramientas más importantes en este camino es la reconstrucción del relato del parto. Las mujeres deben poder expresar lo que vivieron, comprender lo que sucedió durante el parto y encontrar la manera de sanar las heridas emocionales que puedan haber quedado abiertas.
“Volver a empoderar a la mujer lleva tiempo. Se trata de salir de ese lugar de objeto, de vejación, y poder sanar ese dolor a través de la reconstrucción del relato de su experiencia”, concluyó la licenciada.
Foto: sociedadmerce.org
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