Número de edición 8481
Cultura

José Watanabe Varas: Los Palabristas de hoy y de siempre

José Watanabe Varas

 

José Watanabe Varas. Estimados lectores:

Gracias por acompañarnos nuevamente con su lectura a través de NCO desde un sector de Los Palabristas de hoy y de siempre. Revista literaria que fundé y dirijo desde el año 2001. La reseña biográfica de la semana es sobre José Watanabe Varas (Trujillo, 17 de marzo de 1945 – Lima, 25 de abril de 2007), fue un reconocido poeta peruano. Nacido en Laredo, un pequeño pueblo al este de Trujillo. Su madre Paula Varas Soto, peruana, de origen serrano y su padre Harumi Watanabe Kawano, japonés de quien cuenta aprendió el arte del haiku.

Por: Mónica Caruso. Tapiales
monicaacaruso@hotmail.com

Watanabe tuvo una infancia muy pobre, sus padres trabajaban como campesinos en una hacienda azucarera al norte del país hasta que el destino les jugó una buena pasada: ganaron la lotería de Lima y Callao y viajaron a Trujillo, la capital de la provincia. Luego José migró hacia Lima para seguir estudios superiores, pero el recuerdo de Laredo quedaría siempre en su memoria, por lo cual muchos de sus poemas se ubican espacialmente ahí, un Laredo que hoy sólo existe, con sus cuatro calles, en el imaginario creado por el poeta. En Lima estudió los primeros años de la carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional Federico Villarreal pero la abandonó después de casi dos años. Su formación fue esencialmente autodidacta y no sólo se desarrolló como poeta sino también como guionista de cine y documentales, estuvo muy involucrado en el medio televisivo e hizo una adaptación de Antígona de Sófocles para el grupo de teatro Yuyachkani.

Trayectoria

José Watanabe y la generación del 70 Watanabe es una de las voces más propias entre los poetas peruanos del 70, una generación caracterizada por sus experimentos con el coloquialismo, su ruptura con la tradición poética peruana anterior a ellos, y su radicalismo ideológico. También fue una generación gregaria, en la cual, en su primera fase, primaron más los grupos que las individualidades. El grupo más activo y beligerante fue Hora Zero, pródigo en manifiestos, recitales y publicación de revistas mimeografiadas. En esta etapa, con Watanabe destacaron otros poetas como Abelardo Sánchez León, Enrique Verástegui, María Emilia Cornejo, Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruíz y Vladimir Herrera. En una fase posterior, que trascendió a los grupos y se volcó más al formalismo, la generación de poetas peruanos del 70 dio admirables frutos con las obras de Luis Alberto Castillo, Luis La Hoz, Juan Carlos Lázaro, Carlos López Degregori y Mario Montalbetti. Watanabe, sin ser considerado integrante de alguno de estos círculos literarios, compartió mucho de su juventud con su generación, especialmente los vinculados a la revista Estación Reunida (Tulio Mora, Oscar Málaga, Elqui Burgos, etc.). Su literatura se mantuvo independiente de todo el trajín político que afectaba a su país, lo cual se hace evidente en su poesía. En ella, las preocupaciones de la época si aparecen, pasan inadvertidas. Es más bien producto y gracias a sus vivencias e íntima forma de escribir que gana en 1970 el primer premio del concurso Joven Poeta del Perú con el poemario Álbum de familia. Su afinidad con la tradición poética japonesa. También llamado poeta sabio, Watanabe busca trascender en su poesía. De su padre, no sólo aprendió el control de las manifestaciones emocionales, que llama refrenamiento; sino también y sobre todo la forma poética del haiku, la expresión mejor lograda de la mirada oriental del mundo que, por los senderos del budismo zen y el taoísmo, busca a la naturaleza pura y real irradiando su misterio en cada observación. Es a través de este miramiento desinteresado, sereno y simplemente testimonial, que el poeta describe los fenómenos que percibe en su belleza inocente de toda prisa por vivir, de toda ideología y de toda pasión. Análogamente al refrenamiento, el haiku expresa esta voluntad de dejar que las cosas vivan y se den mientras el poeta queda inerte en la inacción, en solo la contemplación. Se convierte en solo ojos para ver y para nada más. El haiku es además la vía hacia el satori de la tradición zen o la iluminación. Esto es la fusión entre el sujeto y el universo, que lo lleva a la comprensión absoluta de la verdad, y a una gran paz silenciosa e inexplicable, que en el hinduismo es llamado samādhi. Este misticismo que no pertenece a ningún grupo social en particular sino a la humanidad toda, es lo que hace que uno se aproxime a la literatura de José Watanabe como a un clásico, que a través de sus sucintas frases nos hace unificar nuestros sentidos y vivir el aquí-ahora de sus ensoñaciones descriptivas y completas para extraer de estos momentos vacuos y delicados una enseñanza, que cada quién encuentra como un abismo.

