Número de edición 8481
La Matanza

ANUARIO 2011: LAS MISERIAS CARCELARIAS

Judiciales

Por Hugo López Carribero
Abogado penalista

Durante todos nuestros años en el noble ejercicio de la profesión de
abogado penalista, he recorrido la totalidad de las cárceles de Capital Federal, así como también las de la Provincia de Buenos Aires.

Entre las primeras cuento con la más legendaria: la Unidad 2 del Servicio Penitenciario Federal, de Villa Devoto, anclada en la intersección de las calles Bermúdez y Nogoyá, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Pero también recuerdo el funcionamiento de la Unidad 1, de Caseros, la que desde hace ya varios años ha dejado de alojar detenidos, y se ha sido demolida, como constancia de la inoperancia funcional, en especial de la política criminal y carcelaria.

Por su parte en la Provincia de Buenos Aires, las más emblemáticas las constituyen la de Lisandro Olmos, ubicada en las afueras de la ciudad de La Plata; la de Sierra Chica, ubicada en el Partido de Olavarría, en el centro de la Provincia; la de Mercedes, una de las más viejas; las ubicadas en la localidad de Florencio Varela, actualmente son tres; la de Melchor Romero, de máxima seguridad; la de Campana; la de Batán, en Mar del Plata, conocida por la frecuencia de muertes internas, dentro de un marco de violencia salvaje; la Unidad 9 de La Plata; la de Magdalena, famosa por sus onsuetudinarios motives; y la de Bahía Blanca. Hay otras, pero estas son las más importantes, y las que despiertan el mayor interés
para este comentario.

Lugares todos estos, donde los presos se encuentran más cerca de la muerte que de recibir un tratamiento penitenciario para lograr su
resocialización. Y en el mejor de los casos, en contagiase muy fácilmente cualquier grave enfermedad, que en la mayoría de los casos también los conduce a la muerte segura.

He observado que los gobernantes, a lo largo de los años, no han invertido sumas de presupuesto significantes en el más mínimo mejoramiento de las unidades carcelarias. Tal vez sea por que hasta hace poco tiempo los
presos no votaban.

Este ensayo, que se prolongará en el tiempo que la dirección de NCO
considere, esta destinado a mostrar la realidad de las vivencias
carcelarias a través del ejercicio profesional.

No pretendo dar un pronóstico de su evolución, ni tampoco garantías de soluciones, sino simplemente hacer saber al lector cómo se vive, o se sobrevive, en las cárceles argentinas, en especial las antes mencionadas, así como también en los calabozos de las comisarías en el gran Buenos Aires.

Se desarrollará una especie de radiografía carcelaria, sin perjuicios, ni inclinaciones políticas que impidan la pureza de lo escrito, y la sana y honesta intención de lo narrado.

Cualquier semejanza, con la realidad, no es pura coincidencia, sino por el contrario la más cruda y cruel realidad de lo duro y violento que es vivir encarcelado, y en las condiciones que el Estado nacional y el provincial brindan en los lugares de detención, por todos conocidos, pero conocidos únicamente por fuera.

La problemática de las visitas de los familiares. La expectativa constante y uniforme de la fuga. El consumo de estupefacientes, dentro de las celdas carcelarias y de los calabozos de las comisarías. Las extorsiones que sufren muchos presos, así como también sus familiares. Las bajas y miserables escalas de valores que se manejan dentro de un penal. El fenómeno de la masificación, y la pérdida de identidad. Las nuevas costumbres a las que los internos se apegan a los pocos días del encierro.

La convivencia con personas nuevas, impuesta por la fuerza y las
circunstancias. El hambre. Las enfermedades y la muerte.

Por imperio de la ley, los detenidos deben permanecer, necesariamente, en unidades carcelarias.

Sin embargo, sabido es que, las cárceles, en especial las de la Provincia de Buenos Aires, se encuentran desbordadas desde hace ya muchos años, y las comisarías del conurbano bonaerense se han convertido, cada una de ellas, en pequeñas cárceles, capaz de alojar más de 100 detenidos, donde razonablemente hay lugar para 25.
Por supuesto que los calabozos policiales, han sido construidos y
confeccionados sobre la idea de una detención breve y pasajera, de uno o dos días, tiempo en el cual el juez debería disponer la libertad del sujeto ó el inmediato traslado a la correspondiente unidad penitenciaria.

Además del hacinamiento de presos, la diferencia entre cárcel y comisaría,como lugar de detención, es entendida en muchos aspectos.

Se entiende así
que las unidades carcelarias cuentan con patios a cielo abierto, donde los presos pueden recrearse, hacer ejercicio o recibir la visita de sus familiares. Allí las celdas cuentan con iluminación natural y aireación adecuada. Se entiende además, aunque muchas veces esto no es exacto, que las mismas celdas tiene el mínimo mobiliario para una vida decente, como cama, mesa y silla.

Muy diferente es la situación en los calabozos de las comisarías
bonaerenses. Allí no hay luz natural, ni ventilación. En épocas de verano
las temperaturas alcanzan muy fácilmente a los 50 grados. No hay
mobiliario alguno, por lo que el preso debe comer y permanecer las 24
horas en el colchón tirado en el suelo.

Son lugares húmedos, llenos de insectos y enfermedades. Las cucarachas abundan, así como también las enfermedades de la piel, como los hongos y la sarna. Los piojos son moneda corriente, están siempre.

El permanente hacinamiento que en los calabozos de las comisarías genera, necesariamente, un índice de conflicto mucho mayor y una virulencia en las disputas de la convivencia, que no resultan fácilmente creíbles fuera de la detención, y en especial para las personas que jamás han pasado por una experiencia tal, o afortunadamente nunca han tenido un familiar preso.

Una problemática muy seria, en las comisarías bonaerenses la constituye la necesidad de los detenidos de entrevistarse con sus abogados defensores, y de estos últimos en entrevistarse con aquellos, para necesariamente conocer su estado de salud, y diagramar el correspondiente esquema de defensa.

Así, en las comisarías no existe un lugar apropiado para esta entrevista que por su propia naturaleza debe ser privada y ajena a los oídos de los otros detenidos y del propio personal policial.

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