Número de edición 8481
Cultura

Rodolfo Enrique Fogwill: Los Palabristas de Hoy y de Siempre

 

Estimados lectores:

Gracias por acompañarnos nuevamente con su lectura a través de NCO desde un sector de Los Palabristas de hoy y de siempre. Revista literaria que fundé y dirijo desde el año 2001. La reseña biográfica de la semana es sobre Rodolfo Enrique Fogwill (Quilmes, Buenos Aires, 15 de julio de 1941 – Buenos Aires, 21 de agosto de 2010) fue un escritor y sociólogo argentino que alcanzó renombre, primero, como directivo de empresas de publicidad y de marketing y, luego, como escritor. Rodolfo Fogwill obtuvo la licenciatura en Sociología en la Universidad de Buenos Aires donde se desempeñó como profesor titular. Escribió poemas, cuentos, novelas, ensayos sobre temas relacionados con la comunicación, literatura y política. Conformó la cuadrilla de docentes de la Facultad Libre de Rosario.

Rodolfo Enrique Fogwill
Rodolfo Enrique Fogwill

Por: Mónica Caruso. Tapiales
monicaacaruso@hotmail.com

Se desempeñó también como empresario de la publicidad y el marketing, donde alcanzó cierto renombre.

Publicó su primer libro, un poemario, en 1979, al que le siguió, al año siguiente, otro y su primer volumen de cuentos. Ese mismo año de 1980 su relato Muchacha punk obtuvo un importante premio patrocinado por la empresa Coca-Cola, que le permitió dedicarse a escribir. En 1983 aparece su primera novela: Los Pichiciegos, ambientada en la guerra de las Malvinas.

Esta obra ha sido adaptada al teatro y en 2012 inspiró dos puestas en escena, una dirigida por Mariana Mazover, y la otra, por Diego Quiroz. Algunos de sus textos integran diversas antologías publicadas en Estados Unidos, Cuba, México y España. En 2003 ganó la beca Guggenheim y, al año siguiente, el Premio Nacional de Literatura por su libro Vivir afuera. En 2004 obtuvo el Premio Konex – Diploma al Mérito en la disciplina “Novela: Quinquenio 1999 – 2003”. El 21 de agosto de 2010, Fogwill falleció como causa de un enfisema pulmonar. Fogwill dejó numerosos archivos desordenados en su departamento del barrio de Palermo, y su hija Vera, cineasta, le encomendó en 2011 a la historiadora Verónica Rossi que los clasificara.

Entre esos papeles había una carpeta con un diario donde apuntaba imágenes mentales, desde los 13 años, hasta poco antes de morir y que salió en Mondadori con el título de La gran ventana de los sueños. Dos novelas inéditas se publicaron después de la muerte de Fogwill: La introducción, un texto que mantenía Damián Tabarovsky, ex editor del sello Interzona, y Nuestro modo de vida, que data de 1980 y que estaba en manos de una amiga chilena de Fogwill.

Obra

Novelas Los Pichiciegos (1983)

La buena nueva (1990)

Una pálida historia de amor (1991)

Vivir Afuera (1998)

Cantos de marineros en las pampas (1998)

La experiencia sensible (2001)

En otro orden de cosas (2002) Urbana (2003)4 Runa (2003)

Un guion para Artkino (2009)

Nuestro modo de vida (2014)

La introducción (2016)

Cuentos

Mis muertos punk (1980)

Música japonesa (1982)

Ejércitos imaginarios (1983)

Pájaros de la cabeza (1985) Muchacha punk (1992)

Restos diurnos (1993)

Cuentos completos (2009)

Poesía

El efecto de realidad (1979)

Las horas de citas (1980)

Partes del todo (1990)

Lo dado (2001)

Canción de paz (2003)

Últimos movimientos (2004)

Poesía completa (2016)

Fuente: Wikipedia

Fragmento

Cantos de marineros en las pampas

(Rodolfo Enrique Fogwill)

