A pesar de algunos indicadores que se mantienen, las Pymes industriales todavía enfrentan dificultades en producción, empleo y competitividad.
Por Florencia Belén Mogno
El panorama de las Pymes industriales argentinas reflejó en los últimos años una situación compleja y heterogénea. Algunos indicadores se mantuvieron en la actividad económica, pero hay sectores clave como la manufactura golpeados por el estancamiento del consumo, la apertura importadora y la presión de los costos internos. Esta disparidad afecta a la estabilidad de las empresas y a la generación de empleo.
Múltiples segmentos del entramado productivo registró caídas más profundas, y no sé reflejan mejoras sostenibles para las Pymes. Además, la limitada utilización de la capacidad instalada y la incertidumbre sobre las políticas de incentivo para la producción nacional agravan el panorama.
El consumo interno y la inversión constituyen factores determinantes para la salud de las Pymes y la mayoría enfrenta restricciones derivadas de la caída en la demanda, la volatilidad de los precios y la presión de la competencia internacional.
Asimismo, los desafíos financieros y crediticios representan un factor crítico para la supervivencia de muchas Pymes industriales. La dificultad de acceder a financiamiento a tasas competitivas, junto con los plazos de pago extendidos y la necesidad de capital de trabajo constante, limita la capacidad de inversión y expansión. Esta situación impacta no solo en la competitividad de las empresas, sino también en su capacidad para innovar y mantenerse en mercados cada vez más exigentes y globalizados.
En ese sentido y de acuerdo con la información a la que tuvo la oportunidad de acceder Diario NCO, el organismo Industriales Pymes Argentinos (IPA), presentó un informe donde detallaron las tendencias de la actividad económica y del empleo en las Pymes industriales, así como las principales dificultades que atraviesa el sector en la coyuntura actual.
Según el organismo, “la actividad económica de las Pymes manufactureras está atravesando momentos de incertidumbre, provocada por la heterogeneidad del impacto de las medidas de estabilización macroeconómica que el Gobierno impulsó, que afectaron al consumo y a la producción nacional”.
En materia de empleo, el informe indicó que “con el foco del análisis en mayo de 34.245 de los 42.000 nuevos empleos registrados corresponden a puestos públicos”. Además, detalló que “según los cálculos realizados en base a los datos oficiales en mayo el total de trabajadores registrados se ubicó en 9,63 millones, lo que implica una pérdida neta de más de 260 mil empleos desde diciembre de 2023”.
En sintonía con lo planteado anteriormente, el documento subrayó que “la industria manufacturera continúa siendo el sector más golpeado, con 10.400 empleos menos interanuales y 758 fábricas cerradas”.
Ampliación de resultados
En este sentido, puntualizó que “el sector financiero está empujando datos del crecimiento mientras que los sectores de la economía real vinculados a la producción, el comercio y los servicios todavía no se han recuperado del ajuste del 2024”.
Sobre las ventas y el consumo, el informe resaltó que “en el acumulado del semestre, las ventas siguen un 7 por ciento por debajo del mismo período de 2023, mientras que el canal mayorista profundiza su deterioro con 23 meses consecutivos en baja. El consumo sigue siendo uno de los eslabones más débiles en la recuperación de la economía”.
En cuanto a la producción industrial, el organismo señaló que “en junio/julio de 2025 se registró un crecimiento interanual del 9,3 por ciento aunque se había desplomado 20,3 por ciento durante el mismo mes del anterior. La industria no pasa por su mejor momento”.
Por último, el informe del IPA destacó que “el nivel general de uso de la capacidad instalada industrial (UCI) está en torno al 58,8 por ciento, un poco mejor que el año anterior, pero sin duda es un número promedio muy bajo”.
El sostenimiento es insuficiente. En perspectiva, la industria opera todavía con una elevada capacidad ociosa, reflejo del consumo deprimido, las inversiones limitadas y la presión de las importaciones que no se detienen. El balance confirma que el sector “continúa atrapado en un escenario de estancamiento estructural”.
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