
La poesía es riesgo en sí misma. Al no poseer una definición universal válida, carece de “un lugar de llegada” que asegure el éxito y el aplauso.
Tampoco existe, seriamente considerado el asunto, quienes puedan arrogarse la potestad del juicio definitivo: riesgo y soledad son el camino del poema.
Por Omar Cao
La mayoría de los que escriben eluden el riesgo, recurriendo a recursos sancionados por el uso y se alían entre sí, unos con otros (y unos contra otros también) para esquivar la soledad. Con estas actitudes “defienden” el poema lo “difunden” le allanan el camino… y engalanado y seguro camina el pobre por la “vida”. Allí no hay riesgo, allí la pobre criatura no incomoda.
Solo encuentro que el poema es una especie de bomba que se debe meter profundamente en el ser y al estallar debe romper-abrir-modificar-impulsar-colorear y de todas maneras cambiar para siempre lo afectado; ya no me interesa con qué elementos técnicos tal resolución se logre; todo es válido, pero no todo es “literatura”, aunque eso no debiera importar y no obstante, me define.
La propaganda comercial hace que todo se sienta miserable, pequeño. Todo, incluyendo a quienes la protagonizan y a quienes son espectadores de ella. La propaganda subalterniza los medios y métodos que utiliza; sus imágenes, códigos y hasta la música que la conforma.
Se ha adueñado de una manera violenta, casi espúrea de recursos poéticos, bien que no estén perfectamente utilizados, ni contengan una gran poética, aún así, nos impulsa a despegar de algunos de ellos, los más remanidos, los más usuales, pero también los más usados. La mayoría de la poesía de esta época, continúa y aun intensifica el uso de esos recursos.
Quizás sea tiempo de afirmar su cese o de inventar nuevas maneras de decir que de nuevo sorprendan, modifiquen, encanten, se graben en el corazón. El riesgo de cambiar es perder la inolvidable llegada “masiva” que siempre tuvo una gran poesía.
La poesía y su permanencia en el tiempo supera el tiempo de todas las formas de comunicación. Homero, tiene 8000 años, y goza de reconocimiento universal.
Oficio
Mirar grande
decir claro
Oír extendido
Palabra cálida.
Piel pronta
Olfato atento
Lengua dispuesta
Ajustado y flexible
Tejido lo demás
para envolver la vida.
Palabra cálida.
Claro decir.
Extraído del libro “Manual del tornero repujador”(2005) Ediciones Cruz de Mayo. Colección La Lira.