Watanabe dentro de la poesía peruana

Pero nuestro autor no solo es heredero oriental de este laconismo contemplativo sino también cabe resaltar una tradición hispana en el uso de la palabra y en su humor criollo, que nos puede sorprender para lograr una sonrisa desprevenida con una de sus palabras que desmitifican al cuerpo del tabú y que rompen con el tono solemne, como en El baño “si yo hubiera tenido tetas / serían / como las tuyas” o como en Canción “Pichi de mujer / no es pichi de hombre”.

Sus poemas no pueden ser considerados haikus, aunque su efecto sea parecido. Sino que son más bien parábolas, breves narraciones que alegorizan situaciones humanas en las que cualquiera puede reconocerse y que trabajan muy bien el clásico tópico del carpe diem. También se ha señalado que bajo los nombres de Stéphane Mallarmé y Paul Verlaine, Watanabe se dejó influenciar la poesía simbolista francesa por la musicalidad de sus versos y la facilidad para la sugerencia, que no cae en moraleja sino en leve señalamiento implícito en el comportamiento y actitudes de sus personajes narradores.

Poemarios publicados

Álbum de familia (Lima, 1971).

El huso de la palabra (Lima, 1989).

Historia natural (Lima, 1994).

Cosas del cuerpo (Lima, 1999). Antígona (Lima, 2000, versión libre de la tragedia de Sófocles).

Habitó entre nosotros (Lima, 2002).

Lo que queda (Monte Ávila, Caracas, 2005, antología)

La piedra alada (Pre-Textos, Valencia, 2005-Peisa, Lima, 2005)

Banderas detrás de la niebla (Pre-Textos, Valencia, 2006-Peisa, Lima, 2006).

Antologías de su obra

Path Through the Canefields (Londres, 1997). El guardián del hielo (Norma, Bogotá, 2000). Selección de Piedad Bonnet

Elogio del refrenamiento (Renacimiento, Sevilla, 2003) Lo que queda (Monte Ávila, Caracas, 2005). Selección y prólogo de Micaela Chirif Poesía completa (Pretextos, España, 2008). Prólogo de Darío Jaramillo.

Cuentos para niños

Andrés Nuez perdido entre las frutas.

Andrés Nuez y los colores.

Andrés Nuez cuenta hasta diez.

Perro pintor y sus elefantes azules.

Un perro muy raro.

Don Tomás y los ratones. Don Antonio y el albatros. En coautoría con Micaela Chirif

Lavandería de fantasmas.

El pájaro pintado

Melchor el tejedor

El lápiz rojo.

Fuente: Wikipedia

Poemas

Cuestión de fe

¿Cómo sería la luz de la madrugada en que Abraham, el hombre de la cerrada fe, subió al monte Moriah llevando de la mano a su unigénito Isaac? Tiene que haber sido una luz hondamente azul como la de este amanecer: en aquel azul Abraham imaginaba la vibrante sangre de su hijo en el cuchillo. La sangre vibra más en el azul. Lo sé porque mi piel, de tan sola ahora, segrega sangre en la palma de mi mano: el primer milagro de mi día, o castigo, por haber querido subir la cuesta de la montaña con una muchacha (más hija que esposa). Ella, al primer sol, huyó asustada, me negó su joven cuerpo para el sacrificio y yo no pude demostrarle mi fe neurótica a Dios.

La boca

En la encañada había piedras como huesos de un animal prehistórico que se desbarató antes de alcanzar nuestro valle. Un gran cráneo quedó detenido en la pendiente con la boca abierta y el resto del cuerpo se dispersó hacia el río. Yo trepaba la pendiente y me detenía frente a esa boca, una oquedad donde el viento se huracanaba, y escuchaba murmullos, palabras que se formaban a medias y luego, sin decir nada, se diluían. Nunca hubo una frase clara. La boca como un oráculo piadoso trababa sus propias frases ante el niño: lo sé ahora y le agradezco la vida ciega.

Queridos lectores espero que les haya gustado este pequeño vuelo literario.

Aquellos interesados en publicar material de su autoría en Los Palabristas de hoy y de siempre, deben enviar sus escritos como adjunto en Word a la dirección electrónica siguiente: E-mail: monicaacaruso@hotmail.com

Letra Arial 12. Título de la obra, nombre apellido o seudónimo.

Facebook: Revista literaria Los Palabristas de hoy y de siempre

Que tengan un excelente inicio de semana. Hasta el próximo lunes.

 

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