
Estimados lectores; Gracias por acompañarnos nuevamente con su lectura a través de NCO desde un sector de Los Palabristas de hoy y de siempre. Revista literaria que funde y dirijo desde el año 2001. La reseña biográfica de la semana es sobre
Antonio Dal Masetto (Intra, Verbania, 14 de febrero de 1938–Buenos Aires, 2 de noviembre de 2015) fue un escritor y periodista italiano nacionalizado argentino
Por: Mónica Caruso. Tapiales
E-mail: carussomonica@gmail.com
OBRAS
En 1948, cuando Dal Masetto tenía 10 años, su padre migró solo a Argentina y se radicó en población de Salto (noroeste de la provincia de Buenos Aires) para trabajar en la carnicería de un hermano. Dos años después viajó el resto de la familia.
En Salto, Dal Masetto aprendió el castellano leyendo libros en la biblioteca del pueblo. Durante su juventud trabajó como albañil, heladero, empleado público, vendedor ambulante, pintor, así como en la carnicería de su padre.
A los 18 años escapó de su hogar y se instaló en la ciudad de Buenos Aires. Su primer libro de cuentos, Lacre mereció en 1964 una mención en el premio Casa de las Américas, en La Habana (Cuba). Ese mismo año se casó con María Di Silvio. En 1965 se mudaron a Bariloche, donde Dal Masetto se ganó la vida pintando paredes. El 30 de junio de 1965 nació su primer hijo, Marcos Dal Masetto.
Dal Masetto se separó de su primera esposa y en 1969 regresó a Buenos Aires. Ese año (1969), la editorial Carlos Pérez Editor publicó su primera novela, Siete de oro. Se casó en segundas nupcias con Graciela Marmone, y el 19 de junio de 1976 nació su segunda hija, Daniela Dal Masetto.
La inmigración era uno de sus temas principales en sus novelas, como Oscuramente fuerte es la vida4 o La tierra incomparable (premio Biblioteca del Sur 1994). Desde finales de los años ochenta fue colaborador del diario Página/12 (de Buenos Aires). Dos de sus novelas han sido llevadas al cine: Hay unos tipos abajo en 1985 por los directores argentinos Emilio Alfaro y Rafael Filipelli (Dal Masetto coescribió el guion) y en 1992 Siempre es difícil volver a casa por el también argentino Jorge Polaco.4 Falleció en Buenos Aires el 2 de noviembre de 2015, a los 77 años de edad.
Novela
Siete de oro, 1963; edición definitiva, 1991
El ojo de la perdiz, 1980
Fuego a discreción, 1983; edición definitiva, 1991
Siempre es difícil volver a casa, 1985
Oscuramente fuerte es la vida, 19905
Amores, 1991, con ilustraciones de Luis Pollini
La tierra incomparable, 1994
Demasiado cerca desaparece, 1997
Hay unos tipos abajo, 1998
Bosque, 2001
Tres genias en la magnolia, 2004
Sacrificios en días santos, 2008
La culpa, 2010
Cita en el lago Maggiore, 2011
Imitación de la fábula, 2014
Cuento
Lacre, 1964,
Ni perros ni gatos, 1987
Reventando corbatas, 1988
Gente del bajo, 1995
El padre y otras historias, 2002
Señores más señoras, 2006
No ficción
Crónicas argentinas, 2003
Otros
Las novelas de Ágata: Oscuramente fuerte es la vida; La tierra incomparable, 2010
Textos en volúmenes colectivos
Cuentos en familia, 2005
Cuentos de aprendizaje, 2007
Y el fútbol contó un cuento, 2007 (Alejandro Apo, ed.)
