Número de edición 8481
La Matanza

González Catán: Continúa el relevamiento socio ambiental de los vecinos autoconvocados

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Con el objetivo de evidenciar los riesgos que sufren las personas ubicadas en las zonas aledañas a la Ceamse, el grupo de vecinos autoconvocados realizan esta acción para “describir las terribles condiciones de vulnerabilidad social, económica y ambiental en las que vivimos los habitantes de esta ciudad” destacaron desde esa agrupación.

Un mirada al pasado

Tras jornadas de relevamiento realizados en las zonas cercanas a la Ceamse, el grupo advirtió que “la Asamblea de Vecinos Autoconvocados Contra la Ceamse de González Catán, reconocemos a los vecinos por haber protagonizado todos juntos el Catanazo, ocurrido el 31 de noviembre de 2006 visibilizando las consecuencias del enterramiento de la basura (heredada de la dictadura militar) y la dignidad del pueblo en la calle dispuesto y comprometido a cambiar la realidad en la localidad y en todo el distrito de La Matanza”.

“Pusimos en crisis el sistema Ceamse, pensado e ideado por los militares y empresarios y sostenido por la democracia y empresarios, teniendo el poder político que reconocer que el basurero contamina deforma mortal. No solamente denunciamos… bloqueamos y nos movilizamos por las calles. También mostramos la capacidad intelectual de nuestro pueblo: elaborando la propuesta de tratamiento integral de los residuos, el reciclado económicamente viable, técnicamente factible, ecológicamente sustentable. El cual cuida la salud, el medio ambiente y genera trabajo y una relación positiva con la naturaleza”.

La producción del pueblo Autoconvocados también se materializa en la unidad de los vecinos, docentes, médicos, comerciantes, trabajadores desocupados, ocupados y de la salud; donde como resultado los foros de salud del agua y la audiencia pública en la Facultad de Derecho de la UBA denunciando ante el Tribunal Latinoamericano del agua la problemática que sufrimos por el entierro de la basura. La movilización del pueblo la articulamos también con los estudiantes y docentes de la carrera de Comunicación Social de Universidad Nacional de La Matanza con la producción de la película Desechos, la cual desarrolla imágenes de la lucha y la dignidad del pueblo de González Catán y La Matanza por todo el país.

La organización fue clave

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Luego, con respecto a estos lineamientos de trabajo destacaron que “la riqueza del pueblo movilizado se plasmó también el protagonismo de los jóvenes que a través del arte desarrollaron una gran producción cultural referida a la contaminación ambiental. Vivenciamos un salto organizativo de calidad con el funcionamiento de la asamblea donde todos participamos con igual trascendencia y debatimos y resolvemos colectivamente”.

“Entendiendo que a nuestro derechos los defendemos y los conquistamos a través de la organización en las calles, sin depositar nuestros intereses en falsos representantes, es así que defendemos la autoconvocatoria y la democracia directa. Por eso seguimos en la calle luchando por una vida digna y con la necesidad de hacer escuchar nuestros reclamos y nuestra lucha, porque creemos en este proceso consiente de autoeducación y construcción colectiva del Relevamiento Socio Ambiental para denunciar, buscar reparación y justicia hacia las personas afectadas y el medio ambiente donde nos desarrollamos como comunidad. Porque creemos en la autoconvocatoria para ser protagonistas ejerciendo la democracia directa en la construcción una vida digna los invitamos a participar todos los martes a las 18:00 en el galpón 3 de González Catán” añadieron

Un relato en primera persona

Con respecto a esta labor en el barrio, Soledad, una de las voluntarias relató su vivencia dentro de este traba. La misma señaló que “hoy estuvimos en el barrio Nicole, quiero aprovechar el medio para agradecerles haberme permitido participar del relevamiento, y si me permiten, expresar cómo me sentí, porque siempre que me toca estar en estos lugares me cuesta mucho volver, a esa burbuja en que estamos, y la verdad, es que uno se siente tan triste, tan dolida, porque es tan injusto todo, ahora pienso esos niños, pasando frío ahora mismo, sin luz, con el agua tan sucia, una mamá me contó que una vez por mes sus chicos tienen diarrea, en tres casas me contaron que los médicos les preguntan si no se pueden mudar”.

“Me imagino la angustia de no poder hacerlo y ver cómo se les van sus hijos, dos bebes recién nacidos muertos en este último mes, sin mayor explicación, la falta de pediatras, acarrear el agua por metros, el peligro de esos cables, la tensión, la inundación, el peligro de perder lo poquito que tienen, qué triste por Dios ¿por qué es tan injusto este mundo? Me siento muy mal, al abrir la canilla hoy, de vuelta a casa, me sentí una privilegiada… Qué fácil es olvidar que tantas familias no acceden a lo más básico, imprescindible, el calor de una estufa, esos chicos no sienten frío, su piel está curtida, pero sus pulmoncitos, sus bronquios lo sienten, y se enferman peligrosamente” prosiguió en su relato de esta realidad profunda que conoció tras este relevamiento.

Un realidad que duele

No obstante, la mujer agregó que “pero los vimos jugando, bajo el sol, en el campo, rodeados por la basura, que inunda su habitat, a la sombra de esas montañas, a donde va a parar toda la basura que arrojamos sin más conciencia… Ellos viven junto a montañas de basura, sus calles llenas de residuos, que se mezclan con el barrio, y que la lluvia y la inundación les llevan hacia dentro de sus hogares. En una manzana, y tres cuadras relevadas, solo dos tenían secundario, el resto no terminó la primaria, una mujer analfabeta… Pero la tristeza de encontrarte cara a cara con la pobreza, en carne viva, nos dejó ver también la cara de la dignidad, en los rostros de esos vecinos que nos abrieron las puertas de sus humildes viviendas, que nos brindaron una silla, mientras te contaban, así sin más, un pedazo de su realidad, que también es nuestra. Cuánta humildad, y sin embargo, ahí estaban, dispuestos al diálogo, enseñándonos tanto, quizás sin siquiera sospecharlo”.

“En una casa, donde me hicieron pasar a la habitación, porque “era la parte más ordenada”, una pieza de material, la mamá con su bebita en brazos dormida me contó que esas paredes las levantó con la asignación, aunque muchos le digan vaga, ella lo considera una ‘ayuda’, y me contó que un día la maestra la llamó para decirle que su nena contestaba mal, que le había faltado el respeto, ¡no lo podía creer! se animó a confiarme, con vergüenza, cuando le dije que era docente. En ese momento mis ojos se me llenaron de lágrimas, qué tonta esa emoción, por ver esa madre, educando a sus hijos para que sean buenos y educados, cuando la vida los golpea tanto, y con ella pensábamos ¿qué es la seguridad?”  remarcó en este sentido escrito.

En esta misma línea concluyó: “Me pregunto cuál es mi política entonces ¿cuál es nuestra política de qué hablamos cuando decimos política? Y es aquí cuando el dolor se vuelve bronca y la bronca se vuelve una necesidad inmensa de estar ahí junto a ellos, luchando, para ser uno, para reconocernos en ellos, en sus ojos, en sus manos, en sus pies cansados, y siento que no hay derecho para no hacer nada, que no hay derecho para ser indiferentes, porque la indiferencia se vuelve complicidad, se vuelve muerte… en fin, perdón la extensión chicos, a seguir peleando…”

 

 

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