Número de edición 8481
Espectáculos

Mario Alarcón disfruta de la actualidad de “Mateo” que vuelve al Cervantes

Reestreno

El actor Mario Alarcón protagoniza en el Teatro Nacional Cervantes la segunda temporada de “Mateo”, un clásico de Armando Discépolo que tuvo su estreno en 1923, aseveró que “en esta historia se refleja la marginación, que es la otra cara de la moneda del progreso”.

“Esta es la historia de un hombre al que el avance de la tecnología y el progreso lo dejan sin trabajo, que queda afuera del sistema por su edad y por no poder adaptarse a los cambios”, describió Alarcón en diálogo con Télam.

Este grotesco criollo, dirigido por Guillermo Cacace, se sumerge en la historia de don Miguel (Roberto Carnaghi), un inmigrante italiano atrapado entre sus valores, su oficio -conductor de transporte de pasajeros de tracción a sangre- y el progreso, que lo enfrentan a una sociedad en pleno cambio, a su mujer (Rita Cortese) y a sus hijos.

Pero ante las exigencias económicas y la desesperación de cubrir las necesidades de su familia acepta realizar un trabajo “sucio” que le propone su coterráneo Severino (Alarcón), un prestamista y dueño de una funeraria.

“Severino es un hombre simple, práctico y no tiene ningún tipo de planteo moral, su `leit motiv` es el dinero. Es la antítesis del protagonista”, afirmó el talentoso actor en relación a su personaje.

“Uno a cierta edad está muy estructurado y es muy difícil adaptarse a los cambios, pero Severino no tiene problema con el advenimiento del mundo moderno”, agregó el actor que protagonizó junto a Roberto Carnaghi, Norman Briski y Hugo Arana la ficción “Los Sónicos” por la pantalla de Canal 9, que espera una segunda parte para mitad de año.

Los actores Horacio Acosta, Max Berliner, Paloma Contreras, David Masajnik, Iván Moschner y Agustín Rittano completan el elenco de esta pieza que sube a escena de jueves a sábados a las 21 y los domingos a las 20.30 en la sala María Guerrero del complejo ubicado en Libertad 815, Capital.

Alarcón, que protagonizó el filme “Lo siniestro” y que participó en títulos como “El agua del fin del mundo”, “La mala verdad” y la ganadora al Oscar “El secreto de sus ojos”, formó parte del elenco de la cinta “No somos animales”, que dirigió Alejandro Agresti y que con protagónico del estadounidense John Cusack tiene previsto su estreno para este año.

“Mi personaje, Gonzalito, es un taxista canchero, es el típico atorrante porteño”, explicó el actor, quien realizó un extenso monólogo en una escena que comparte con Cusack, guionista del filme junto a Agresti.

-¿”Mateo” es una obra que sigue vigente? -Creo que sí, evidentemente la tecnología prescinde de muchos puestos laborales hoy en día y el progreso avanza mucho más rápido hoy que hace 50 años.

Es una obra con mucho contenido social, una crítica de Discépolo a la sociedad de esa época y las cosas no cambiaron en ese sentido. Sus obras hacen que sea un autor que aunque pase el tiempo siga vigente.

Al estar estructurado, uno siente temor a lo nuevo. Hay una edad en la que es muy difícil desarmarse y adaptarse a un cambio.

Uno se aferra a lo seguro y al terreno que conoce.

-¿Hay una crítica a la sociedad? -Discépolo era un filósofo y tenía una visión crítica de esa sociedad que se puede trasladar a la actualidad.

Cuando el objetivo primordial del ser humano es acumular dinero, valores como la solidaridad o el compañerismo se van desdibujando y la sociedad fracasa cuando se pierden los valores.

Las teorías económicas vigentes incitan al individualismo feroz. Si bien la obra refleja que ya pasaba en esa época, hoy está más acentuado, es más descarnado aún.

-Refleja una mirada cruda…
-La obra de Discépolo es descarnada, pinta la realidad, te puede gustar o no. El avance tecnológico y el poder del dinero son tan fuertes que uno individualmente se siente impotente y manejado como un títere.

Discépolo no era muy esperanzador pero era un gran idealista y si uno tiene ideales hay que seguirlos a muerte, en los valores básicos como la amistad, la solidaridad y el compañerismo en lo cotidiano.

-¿Cómo fue la experiencia en “Los Sónicos”? -Lo que me sedujo fue la historia de esos tipos rockeros que quieren seguir siéndolo ya siendo grandes. Eso lo asocio con el ideal.

En estos personajes también estaba esa cuestión de adaptarse al mundo actual y a lo moderno.

-Fue una propuesta distinta teniendo en cuenta que hoy en la televisión se cuentan en su mayoría historias de gente joven…
-Son las reglas. La televisión es consumo básico, es como un supermercado. Está la carita de moda y no se cuestiona si hay talento. Yo soy de los que piensan que si uno es un buen profesional difícilmente le falte trabajo.

Además, en la televisión, se olvidan de la gente más grande que también quiere identificarse con los personajes, entonces ver que se podía contar una historia que tenía como protagonistas a cuatro hombres grandes fue una virtud de Gastón Portal (productor y mentor del ciclo) y fue lo que nos entusiasmo a todos.

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