

La obra del artista Mateo Delfino consiste en una propuesta que invita a replantear las emociones, el vínculo con los afectos y la apertura a la vulnerabilidad desde una mirada introspectiva y artística.
Por Florencia Belén Mogno.
En un mundo que durante décadas fomentó el endurecimiento emocional, sobre todo en los varones, la sensibilidad se convirtió en un acto de rebeldía. Mostrar fragilidad, hablar desde lo íntimo o simplemente conectarse con las emociones propias puede ser visto, aún hoy, como una ruptura con mandatos culturales establecidos. Sin embargo, cada vez más voces eligen cuestionar esa lógica y construir nuevos sentidos desde el arte.
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La música se volvió una de las herramientas más poderosas para abordar este proceso. Lejos de la rigidez o del relato heroico, muchos artistas comenzaron a narrar sus emociones desde la sencillez de lo cotidiano: una charla con un amigo, una pausa para respirar o una simple caminata. Ese registro emocional, sensible y humano abrió la puerta a canciones que buscan convertirse en un refugio.
En ese marco, algunas producciones artísticas comenzaron a plantearse como un espacio para bajar la guardia, abrir el corazón y compartir lo que a veces cuesta decir en voz alta. La música, entonces, no solo entretiene, sino que se volvió acompañamiento, escucha, contención y espejo.
En ese sentido, Diario NCO tuvo la oportunidad de dialogar con el músico, cantautor y productor uruguayo, Mateo Delfino, quien presentó su single Refugio, una canción que reivindica la vulnerabilidad como parte esencial de la experiencia humana. “Eran tiempos de guerra, hoy son tiempos de amar” es una de las frases que, según explicó, mejor resumió el mensaje de su obra.
La música como expresión y liberación
“ “Refugio” es una canción de mi segundo disco, y surge de un encuentro con un amigo. Nos fuimos un fin de semana a una casa cerca de la playa y nos dedicamos a charlar desde un lugar más sensible. Eso, socialmente, en el universo más masculino, es más complejo que suceda”, contó el músico. En ese aspecto, el single recuperó esa escena y la transformó en una declaración: habilitar el espacio donde poder ser uno mismo.
La canción también abordó la necesidad de salir del rol tradicional de “hombre fuerte” que no se permite mostrar lo que siente. “La letra también habla de la búsqueda de la sensibilidad, de salir
de ese lugar de hombre más duro”, sostuvo Delfino, y remarcó cómo el arte se convirtió para él en una herramienta de transformación emocional y social.
En la versión live session del tema, el artista sumó un elemento distintivo: el uso de plantas como instrumento y sobre ello explicó que “tengo un dispositivo en el cual toco plantas y hago sonidos con eso”. A su vez, el entrevistado destacó que esta elección estética no fue casual. El sonido vegetal no solo acompañó la melodía, sino que profundizó la idea central del refugio en la naturaleza.
“La naturaleza y las plantas me llevan como un lugar más de tranquilidad, de refugio”, expresó el cantautor, y añadió que esta búsqueda artística se conecta con su formación previa en ingeniería. Aunque ya no ejercía, ese conocimiento le permitió incorporar lo tecnológico en su proceso creativo.
“Me gusta mucho jugar con esto. Al tener mucho conocimiento sobre física y energía, esto de las plantas es un mundo que me encanta y que voy desarrollando más a medida que voy creciendo más como músico. Es toda una búsqueda sonora”, comentó. La combinación entre lo natural y lo digital fue, para Delfino, una forma de expandir los límites de lo musical sin perder la raíz emocional.
Una conexión especial
En esa línea, Delfino también habló de su vínculo con el arte como un espacio de exploración constante y así reflexionó: “Hay algo muy constante en mí que es la curiosidad y el estar siempre en esa búsqueda de sonidos, de nuevos elementos que le aporten otra sonoridad y que te lleven a otro lado. Creo que un poco eso es mi vínculo con la música”.
Mateo Delfino Lemus nació en Montevideo, Uruguay, y comenzó su formación musical en la infancia. Si bien durante muchos años se desenvolvió como autodidacta, con el tiempo retomó clases de guitarra, composición y armonía, lo que le permitió afianzar su estilo.
En 2015 decidió formarse también como productor musical, una experiencia que lo llevó a participar de diferentes proyectos artísticos, incluida la docencia. Aunque ya había realizado diversos trabajos previos, su primer disco Luz Azul llegó en 2019 y sentó las bases de su identidad musical.
En 2022 lanzó La Continuidad de los Días, su segundo álbum, del cual forma parte Refugio. A lo largo de su carrera, eligió siempre la autogestión como camino. “Ser artista independiente tiene varias cosas. Nadie te dice nada de cómo se hace y es muy incierto. El estar dedicándome solo a la música es algo muy reciente, entonces estoy aprendiendo mucho a cómo moverme y cómo ir creciendo”, expresó.
Esa misma actitud de búsqueda también definió sus próximos pasos. Delfino adelantó: “Mi plan parael 2025 es volver a tocar en Montevideo. También me interesa mucho tocar en festivales y en distintos tipos de encuentros”.
En definitiva, Refugio no fue solo una canción, sino una declaración de principios: en tiempos de rapidez, consumo y exigencia, tomarse un momento para sentir, abrirse y crear desde lo humano puede ser también una forma de resistencia.
Fuente fotografías: Mateo Delfino.