La Biblia: según veinticinco escritores argentinos, 2009
Premios
Mención Premio Casa de las Américas 1964 por Lacre
Segundo Premio Municipal (Buenos Aires) 1983 por Fuego a discreción
Segundo Premio Municipal (Buenos Aires) 1987 por Ni perros ni gatos
Primer Premio Municipal (Buenos Aires) 1990 por Oscuramente fuerte es la vida
Premio Planeta Biblioteca del Sur 1994 por La tierra incomparable
Premio Konex de Platino 2014 en la disciplina “Novela: Período 2011-2013”
Fuente: Wikipedia
Fragmento
Agua
Antonio Dal Masetto
Basta ir a la cocina y en un día soleado abrir la canilla y llenar un vaso con agua y después mirar esa misma agua en la luz de la ventana para que la imaginación se dispare y emprenda una carrera demencial y nada sea igual que un minuto antes, porque ahora se está pensando que el agua del vaso viene de ese mismo río al que se puede descubrir cada mañana más allá de los mástiles de los barcos amarrados en las dársenas, desde aquella masa uniforme y monótona que casi no sufre cambios con las variaciones del cielo y las estaciones, y se medita acerca del largo y complejo proceso de depuración y de qué manera el agua, a través de innumerables e insospechadas cañerías, en el vientre de la ciudad, llega finalmente hasta ahí, a ese departamento, a la cocina de ese departamento, a la canilla que se acaba de abrir para saciar la sed, agua venida desde aquel río profundo y oscuro, agua cristalina ahora, límpida, transparente, agua pura a menos que una mente afiebrada, una memoria afiebrada, aun en la calma de un mediodía como éste, quiera cargarla de imágenes de horror, enturbiándola, ensuciándola, volviéndola súbitamente intolerable, imágenes, aspas que no son de molinos girando en la noche negra, hélices arrastrando pájaros de muerte en el aire del río, bultos arrojados al vacío, cosas vivas cayendo cayendo y después hundiéndose en el agua revuelta, hacia el fondo, hacia la oscuridad absoluta, hasta mezclarse abajo con el barro milenario, con desechos milenarios, lejos para siempre de la luz y las respuestas y la posibilidad de cordura, allá en el agua del río, esa misma que ahora uno se dispone a beber para saciar la sed en la cocina de un departamento invadido por la tibieza de un día soleado y la música de la radio, agua clara, purificada, desinfectada, con su justa proporción de cloro, que llega con la misma facilidad y eficiencia a otras canillas, en edificios céntricos, en los suburbios, en casas, oficinas, conventillos, mansiones, hoteles, cárceles, hospitales, cementerios, canillas de plástico, canillas de oro, la misma que llena la pila bautismal de las iglesias, las piscinas para el deporte o el placer, la que lava la piel de los recién nacidos igual que la arrugada piel de los ancianos, la que acaricia a la adolescente detenida ante el espejo del baño orgullosa de su cuerpo en flor, la misma agua que acude a los miles de picos de las máquinas de café en todos los bares de la ciudad, la que alimenta macetas en ventanas y balcones y también algún nostálgico huerto de un inmigrante europeo en un barrio cualquiera, la misma que sirve para la cocción de los alimentos y para borrar la sangre de los asesinatos, tinieblas, zumbidos en la noche, bultos arrojados, cosas vivas cayendo, silencio, agua venida desde los misterios de las profundidades trayendo noticias de muerte, agua de múltiples usos, agua que sirve para lavar otros muertos en ciertas ceremonias fúnebres, agua limpia, agua incolora, insípida, inodora, uno de oxígeno y dos de hidrógeno, agua transparente, óptima e insustituible para la higiene, agua que alberga espantos, bultos, cosas vivas, cayendo cayendo, hundiéndose en el líquido oscuro, bajando bajando, perdidas, confundidas en el barro milenario, lejos para siempre de la luz y las respuestas y la cordura, agua que brota en chorros triunfales en las fuentes de las plazas y es aprovechada a veces para conciertos acuáticos al anochecer, agua donde se bañan los gorriones, agua transparente, agua para las manos del cirujano, de la partera, del mecánico, de la maestra, del jugador de fútbol, del político, del policía, del comerciante, del artista, agua para lavar todas las manos, agua que ha perdido la inocencia, aspas que no son de molinos girando en la noche negra, hélices de anchas palas impulsando pájaros de muerte, bultos arrojados, cosas vivas cayendo y cayendo y hundiéndose, lejos para siempre de la luz y las respuestas y la posibilidad de cordura, agua que trae nombres, agua mansa útil indispensable a la civilización, agua llegada hasta este vaso a través de complicados procesos de purificación y que ninguna purificación podrá jamás purificar del todo.
Queridos lectores espero que les haya gustado este pequeño vuelo literario.
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