Cuando se habla de “tecnología”, se nos suele adherir la sensación de lo complejo o lo sofisticado. Sin embargo, existe un sinnúmero de sencillos desarrollos tecnológicos adecuados al entorno socioeconómico. Aquí, el caso del secador solar Tepal, utilizado por fruticultores catamarqueños. Un ejemplo de tecnologías apropiadas a las necesidades concretas de la gente.
Se trata de un cajón de 1 m. de largo por 0,8 m. de ancho. La pared más alta —que siempre se orienta hacia el sur– tiene 0,45 m y la más baja0,35 m. Se construye con listones de madera comunes y se lo puede recubrir por fuera con chapa de madera. El interior se recubre con poliestireno expandido (más conocido como Telgopor) y se lo pinta de negro opaco.
Una tapa de vidrio cubre toda la superficie del cajón con una inclinación de unos 26º. La tapa constituye la superficie selectora, ya que es transparente a la luz visible (blanca), pero opaca a la luz infrarroja (radiación de onda larga). Eso es todo: básicamente un cajón, con su fondo y laterales perforados, que se coloca sobre caballetes para facilitar la circulación del aire.
Con el uso de este tipo de secadores, se pueden producir unos 50 Kg. de fruta seca de muy buena calidad, o unos 240 Kg. de uva, higos, damascos o manzanas. Lo suficiente como para permitir a las familias cubrir sus necesidades de autoconsumo, y además ensayar un método para que cada una pueda producir en una escala superior.
El sol y la economía. Tecnologías de este tipo son las que ayudan a los productores a lograr mejoras en la comercialización, ya que los compradores suelen pagar precios muy bajos por el habitual déficit de calidad de lo producido bajo las formas de producción más clásicas. Este sencillo dispositivo fue ofrecido inicialmente por la ONG Be.Pe a pequeños productores catamarqueños, como parte de un programa de asistencia técnica para su autoconstrucción y su uso apropiado.
Se espera que este sencillo secador solar mejore las perspectivas de las familias rurales, en la medida en que logre resignificar su estrategia productiva hacia la venta de productos de una calidad superior. Allí radica la cuestión, porque el secador solar marca la diferencia a partir de evitar los daños por ataque de animales e insectos, o que la fruta se apelmace con el polvo o la lluvia. En pocas palabras, la principal ventaja de estos secadores solares radica en el valor agregado por la calidad del producto final.
Tradicionalmente, los productores secaban la fruta exponiéndola directamente al sol en “canchones” sobre suelo arenoso, sobre los techos de los ranchos o bien, sobre cañizos especialmente construidos para tal fin. Y aunque todos estos métodos coexisten actualmente, la base constructiva del secador solar es sustancialmente distinta a la que las familias productoras vienen usando desde antaño. Y si bien los nuevos secadores tienen una mayor velocidad de secado, por contrapartida necesitan de mayor tiempo de seguimiento y un control periódico para cargar y descargar cada tanda de fruta procesada.
La tecnología para la construcción de los secadores está pensada a partir de los materiales disponibles en cada zona y para su construcción sólo se requiere disponer de herramientas de uso habitual en el campo: serrucho, martillo, tenaza, tijera, taladro y un metro. Una vedntaja adicional: no requiere de sucesivas compras de insumos.
El cómo de las cosas. Quienes han adoptado el secador solar son hasta ahora pequeños productores catamarqueños que poseen viñedos o pequeños montes de higueras con destino al mercado.
La tecnología propuesta no produce ningún efecto adverso en el ambiente, no genera desechos indeseables ni contaminación. Para usar este secador solar sólo es necesario seleccionar primero la fruta madura (si se quiere se la puede lavar). Luego, se la extiende sobre la bandeja-contenedor (está recubierta por un tejido media sombra negro), y se la coloca dentro del cajón. El aire seco entra por agujeros practicados en la base y pasa entre la fruta absorbiendo la humedad de la capa superficial . Y luego sale, como aire húmedo, por otros agujeros calados en los laterales.
La fruta se deja secar hasta que logre el punto adecuado (el tiempo de secado varía según la fruta), pero al menos se debe controlar entre una y tres veces por día para cuidar que la temperatura no supere los 70° C. Es que entre los meses de diciembre y marzo, en el interior del secador se alcanza temperaturas que son entre 20 y 30° C superiores a la temperatura ambiente y hace que la fruta corra riesgo de quemarse.
El secado solar de fruta es un buen ejemplo de intervención en un proceso tecnológico de producción. Insumos accesibles y herramientas de uso diario aplicados sobre la base de la participación de una ONG local. Sólo eso hace falta para facilitar la transferencia de la “idea” productiva y asistir técnicamente a los productores en la construcción del dispositivo.