Número de edición 8481
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Enfoque: De la seguridad y goles en contra. Por: Hugo Lopez Carribero

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El gobierno de la Provincia de Buenos Aires debe hacer un esfuerzo titánico para destilar a su propia fuerza seguridad. En efecto, no es casual ni circunstancial la sostenida y motivada sospecha sobre la cual hay un sector residual de la Policía Bonaerense que no tenía interés en la aparición de los tres evadidos carcelarios.

Por: Hugo Lopez Carribero

Abogado Penalista

Las formas y maneras de desviar una investigación judicial son infinitas. Algunas mañas son burdas, groseras, torpes y hasta rústicas y pueden ser advertidas fácilmente por cualquier estudiante de abogacía.

En otras causas judiciales, la astucia malvada de los investigadores aparece de una manera más solapada, oculta, disimulada y reservada. En este punto hablamos de astucia, y no de inteligencia.

Las desviaciones investigativas en materia criminal son propias de los funcionarios judiciales que obran de mala fe. Por supuesto que los motivos y las razones que generan semejante escenario son múltiples. Las causas pueden ser dinerarias, pedidos del poder político, presiones de los otros poderes, pago de facturas en cuestiones de favores recibidos, y en muy pocas ocasiones por razones de amistad.

En este marco es posible que, en un homicidio ocurrido en las inmediaciones de un estadio de fútbol, y al término de un partido, el investigador judicial o policial procure buscar y encontrar testigos presenciales del hecho en personas que claramente no se encontraban ni siquiera cerca del lugar del delito. La búsqueda de testigos puede demandar varios meses de trabajo estéril.

Desde ya que la determinación entre elementos de prueba útiles e inútiles queda constituida, la mayoría de las veces, en medio de una línea gris y muy delgada. Sin embargo la distracción de la investigación suele ser el mejor camino hacia la prescripción de la acción penal, que en caso todos los casos va de la mano con la impunidad del autor del delito, es decir del delincuente.

En estos casos ya no se trata de la consuetudinaria demora y morosidad judicial, sino de un temperamento propio de corrupción investigativa.

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