
Los vecinos del pueblo de Casa Bamba, a 30 kilómetros de Córdoba Capital, vivieron unos días de terror acorralados por los inminentes incendios y sin teneruna salida segura.
Al parecer, al empresario poco le importó el peligro y las autoridades brillan por su ausencia.
En diálogo con “Haciendo Radio”, una producción de Diario NCO que se emite de lunes a viernes de 10.30 a 13 por la 20.20 NCO Radio, Darío Hidalgo, habitante del pueblo serrano, expresó su preocupación y brindó un testimonio que estremeció a la audiencia.
Dado que la vorágine de la actualidad respecto de la pandemia del coronavirus, la cuarentena, los debates políticos en el Congreso de la Nación y en los medios de comunicación, algunas noticias pasan por alto cuando no debería ser así.
Por eso, el grado de indignación al escuchar de primera mano la versión de los hechos de Hidalgo fue proporcional al desconocimiento que se tiene en general, particularmente en Buenos Aires.
“Nosotros no es que estamos en cuarentena sino que estamos presos hace un año y ocho meses por la desidia de un empresario que ha venido y nos ha cerrado el único lugar de acceso que tenemos para la ruta que nos comunica con el exterior”, describió el vecino.
El dueño de la minera “Mogote Cortado” es Roberto Camarasa que, sin inmutarse, colocó un portón que impide la libre circulación. Por lo tanto, las personas que viven del otro lado pueden transitar solo con el consentimiento del propietario.
Vale aclarar, por si es necesario, que es ilegal lo que Camarasa lleva a cabo. Sin embargo, quienes deberían bregar por los derechos de los habitantes, es decir, las autoridades, hacen caso omiso a la situación.
“Tiene los pantalones más largos el empresario que el intendente de la calera que se llama Facundo Rufeil. En plena pandemia esta gente no dejó pasar a una vecina”, sostuvo Hidalgo.
En dicha oportunidad, que el entrevistado recordó para ejemplificar, la señora estuvo cinco horas esperando y ni “el intendente, la jueza de paz y un comisario” hicieron que el empresario cediera.
Entre el río, las vías y un portón
Casa Bamba es un poblado de aproximadamente 60 habitantes que lindera con el Río Suquía de un lado y las vías del tren del otro. A su vez, se consideran tierras ancestrales por los años de historia que tienen.
No obstante, Camarasa colocó un portón de acceso que impide el libre tránsito y, recién después de una negociación, los vecinos obtuvieron, al menos, el “permiso” para pasar a quienes acrediten vivir allí.
“Si viene mi vieja, mi hermano se tienen que quedar en el portón y yo no los puedo ingresara mi casa. Es un delito y está denunciado pero el fiscal de la Cámara Sexta está mirando un partido de hockey, de fútbol, de básquet, no sé para donde está mirando este señor”, señaló Hidalgo.
Asimismo, el vecino mencionó que la “obligación” del fiscal es “automáticamente cerrar el delito” pero que, por el contrario, “hace más de un mes y medio que están las denuncias hechas y no hace absolutamente nada”.
El camino es el tren
Por si hacía falta algún ingrediente más para sumar al caso, el acceso que encuentran los habitantes de Casa Bamba son las vías del tren. Pero, ojo, no están abandonadas sino que funcionan, por lo que significa exponerse a una posible tragedia.
“Nos obligan a cometer un delito. El año pasado el tren chocó a una nena de cinco años. No la lastimó en demasía, la nena está bien pero el tren chocó a una nena.No se cayó en la vereda de su casa andando en bicicleta. Esas cosas no pueden volver a suceder”, relató Hidalgo.
En otras palabras, la negligencia de los funcionarios locales y provinciales, que son cómplices por acción u omisión, lleva a los vecinos a tener que caminar “10 kilómetros hasta la ciudad”.
“Si vos tenés que comprar un kilo de pan o de papa, tenés que ir a pata si no tenés como, o en bicicleta 10 kilómetros para buscar los víveres”, subrayó el entrevistado.
Finalmente, los habitantes de Casa Bamba continúan a la espera de las promesas que les hicieron sobre un posible puente como camino alternativo. De todas formas, sería una solución improvisada. Es decir, lo que corresponde es que el empresario cumpla la ley.
Por último, algunos comerciantes admitieron que trasladas sus mercancías a través de una “zorra” con rulemanes que construyeron y les brinda la posibilidad de ingresar al poblado. En definitiva, una actividad ilegal a la que los obligaron a asumir.
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