Número de edición 8481
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El músico y compositor Ulises Conti publica su primer libro

“En Auckland ya es mañana”
Paulo Pécora
El prolífico músico y compositor Ulises Conti, autor de varios discos, además de bandas musicales para películas y obras teatrales, publicó su primer libro “En Auckland ya es mañana”, una suerte de diario personal en el que ofrece anécdotas, reflexiones y curiosas historias surgidas en distintos viajes alrededor del mundo.
“El libro para mí fue una sorpresa, ya que en ningún momento pensé en que estos textos iban a ser publicados ni siquiera cuatro meses antes del lanzamiento. Yo no escribí pensando en un libro, escribí los textos porque tenía que escribirlos”, afirmó el artista en una entrevista con Télam.

“Si para Stevenson, la curiosidad turística era el arte del desencanto, Conti hace del nomadismo profesional del músico una forma de reencantar el mundo. (…) Si las identidades sucesivas del viajero pueden ser descartables, en él subsisten, tenaces, indelebles, los tatuajes de la experiencia temprana”, escribió el escritor y cineasta Edgardo Cozarinsky, habitual colaborador del músico.

Autor de discos como “El amor es un francotirador” (2008), “Los paseantes” (2007), “Pacífico” (2005) e “Iluminaciones” (2003), Conti desarrolla una intensa actividad musical en un contexto interdisciplinario: bandas de sonido para filmes, teatro, danza e instalaciones de audio, con una atípica proyección internacional dentro de los compositores argentinos de su generación.

– ¿Cuál es el punto de partida para este libro?

– El punto de partida es el rigor y la necesidad de escribir algo todos los días de tu vida. Después te olvidás del mecanismo, porque pasan tres años y ya escribiste más de mil apuntes, entonces el impulso aquel que te llevó hasta ahí se desvanece y se funde en tu propia realidad, pero hay un sistema interno, una maquinita, una organización fascista que los organiza y los discrimina violentamente en diferentes modos y categorías: los buenos, los malos, los lindos, los feos, los poemas, los antipoemas, los cortos, los largos, los sucios, los limpios y así… después la suerte y el destino hicieron que Francisco Garamona, responsable de la editorial Mansalva, se interese por ellos y recién ahí apareció la idea de hacer un libro con el material que mejor me representa.

– ¿Estás preparando otro libro? ¿Seguiría la misma línea o tendría otro formato?

– Desde hace algunos meses estoy escribiendo una nouvelle sobre las aventuras de una pandilla de adolescentes que abandonan la escuela y se dedican a jugar un torneo de basket y a meterse en problemas con desconocidos, a envenenar a sus adversarios, a robarse las mujercitas mas aristocráticas de la ciudad para convertirlas en porristas del equipo, chicos salvajes de los suburbios que en verano usan las piscinas de los vecinos cuando estos se van de vacaciones y por las noches leen ciencia ficción adentro de autos en estacionamientos de restaurantes de comida rápida.

– ¿Crees ser heredero de alguna tradición de relato de viaje? ¿Hay algún autor que te haya inspirado a la hora de escribir o la tuya es simplemente una escritura intuitiva y espontánea?

– Creo en la literatura y creo en la música más que en cualquier otra cosa de este mundo. Hablan del hombre mucho mejor que todo lo que se supone que habla bien del hombre, y aunque no me siento heredero de ninguna tradición artística, y aunque tampoco creo que lo que haga sea exactamente literatura, prefiero pensarme como un germen literario, alguien que interfiere entre el lector y el escritor. Por otro lado me gusta mucho más el ejercicio de pensar en los escritores que aun no existen que en los que existen. Si ahora tuviera que elegir en tres segundos tres escritores elegiría a John Cheever, Walter Benjamin y a J. D Salinger.

– ¿Por qué elegiste el formato de relato breve, la pequeña viñeta, la polaroid de pequeños instantes privilegiados de tus viajes? ¿Pensaste alguna vez en escribir un cuento largo o una pequeña novela?

– Hace algún tiempo fantaseaba con la idea de publicar un libro de artista, algo así como mi cuaderno Rivadavia con todos mis apuntes, notas, poemas y garabatos, o la carpeta sin nombre que hay en el escritorio de mi computadora con todos mis textos y mi colección de fotos, una escritura doméstica, imperfecta, visceral, lo opuesto al pretencioso novelón de tres mil paginas fríamente calculado. Siempre me gustó la urgencia de los fanzines, cierta cosa catártica del blog, de la servilleta escrita, del error, las faltas de ortografía, amo las faltas de ortografía, el documento sin edición, sin photoshop, la literatura sin make up.

– Con respecto a los temas que recorren tus relatos, hay anécdotas, gustos personales, atmósferas, recuerdos disparados por alguna imagen del lugar donde estás, pero también hay datos científicos acerca del sonido y la música… ¿Cuál es para vos la temática que atraviesa y enhebra a todos los textos?

– A veces me gusta pensar el libro como un autorretrato, pero también me gusta pensar que son poemas sobre el sonido, un paisaje sonoro alrededor del mundo. La acústica, la ciencia del sonido, es tal vez lo que mas me interesa en este momento, y es hacia donde creo se dirige mi trabajo, pero a su vez, creo que el libro es simple, para nada pretencioso.

– ¿Hasta qué punto está presente la sensación del jet lag o el sentimiento de vacío existencial (me refiero, por ejemplo, a textos como “La nuca de un cuerpo dormido” o también a “Así”, donde hablas de “estar sin estar”)?

– Creo que definitivamente el ser humano está perdiendo por goleada el partido más importante de su propia historia, cometiendo todos los errores posibles, apretando el botón rojo que disparó la bomba atómica, tomando las decisiones más letales, matando gente, masacrando a pueblos enteros, torturando personas alrededor del mundo con sistemas políticos demenciales… de ahí viene mi vacío existencial… de la conciencia en el enorme mal que nos hemos causado a nosotros mismos, de la inconmensurable miseria en la que estamos sumergidos, del destino absurdo que le toca a cada uno, de diez adolescentes que mueren en un accidente en Plaza Miserere porque una empresa de transportes subsidiada y corrupta no cumple con su deber.
– ¿En qué medida te sentís otro -una persona diferente- cuando emprendés un viaje o llegás a otra ciudad?

– Es verdad que puede haber un yo que viaja por el mundo y un otro yo que toca el piano y escribe en su casa mirando una planta. Son experiencias muy diferentes, el problema es cuando sos de un hemisferio y preferís ser el del otro.

– ¿Existe una métrica musical en tus textos? ¿Y en la estructura general del libro?

– Existe una métrica musical en todo, pero la mayoría de la gente está demasiado ocupada para sentarse a pensar en semejantes cosas. Un compositor canadiense llamado Murray Schafer describió al mundo como una gran obra sonora y yo creo que no hay nadie, absolutamente nadie con más de dos dedos de frente que pueda opinar lo contrario.

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