Un joven fue condenado a prisión perpetua como autor del crimen del empleado bancario Gonzalo Etcharrán, cometido en 2009 en la localidad bonaerense de Ciudadela, delante de su esposa embarazada y su hijo de dos años.
El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 7 de San Martín consideró por unanimidad al acusado Joel Eduardo Napal (21) como autor de los delitos de “robo agravado por el empleo de arma de fuego apta para su fin, en grado de tentativa, en concurso real con homicidio agravado criminis causa”, es decir para ocultar otro delito y lograr la impunidad.
Luego de finalizada la audiencia en la sala colmada de familiares y amigos de la víctima, la viuda de Etcharrán, Vanesa Díaz, manifestó a los medios periodísticos que estaba “muy conforme con el fallo”, y que esperaba que el condenado, al que calificó como “una lacra humana”, “se pudra”.
“Mató a mi marido porque sí”, expresó la viuda en la puerta del edificio judicial situado en Lincoln 3892 de San Martín y agregó: “Que este asesino quede adentro, que no esté suelto, que no pueda destruir a más familias como nos destruyó a nosotros”.
“Yo hace dos años que estoy criando sola a dos criaturas de dos y cuatro años, que estoy explicándoles que el papá está en el cielo porque un hijo de puta lo mató, no me arrepiento de mis palabras, me lo guardé dos años y hoy estoy muy conforme con el fallo y que se pudra, que se pudra”, enfatizó entre lágrimas.
El homicidio de Etcharrán (30) ocurrió en la noche del 16 de octubre de 2009, en Ramón Falcón y Boquerón, de Ciudadela Sur, cuando éste regresaba a su casa junto a su esposa embarazada y su pequeño hijo de dos años, tras cenar en lo de sus suegros.
Los miembros del tribunal, Gustavo Varvello, Eduardo Fratto y Germán Saint Martin, consideraron en su fallo que está probado que varios jóvenes de entre 16 y 19 años abordaron al matrimonio con fines de robo, les apuntaron con un arma de fuego y le gritaron a Etcharrán “alto, hijo de puta”.
Para los jueces, Napal disparó contra el Peugeot 206, hirió mortalmente en el cráneo a Etcharrán, y escapó junto a sus cómplices sin concretar el robo.
Luego, Vanesa Díaz bajó del auto junto a su hijo y corrió hasta la casa de su padre, Rubén Díaz, quien luego de saber lo que había ocurrido trasladó a su yerno al hospital Carrillo, aunque sus heridas eran muy graves y murió.
Mientras la víctima era llevada al hospital, la policía demoró a cuatro sospechosos, pero finalmente sólo quedó detenido Napal, en cuya casa los investigadores secuestraron al día siguiente un revólver .32, que el acusado había borrado el número de serie y martillado contra un yunque con la intención de destruirlo.
Siempre de acuerdo al fallo, los jueces consideraron un “fuerte indicio” los peritajes balísticos de la Policía Científica y de la Gendarmería Nacional, que confirmaron que el proyectil extraído del cráneo de la víctima fue disparado con esa arma.
Además, el tribunal consideró importante lo relatado por un testigo del hecho, quien identificó al acusado en la comisaría de Ciudadela dos horas después del homicidio.
A la hora de evaluar la situación del imputado, los magistrados consideraron como agravantes “la nocturnidad como índice de mayor impunidad dada por las sombras de la noche” y el hecho de que Etcharrán era “joven, con razonable expectativa de vida, cabeza, sostenedor y contenedor de la familia”.
En tanto, con respecto a los cómplices de Napal, la viuda de la víctima manifestó que su familia intentará “dar vuelta la página” y no seguirá tras los otros partícipes del hecho.
“Para nosotros personalmente es una etapa concluida, si la Justicia lo quiere investigar, que debería, es un tema de la Justicia, nosotros hasta acá llegamos, fue mucho sufrimiento, el que lo mató está preso”, dijo.