

La problemática que está viviendo la cooperativa Reciclando Sueños es como la de la mayoría de los argentinos, paga más de impuestos que lo que puede generar, hubo una baja de precios en el cartón y también en reciclaje. Entonces todo esto hace que Marcelo Loto, integrante de la cooperativa, tenga que salir a difundir la situación.
Por Giuliana Salmonte Siciliano
“Somos una cooperativa de cartoneros que en los ‘90 nos quedamos sin trabajo y cuando empezó la década del 2000 donde había posibilidades de juntar de vuelta cartón y el consumo creció, empezamos a poder crear nuestro propio empleo y desde el año 2003 que estamos acá en La Matanza trabajando para limpiarla un poco y creando nuestro empleo”, contó en primer lugar el entrevistado.
Llegar a ser una cooperativa no fue tarea fácil, pero Marcelo le agradece a una institución en particular: la universidad pública. Gracias a ella, todos los cartoneros pudieron conocer lo que es la empresa cooperativa, lo que los hizo cambiar la visión de poder tener un formato de una empresa que sea eficiente, pero que reparta diferente. A lo que se refiere con esto es que no hay un dueño sino que son todos un grupo de socios que tiran para el mismo lado, pero si, tienen distintas responsabilidades
Hoy en día, la falta de apoyo gubernamental los lleva a estar en la peor situación desde su creación: tener que pensar en el cierre porque ya no pueden aguantar los gastos. “Ayer un compañero me decía mira que estamos a punto de cerrar nuestra planta que alquilamos porque no podemos pagar ni los servicios ni el alquiler”, lamentó.
Para que se entienda un poco la magnitud de la situación, primero hay que entender que Reciclando Sueños está en un mismo galpón hace 7 u 8 años y comenzó pagando 100 mil pesos más o menos el alquiler cuando recién arrancaba en el año 2007. Hoy en día, está ganando alrededor de 12 millones de pesos, cosa que termina siendo ilógico para lo que están haciendo de ganancia.
Sin embargo, el principal condicionante es la baja de la producción y a eso se refirió el delegado que expresó: “Nosotros vendemos los caños para que se estire el anillo digital y que pueda seguir construyéndose la red de fibra óptica en todo el país y ahora no hay obra pública. Lo que pasó también es que permitieron que el cartón importado ingrese y eso bajó los precios un 200 por ciento”.
No obstante, Marcelo remarcó que en los últimos tres o cuatro meses la situación empeoró porque no venden nada y solo están retirando 500 mil pesos por mes. Esto se debe a que, por ejemplo, en La Matanza, antes se realizaba un tratamiento de los residuos, pero ahora ya no se hace porque no se venden los materiales que se separan para reciclar y aparte bajó el consumo, lo que genera más competencia en la calle.
Búsqueda de nuevo espacio sin éxito
La cooperativa Reciclando Sueños atraviesa un momento crítico: deben abandonar su actual sede sin tener aún un nuevo lugar donde trasladarse. “Nos tenemos que ir a no sabemos dónde”, expresó Marcelo Loto, y explicó que esta vez no se trata de un crecimiento como en otras mudanzas anteriores, sino de una situación forzada y sin solución inmediata.
Desde hace años, el grupo viene desarrollando una tarea clave en la cadena del reciclado: no solo recolectan materiales como cartón y plástico, sino que también los procesan, los venden a la industria y fabrican productos propios.
Sin embargo, conseguir un nuevo espacio se volvió una odisea. “Hay lugares donde no te quieren alquilar por el rubro con el que trabajamos”, denunció. La cooperativa pidió ayuda al municipio, pero aún no obtuvo respuestas concretas. “Hablamos con el subsecretario de Ambiente y con algunos contactos políticos que tenemos, pero todavía no hemos tenido ninguna respuesta formal”, detalló.
“Apelamos al que pueda darnos una mano para no desaparecer”
“Pagamos dos millones de pesos de luz por mes, más alquiler y los gastos del predio”, manifestó el integrante del grupo, y advirtió que la situación se volvió insostenible y pidió ayuda a todo el que pueda colaborar por el riesgo a desaparecer.
En la actualidad, está conformada por 20 trabajadores y tiene una larga trayectoria de crecimiento y esfuerzo colectivo. “Hubo momentos con más o menos compañeros, pero seguimos apostando a sostenernos entre los que estamos hoy”, señaló Marcelo. El grupo ha conseguido maquinaria mediante créditos y autofinanciamiento.
Sin embargo, muchas de esas máquinas hoy están paradas por falta de espacio y recursos para operarlas. “Nos cuesta poder alquilar, la movilización de todo eso es un gasto muy grande”, explicó. Pese a las dificultades, el equipo continúa trabajando intensamente para mantener en pie el proyecto, aunque se sabe que el panorama se vuelve cada vez más desafiante.
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