Por Ana María Neve
En estos momentos (por ayer) se está cerrando la 56 semana de Calabria en el teatro Coliseo de Capital Federal. Los que me conocen saben que estoy orgullosa de ser descendiente de italianos calabreses y se merecen todos los festejos y los reconocimientos por su trabajo en donde quiera que hayan ido, en cualquier parte del planeta.
Este año no fui porqué quedé atrapada en una historia, la de don José Apa, inmigrante italiano, de más de 80 años, de la provincia de Alto Monte en Cosenza, de profesión sastre, viudo, de condición humilde por su aspecto, residente de la localidad de Rafel Castillo en La Matanza.
Este hombre tiene tantos puntos en común con mi historia, ya que mi padre era sastre, también italiano calabrés de Cosenza, también luchó por sus ideales hasta el final, ya que vino a la Argentina sólo sin padre, ni madre, a los 13 años y con 34kgs de peso post guera y partió hacia el otro mundo de la mano de un cáncer que se lo llevó con los 34kg. iniciales.
Ayer sábado se apareció en el programa de radio en el cual participo con un bastón y su vida dentro de una bolsita de tela, llena de papeles y de sueños, para conocernos personalmente a pesar del calor sofocante.
El pobre se habrá ido triste porqué a “mi compañero” Dr. B” cualquier situación fuera de su estructura lo saca de quicio, y supongo que Don Apa se habrá decepcionado porqué venía ilusionado a pedir que “mi compañero” le vea sus estudios del corazón, quien a pesar de mirárselos le dijo: ” Mire que yo no soy cardiólogo, soy oncólogo”. SIC
Lo segundo que este hombre quería comunicar en su afán, era algo que no se si tendrá solución, pero como decía Kafka la vida es la peresecución de un sueño posible e imposible a la vez” y don José parece de esos idealistas portadores de tal consigna.
El problema es el siguiente: Este hombre el 24 de enero de este año fue a la Municipalidad de San Justo a hacer un trámite, se descompuso y mientras le alcanzaban una silla, un hombre de ahí adentro, según sus palabras; se le acercó y le dijo que le diera los impuestos y el dinero que se los iba a pagar mientras se reponía de esta descompostura.
Este “tío y su cuento” se borraron y Don José Apa hizo la denuncia pertinente, pero jamás obtuvo una respuesta. Don Apa pretendería que al menos le reconozcan un año de excensión de impuestos por el hurto. No tiene dinero para poner un abogado y quisiera aunque sea tener una charla con el Intendente Espinoza para ponerlo al tanto de esta situación.
¿Se podrá hacer algo para ayudarlo? Desde ya muchas gracias y me gustaría tener alguna respuesta tanto positiva como negativa, para que este anciano no siga peregrinando eternamente a sus años.
Querido Don Apa me llegaste al corazón, con tu historia similar a la mía y a la de tantos que pereginamos mendigando justicia.
Gracias por la foto que me dejaste junto a tu madre Josefina De Barco de 1931 quien padecía de cáncer de mama desde los 40 años, (otra coincidencia con mi historia) y que con emoción contaste que falleció a los 48 años después de hacerles el desayuno a vos y tus hermanos.
Este también es un calabrés que le sigue apostando a la vida, a los hombres de buena voluntad, pero que hoy tampoco va a ir a festejar al Coliseo.
Cariños a todos
Ana María Neve…