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Diario NCO se comunicó con la bióloga y ecóloga, Irene Wais, para conocer un poco más sobre la historia de los incendios y sobre el proyecto de ley de humedales, que beneficiaría a mejorar nuestro ambiente.
Por Lorena Belén Papaianni
En algunas zonas, los incendios intencionales existieron desde la época de los pueblos originarios precolombinos, según explicó Wais, y a su vez agregó que se realizaban en lugares con poca población. Además, ellos vivían en ese espacio, lo vigilaban y no se retiraban hasta que el fuego se haya acabado por completo.
El objetivo de esta práctica era desmalezar y que las cenizas proveyeran más nutrientes al suelo, pero también los pobladores debían esperar que tanto la flora como la fauna microscópica se recompongan, ya que con los incendios se pierden todos los organismos degradadores que hay en la tierra.
En relación con los incendios intencionales que se produjeron en los últimos días, la bióloga agregó: “Prenden fuego y se van. De pronto también cambia el viento, hay un montón de gente que vive en las cercanías a la que le llega el humo de las cenizas y el problema se les va de las manos”.
Estos focos se encienden en terrenos con gran cantidad de población y, como expresó Wais, están ocupados por tierras agrícolas ganaderas o en algunos casos, deciden blanquear el lugar para hacer un emprendimiento. Con sequías extremas como la actual, el ecocidio es tremendo por la pérdida de biodiversidad.
¿Qué pasó con el proyecto de la Ley de Humedales?
Según mencionó la ecóloga, la primera presentación del proyecto en el Congreso fue en el año 2013 y luego en el 2016, donde perdió estado parlamentario.
Wais participó de forma virtual de la lectura de otro proyecto de ley consensuado entre quince que se redactaron posteriormente, que luego ingresó a la comisión de Recursos Humanos del diputado Leandro Grosso antes de la navidad de 2020.
Después el Parlamento entró en receso vacacional y debían esperar hasta la apertura de las sesiones ordinarias, que de todas maneras no avanzó porque tenía que pasar por otras comisiones, entre las cuales se encontraba la crítica por parte de agricultura y ganadería.
La especialista sostuvo que “hay realmente preocupación y además el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Poder Ejecutivo, el presidente a través del ministro Cabandié y el viceministro, Sergio Federovisky, que es biólogo, quieren que salga la ley, el problema es que se frenó en Diputados. Este 2022 parece estar avanzando. Veremos…”
Proteger no es lo mismo que conservar
Si bien muchos emplean proteger y conservar como sinónimos, desde el punto de vista ambiental no significan los mismo.
“Una cosa es conservar, como cuando se crearon los parques nacionales en la Argentina, por ejemplo el Nahuel Huapi o el Lanín.Había un montón de gente de los pueblos originarios que vivían en esas zonas, sobre todo mapuches y se les permitió quedarse”, explicó Wais.
Agregó que, al crearse el parque, la población siguió viviendo allí, con sus cabras y sus ovejas. Se les permite a las personas mantener sus actividades productivas en el lugar mientras se conserva la zona.
Pero, cuando se hace referencia a “proteger”, la bióloga manifestó que “estamos hablando de algo intangible, que no se tiene que modificar, como por ejemplo un sector exclusivo del Parque Nacional Los Alerces. El nombre de esos árboles de hasta tres mil quinientos años significa en lengua originaria “árbol abuelo” o “el abuelo de los árboles”. En esa parte solo acceden científicos para realizar alguna investigación.
¿Qué sucede hoy en día?
“La ley consensuada habla de la conservación, para realizar un inventario de humedales y poder permitir a los dueños de los terrenos con humedales hacer sus actividades productivas, por supuesto no con esta locura de quemar así a ‘la que me importa’ en época de bajantes”, explayó Wais.
Y a su vez, agregó que la cuestión va más allá de un tema semántico o de lenguaje que aparezca en la ley. Tiene que ver con el poder que pueden demostrar los empresarios, ya sea del sector agroganadero o inmobiliario, ante la quema de los terrenos. “La mayor parte lo de los grandes problemas ambientales es por desconocimiento”, detalló la ecóloga.
A eso se suma los que sucede en los distintos medios de comunicación, con lo que se decide mostrar y lo que no, con lo que las personas eligen leer.
En relación con esto, Wais hizo hincapié en que los grandes multimedios nacionales se hicieron eco de los incendios que ocurrían frente a Rosario, recién cuando el humo llegó a Buenos Aires.
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