
Cien años de soledad; Publicada por primera vez en 1967 en Buenos Aires por Editorial Sudamericana, la novela es considerada una obra maestra de la literatura universal y cumbre del realismo mágico, con más de 50 millones de ejemplares vendidos hasta la fecha y traducida a más de 30 idiomas. “Es un libro que nos sigue enseñando cosas, revelando y redescubriendo los grandes problemas del hombre”, sostiene Díaz-Granados.
Cien años de soledad; Díaz-Granados (Bogotá, 1974) es director de la Biblioteca de Los Fundadores del Gimnasio Moderno y de su Agenda Cultural, en Bogotá. Publicó “Las voces del fuego”, “La casa del viento”, “Hospedaje de paso”, “Las prisas del instante”, “La poesía como talismán” y “El oficio de recordar”, entre otros libros. Fue subdirector de la revista de poesía Golpe de Dados dirigida por el poeta Mario Rivero entre los años 1999 y 2009.
Además, fue elegido por cerca de 200 investigadores de más de cien universidades como uno de los poetas más relevantes de las nuevas generaciones en América Latina, resultado que le valió ser incluido en la antología “El canon abierto” (Últimos poetas en español, Visor Libros, 2015). En diálogo con Télam, el poeta habló de la importancia de “Cien años de soledad” y de su profunda relación con García Márquez.
– Télam: ¿Cómo fue tu relación con Gabo?
– Mi relación con Gabo fue muy cercana, familiar. Mi abuela era prima hermana de él y la familia siempre ha sido muy unida. Todos los primos se criaron como hermanos. Gabo la llamaba “La memoria de la estirpe” y siempre consultaba con ella detalles de muchos asuntos familiares que posteriormente aparecerían en sus libros. Tuve la oportunidad de compartir con él en diferentes momentos de mi vida desde que era un niño hasta poco antes de morir. Cuando era muy niño me impresionaba que me tratara como si fuera un adulto dándome la misma importancia que a todos los demás que estaban en la reunión. Sin embargo los momentos de mayor intimidad fueron los que pude compartir en su casa de Pedregal de San Ángel en Ciudad de México. En aquella casa (Fuego 144) siempre hubo una exaltación de la generosidad y el afecto.
– T: ¿Qué impresión te generó esta novela la primera vez que la leíste?
– FDG: Fueron muchas las emociones que generó en mí la primera lectura de “Cien años de soledad” y las nuevas sensaciones que me genera cada relectura. Lo primero es el asombro por ese festín del lenguaje, por esos ámbitos poéticos que hacen verosímil cualquier fantasía o ficción. Luego, la estructura bíblica del libro, como si se tratara de la construcción de nuestro gran mito americano, de nuestra verdadera búsqueda del origen. Es un maravilloso homenaje a la poesía desde la horizontalidad del lenguaje narrativo.
– T: ¿Cuáles son los elementos fundamentales que la hicieron una obra universal?
– FDG: Sin duda, que habla de todos desde su propia aldea. Es nuestro mito fundacional, un nuevo “Canto general” de nuestra raza americana. Nos revela, en clave de poesía, los horrores y la belleza del mundo. Traza la genealogía de todos y nos revela que la soledad no es una metáfora sino una manera de hacer parte de esta civilización.
– T: ¿Qué lugar ocupa en la literatura a 50 años de su aparición?
– FDG: Es un clásico, un libro que nos sigue enseñando cosas, revelando y redescubriendo los grandes problemas del hombre. Cada día que pasa se hace una novela más luminosa que sigue deslumbrando como aquella mañana del 30 mayo de 1967 cuando los desprevenidos transeúntes de Buenos Aires la vieron en los quioscos y librerías. Le dio un rostro a América latina en el orden mundial.
– T: ¿Cuál es el aporte más importante de su obra a las nuevas generaciones?
– FDG: Además de revelar esos signos y claves para entendernos como latinoamericanos, llenó de prestigio, de nuevos sentidos y grandes significados a la lengua. Nuestro idioma de la inmensa patria cervantina se habitó de una nueva belleza y de una nueva fuerza con la aparición de esta novela. La nuevas generaciones han sabido que las pasiones humanas son desbordantes y que los recursos que nos provee la literatura son los más válidos para entendernos y comprender nuestro irremediable y e irreversible destino de la soledad.
– T: ¿Dónde localizás su influencia en la literatura latinoamericana?
– FDG: Podemos hablar de dos vías. Por un lado de las influencias que recibió García Márquez y que sin duda hay que buscar en los padres Modernistas, en Rubén Darío especialmente. Igualmente en el torrente americano de Pablo Neruda y las atmósferas de Alejo Carpentier y Juan Rulfo, además de William Faulkner. Y por otro lado lo que ha dejado e influenciado en el continente. Creo que quienes lo han imitado de forma epigonal y mimética se han equivocado. En cambio otros han recibido el poder rotundo de su lenguaje y lo han asimilado para ponerlo al servicio de sus voces y no al revés.