Por Carlos Matías Sánchez
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Tras los festejos del Bicentenario, alguna intelectual supuestamente progresista se quejó por la ausencia del “Padre del Aula” en la selección de frases, imágenes y hechos históricos que sí incluyeron a Juan Manuel de Rosas, Facundo Quiroga y el Che Guevara.
Cuál es lado menos admirable de este prócer, que, no obstante recordado por su insuperable obra educativa, dejó más de una perlita cuanto menos “polémica” para un prócer.
Autor de la dicotomía “Civilización o barbarie” sobre la cual los liberales introdujeron a la Argentina a la “modernidad”, Domingo Faustino Sarmiento es, sin dudas, uno de los íconos de la historiografía mitrista (a pesar de sus rencillas internas con don Bartolomé) y, no casualmente, de los supuestos defensores del republicanismo y las instituciones.
Sarmiento no alcanzó dicho status por casualidad o por pura mitología. Nadie puede soslayar su enorme gestión educativa en la que se sentaron las bases, nada menos, de la educación pública, en el contexto de la construcción de nuestro Estado Nacional.
Para Sarmiento y compañía la educación estatal era una herramienta fundamental para la formación de ciudadanos responsables y para la integración de los numerosos inmigrantes que, convocados al país agro-exportador desde el mismísimo preámbulo constitucional, llegaban al país a trabajar y a nutrir la sociedad Argentina en transformación.
Sin embargo, la figura de Sarmiento, como muchas otras, no puede reducirse a la del “Padre del Aula” que cantamos en primaria. Contradictorio, polémico (dirían los periodistas “independientes” contemporáneos), en muchos puntos admirable, en otros criticable, Sarmiento es uno de los personajes más interesantes para analizar en nuestra historia.
Nacido en San Juan, fue, sin embargo, una de las figuras políticas e intelectuales menos identificadas con los intereses de los pueblos del Interior. Más bien, Sarmiento miró hacia la Europa ilustrada, siendo parte de aquella Generación del ’37 (junto a Juan Bautista Alberdi y Esteban Echeverría)que generó uno de los primeros (o el primer) proyecto de país.
Antirrosista, formó parte del ejército unitario y se exilió en Chile, desde donde propuso a las autoridades locales la ocupación de la Patagonia, ya que el mal que aquejaba a la Argentina, se decía, era su extensión. Quedaba claro, así, que su oposición al régimen del “tirano” no tenía límites.
Esa misma oposición lo llevó a escribir una obra fundacional en la literatura política nacional, el “Facundo. Civilización o Barbarie”, en el que sentaba su premisa acerca de cuál debería ser el camino a recorrer por una nación Argentina en proceso de construcción.
Facundo no era otro que Quiroga, caudillo popular del noroeste y emblema del salvajismo y la incultura de la campaña; su heredero era Juan Manuel de Rosas, a quien Sarmiento ayudaría a derrocar tomando parte del Ejército Grande en 1852. En Caseros, aquella coalición de litoraleños, el imperio brasilero y los antirrosistas exiliados (entre ellos Sarmiento) derrocó a ese caudillo que
era un obstáculo a la organización nacional que para sus enemigos urgía a la nación.
En ese proceso, aconsejaría a Mitre: “No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos.”
Haría honor a ese pensamiento cuando dirigió la represión al caudillo riojano Chacho Peñaloza, a quien, en nombre de la civilización, hizo decapitar y exponer su cabeza en la plaza de Olta como señal ejemplificadora. Poco antes había advertido: “Sandes ha marchado a San Luis. Está saltando por llegar a La Rioja y darle una buena tunda al Chacho. ¿Qué regla seguir en esta emergencia? Si va, déjelo ir. Si mata gente, cállese la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor.”
No sólo los gauchos eran un obstáculo a la organización nacional: “¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”
Fue concejal, senador, convencional constituyente, gobernador de su provincia natal, ministro plenipotenciario en Estados Unidos, hasta llegar a ser presidente de la nación en 1868. Como primer mandatario terminó la guerra del Paraguay, en la que fue aniquilada la única experiencia de desarrollo independiente e igualitario en Latinoamérica, en función de los intereses ingleses, con el pretexto de quitar del medio a otro “tirano” incivilizado, en este caso el mariscal Francisco Solano López.
Como dirigente nacional fue que llevó adelante toda su obra educativa, con Nicolás Avellaneda al mando del ministerio de educación: escuelas, bibliotecas públicas, maestros “importados”…En definitiva, construyó y organizó el sistema nacional de educación pública.
Llama la atención, en relación a esto, su posición sobre la universidad pública: “Si algo habría de hacer por el interés público sería tratar de contener el desarrollo de las universidades. En las ciudades argentinas se han acumulado jóvenes que salen de las universidades y se han visto en todas las perturbaciones electorales (…) La educación universitaria no interesa a la nación ni interesa a la comunidad del país…Generalmente en todo el mundo las universidades son realmente libres. Nada tiene que ver ni el estado ni nadie con las universidades.”
No se trata, al menos en este caso, de derribar estatuas ni de convertir al héroe en villano.
Simplemente, aportar datos para un análisis y valoración más crítica de personajes a los que se suele hacer culto sin demasiada (o con mucha) conciencia. “Sacudirnos algunos próceres”, diría José María Rosa.
PIBE , CON TODO RESPETO , PERO CON TOTAL FRANQUEZA : ¡¡¡¡¡¡ QUE PELOTUDO QUE SOS !!!!