Semanas atrás, la editorial Uno del Oeste publicó una nueva obra cuyo autor, licenciado en Psicología y columnista de Diario NCO y NCO Radio, relató la historia de una leyenda sobre un pueblito ubicado al sur de la provincia de Buenos Aires.
Diario NCO charló con Fernando Cabral, autor de Epecuén, quien contó de qué se trata y por qué escribió una obra basada en hechos reales, pero con una visión que, más que víctimas, fueron héroes frente a la adversidad.
Fernando Cabral, nacido en CABA y criado en La Matanza, realizó sus estudios en la Universidad de Morón donde, en el 2009 se recibió de licenciado en Psicología, profesión que ejerce hasta hoy.
También estuvo trabajando con adolescentes en la ONG El Kiosco Juvenil donde ayudaba y contenía a los chicos que llegaban a ese lugar hasta el año 2019 que decidió dedicarse a escribir esta obra.
Epecuén es su segunda obra, la misma esta a la venta y se consigue a través de Mercado Libre como “Epecuén. La historia y la leyenda” y además tiene una columna semanal en Diario NCO.
¿De qué se trata la obra?
“La obra es una interpretación literaria de un hecho real, la inundación del pueblo de Epecuén, ocurrida en 1985. Es la narración de las vivencias de una niña con diagnóstico de autismo y su familia, durante los últimos tiempos del pueblo.
A su vez, trabajo tanto elementos de las leyendas mapuches como de la historia política del pueblo, desde la campaña del desierto, el peronismo de medio siglo, hasta el arribo de la democracia.
La propuesta consiste en invitar al lector a que pueda elegir por dos caminos diferentes. Si quiere creer en la mística mapuche y del lago hipersalinizado, puede hacerlo; si elige recorrer la narración de un modo más real, también podría.
Digamos que incluyo al lector como un factor importante para darle la pincelada final al relato. Sin embargo, me gusta jugar con la idea de que las contingencias no existen, si uno realmente se propone verlo así”.
¿Cuál es la finalidad de la historia?
“La finalidad de la historia es enaltecer la magia del lago y del pueblo de Epecuén. Desde hace décadas que el pueblo desapareció geográficamente, dejando solo recuerdos de lo que alguna vez fue.
Pero lo cierto es que sus habitantes lo siguen manteniendo con vida en sus relatos y en sus historias. Al día de hoy, muchos de los habitantes de Epecuén residen en su pueblo hermano, Carhué. Son un pueblo sin tierra, pero con una mística que los vivifica”.
¿Qué te impulsó a escribirla? ¿Por qué?
“El personaje principal del libro es una niña de cinco años con diagnóstico de autismo. Mi intención consistía proponer al autismo no como una patología, sino como una condición que permite ver el mundo con otra óptica.
Pero que le permitiría ofrecer otras funciones subjetivas, otro modo de relacionarse con la vida. Aliwe (el personaje principal) es una personita capaz de percibir el dolor de sus allegados como algo real, también puede absorberlo, pero no descargarlo o expresarlo.
Eso termina generando que incorpore el sufrimiento de todos sus seres amados, de esta manera los ayuda, pero a la vez los rechaza. Ese mismo trabajo me tomé con cada uno de los personajes de la novela, digamos que les otorgué una cualidad literaria mágica a su perfil psicológico.
Por lo tanto, necesitaba encontrar un lugar de Buenos Aires tan mágico como real, y bueno… me encontré con Epecuén. A medida que más investigaba más me topaba con componentes de la realidad que podrían supera a la ficción.
Desde los poderes curativos del agua salada del lago, la dramática inundación, las poderosas sequias, las leyendas mapuches, las luchas en la campaña del desierto, etc. Una leyenda tras otra, mezclada con la realidad. Algo increíble”.
¿Qué relación tiene con vos?
“Toda obra habla del autor, los escritores son esencialmente autorreferenciales, aunque anhelemos no serlo. A mí me gusta pensar que hay algo de magia en la vida misma, en los seres humanos, en el amor y en el odio.
De hecho, podríamos considerar que el odio es la misma naturaleza frustrada del amor. En la obra invito al lector a que se introduzca en mi modo de ver el mundo”.
¿La historia tiene vinculación con tu profesión, fue parte de un estudio?
“Es innegable que la obra tiene un fuerte matiz psicológico, como te lo había mencionado antes. Cada personaje tiene sus rasgos específicos trabajados desde los aspectos físicos, históricos y psicológicos, mezclados con la magia de las leyendas mapuches.
Por otra parte, para escribir sobre el pueblo directamente debí involucrarme en un trabajo territorial. Realicé una decena de entrevistas a los residentes de Epecuén, ellos me contaron sus historias, recorrí las ruinas y las estudié con minuciosidad.
También a su historia política y social. Además, para trabajar sobre las leyendas mapuches, entrevisté a uno de sus caciques, que supo contarme muchos relatos sobre su pueblo y la relación que tienen con los pueblos de Buenos Aires.
Todo esto fue una experiencia espectacular. De hecho, las historias de los residentes de Epecuén están incluidas de una manera literaria. Este viaje que realicé me llevó a tener mi propia travesía cargada de acontecimientos llamativos.
Por ejemplo, la pintura de la portada del libro fue realizada con la misma sal del lago, por la artista plástica Mirta Caruso, de Carhué. Todo esto y mucho más hace de la obra algo único”.
Palabras de cierre
En Epecuén las personas son muy abiertas y amables. Han vivido una desgracia muy grande de la que nunca pudieron recuperarse por completo. Perder la tierra debajo de tus pies debe ser uno de los acontecimientos más dolorosos.
Ellos han heredado una historia y está en sus manos poder darle un futuro. Por este motivo no los traté como víctimas de la catástrofe de ese noviembre lejano de 1985, sino como héroes de una historia de adversidad y de un posible final glorificado.
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