El viento no es de fiar, es puro aire y puede ir para cualquier parte. Allí seguro que le pasaría como a ellos: arrancaría yendo para a cualquier parte y de a poco iría cambiando la dirección, según las horas y según vaya a saberse por cuál otra razón si hubiera alguna razón en las cosas. El marino aprovechó para volver a la cantilena de la flota y dijo que en el mar el viento cambia y arranca del norte y termina viniendo del sur en días normales. Cuando hay tormentas, da vueltas desde el este al oeste y al norte y para ver de dónde viene da a lo mismo mirar la brújula que mirar como llueve porque si está dejando de llover y refresca, seguro ya está viniendo desde el sur, y si sigue caliente el aire seguro viene de un sitio entre el norte y el este. Allí tampoco se comprendió la explicación, pero oír la palabra brújula y empezar todos a putear contra todos por no habérsele ocurrido a nadie traer una brújula fue casi lo mismo. El marino apaciguó a los recriminadores cuando dijo que nunca a nadie de la flota se le ocurrió llevar bolas –las boleadoras– ni rebenque a los barcos, y por eso a ellos le sucedió lo mismo. Eso sí se entendió, pero por el calor de la siesta o por la rabia de no tener brújula y llevar en cambio tanto rebenque al pedo, ninguno lo festejó como un chiste, y si pudo haber habido uno que lo escuchó como chiste supo aguantarse las ganas de reír. Ni hablar de las estrellas. Todos sabían reconocer las Tres Marías, el Lucero y la Cruz del Sur. Pero ahí caía la noche y al mismo tiempo que el Lucero tan verde, aparecía blanquísima y bien alta la Cruz del Sur con los brazos apuntando a los lados, el pie hacia abajo, hacia la propia pampa, y la cabecera apuntando hacia la parte del cielo donde no había ni una estrella y debía ser sur del firmamento. ¿Pero de que iría a servirles conocer ese sur, que, aunque de día se lo pudiera ver y se mantuviera todo el tiempo a la izquierda de la formación, si giraba, y tal como parecía girar, los haría hacer girar también a la par a ellos? Y si como la cordura invitaba a pensar se quedaba quieto allí en su lugar: ¿No iba a tenerlos para siempre, igual que ahora, girando alrededor de algo que, por más alto o lejano que fuera no podía impedir que giraran y no parasen de girar y girar…? No pensar, mejor. Buena señal fue que cada vez más seguido aparecieran osamentas. Y en cabezas de vacas y caballos blanqueadas por tanto tiempo al sol casi siempre se encontraba un nido de hornero recién terminado. Eso algo debía anunciar, aunque el yuyo seguía siendo el mismo, siempre igual, y ni señales de arroyos, lagunas, montes, taperas, ni cosa que se pareciese a restos de fortines Los pájaros, pobres bichos aquerenciados donde ni árbol, ni poste, ni piedra elevada hallan para anidar, se conforman con lo único que sobresale un poco de los pastos y empollan huevos y pichones al alcance de culebras, cuises y sabandijas de la tierra que ya han de haberse hecho un vicio el gustito del ave pichona y sus huevos. El pasto seguía igual, pero nunca faltaba uno a quien le daba por decir que estaban pasando por un brocalón de tierra blanda, y pretendiendo que todos vieran pasto más verde y fresco, detenía a la tropa para cavar y probar que ahí nomás había agua. Eso pasa por tanto oír historias sobre travesías con sed y de campañas donde la sed hizo más muertos que la indiada, la peste, y el salvajismo hispánico. Pero sobrando tinas de barro y toneles de pino con agua buena de Córdoba no había más razón para atrasarse leguas que darle el gusto a uno que se sintió en el deber hacer noticia”.

Poemas

Versión

De: Versiones sobre el mar. El mismo mar nos pierde: nos encuentra y nos pierde con su pulso marino. Y con su eterno nunca nos despierta del siempre breve sueño de un camino. Pero no hay mar: el mar es solo ausencia en la sílaba mar: pasa el sonido y queda el hombre frente a un mar que inventa y pierde entre los pulsos del sentido.

Pulsos del mar que intermitentes traman su recomienzo siempre suspendido. Fondo que es forma, superficie y pausas de un deseo en rompientes que reclaman perderse por partir o estar partido y aquí quedarse en un hacer sin causas. Versión.

De: Diálogos de aire. Por Once Fumar: quemar un tiempo acumulado por el trabajo humano en el tabaco. Colmar la nada que parece el aire con las formas del humo controlable. Llenar todo vacío con los sueños de otros que por ajenos son más nuestros. Tramar con las imágenes triviales de los medios, nuestras escenas reales. Placer pequeño, humano, tolerable. Social, fiscalizado, numerable. Fumar: desear que lleva hacia un deseo de volver a desear buscando el nuevo desear que nunca cese y siga ardiendo y en sed que arda insaciada arder viviendo.

Queridos lectores, espero que les haya gustado el artículo del día de hoy

Recuerdo que todos aquellos interesados en publicar material de su autoría en la Revista Literaria “Los Palabristas De Hoy Y De Siempre” Deben enviar sus escritos como adjunto en Word a la dirección electrónica siguiente: E-mail: monicaacaruso@hotmail.com

Facebook: Revista literaria “Los Palabristas De Hoy Y De Siempre”

Que tengan un excelente inicio de semana. Hasta el próximo lunes.

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