Por Omar Cao
Dibujo: Gerardo Sanchez
Es cierto que hay en el poder, una voluntad de dominación que intenta, fundamentalmente, a través del discurso de los medios, acotar el uso de la palabra en los sectores más desprotegidos, para limitar su capacidad analítica y por ende critica, reducir nuestra capacidad de pensar y consecuentemente encontrar a priori, es decir, antes de que se produzcan las maneras de sortear, evitar, neutralizar e impedir las acciones del poder omnímodo que intenta dividir el mundo entre poseedores y poseídos, con núcleos de privilegiados “ directores” (con acceso a todos los recursos del saber, la educación, el pensamiento y por supuesto también con acceso a todos los recursos materiales y a la capacidad técnica de distribuirlos eficientemente en forma de prebendas, subsidios, privilegios injustificados, sobornos y además contraprestaciones puntuales, incluyendo sueldos, jubilaciones, pensiones sociales, becas, programas especiales, legislación y excepciones a la legislación sobre los bienes públicos, (tierra, recursos hídricos, minero, forestales) o virtuales (medios tv radio) restringiendo su posesión, su explotación o su acceso, y fundamentalmente las cuestiones relativas a la Educación, el gran motor del cambio, pasado presente y futuro, que no solo actúa como un instrumento positivo sino que de hecho ha sido, las más de las veces, y especialmente en los países centrales, un poder vital de sujeción y esclavitud, así como de estupidización de los sectores populares.
La educación compite con ventaja con el otro gran instrumento de dominación que es la tv, para quien prepara las mentes y con quien interacciona permanentemente.
En los países periféricos, super explotados – que no subdesarrollados- la situación de la educación es otra; no el de los medios que está perfectamente establecido casi en su totalidad.
La educación registra todavía las contradicciones y refleja la lucha entre el antiguo cuasi feudalismo original y el rol que el capitalismo salvaje, despiadado, en cuanto a los “países de uso” se refiere, quiere conferir a sus elite dominantes, ignorantes y codiciosas, a pesar de su barniz cultural y de sus posibilidades materiales de educación, destinado a la explotación absoluta y a la desaparición física de sus supernumerarios marginados, excluidos, rebeldes, artistas e intelectuales que no se someten a la plantilla diseñada en los centros de Poder.
Convengamos que no se trata de una “conspiración” en un sentido lato del término; en ningún lugar del planeta se sientan a una gran mesa, unos “monstruosos” seres que planean estas atrocidades, el fenómeno es más profundo y complejo y tiene que ver con procesos culturales e históricos determinados del que no podemos hablar ahora, pero que, para dar una pista, la historia de la civilización occidental ayudaría a esclarecer si se sabe mirar.
La educación, presa de estas contradicciones, y protegida por los fantasmas del pasado, esplendor de una autonomía lograda en los albores de nuestros pueblos, tal vez, por una desorientación del poder mundial o derivada del hecho de que tenían su atención en otros lugares del globo, o, por no haber completado su desarrollo, lo que le impidió “atendernos” más eficientemente; ocupados como estaban en “tragarse” México, América Central, Medio Oriente, Hawai, Oceanía, África, Asia Oriental….
No pudieron impedir, al menos totalmente, que se desarrollaran ciertos “valores” relativos a la educación. Valores que permitieron que hoy subsistan “nichos” de pensamiento “diferente” y valioso.
La Educación, sobre todo la elemental, y posteriormente la media, fue el lugar del “crecimiento posible” para las clases populares. Y con los reparos del caso, lo es aún hoy. Ya dijo Ingenieros en el primer cuarto del siglo, sino me equivoco, “la educación es importante porque separa al niño del ambiente embrutecedor de la familia” (cita de memoria) y eso que por entonces (quizás porque) no había tv ni padres alienados en el consumismo, claro que si había hombres terriblemente machistas, mujeres absolutamente sometidas, resignación de inmigrantes temerosos y los descendientes de una población originaria esclavizados y explotados en un laborioso maltrato, y en el mas indigno de los abandonos. La educación, además, estuvo, desde el comienzo en manos y cabeza de mujeres, al menos en mi país y eso fue significativo.
El final del siglo XII y todo el siglo XX fueron las parteras del movimiento de liberación más esplendido y vigoroso que registra la historia: el del género femenino.
El cambio social, por muchos motivos alumbrado por las mujeres, dígase lo que se diga, entre otras cosas, que su inclusión en la vida social moderna respondió a necesidades del sistema capitalista en expansión, que puede ser cierto, que lo cierto es que las mujeres abandonaron los clásicos roles de madres, amas de casa, servidumbre, prostitutas y asumieron entre otros el de maestras, imprimiendo desde el género algunos elementos a la educación que los ideólogos del sistema no habían considerado. Es que el “genero” en lucha revolucionario por sus derechos, aun en sus individuos no concientizados plenamente aportó elementos de orden renovados y antirepresivos, dándoles a la educación nacional un carácter de contestatario, rebeldía, o si se quiere ser más cauto, al menos un disenso amplio, conferido a hurtadillas, al pensamiento represivo de los señores del feudo-agrario que era la nación.