Número de edición 8481
La Matanza

“Como padre tengo odio y necesito venganza, no paz y amor”

Roberto Lucena.


Transitaba la mañana en la Plaza San Martín cuando de repente llegó un matrimonio. Despacio y de manera prolija empezaron a acomodar diferentes carteles con fotos que tenían como denominador común la palabra “justicia”. Esta pareja se tarta de Roberto y Lidia Lucena, padres de Diego, el joven que fue asesinado hace más de 7 años y medio en un episodio nocturno que involucró policías.

Nicolás Spalek
nspalek@hotmail.com

El matrimonio pasó la mañana repartiendo volantes con las caras de cada una de las víctimas que estaban en los carteles que adornaban el enrejado del monumento en la plaza, así como a explicar el caso de su hijo.

“Todavía nosotros estamos en la calle queriendo que se haga algo, que estos asesinos vayan a la cárcel” le explica a NCO Lidia, que puntualiza que hay 11 detenidos por lo que pasó la noche del 20 de junio de 2004.

En los últimos días, el matrimonio Lucena sufrió un retroceso muy grande en la causa donde se investiga el asesinato del joven de 22 años oriundo de Isidro Casanova. “Hace una semana nos avisan que el doctor Palacios no está más en Derechos Humanos de La Plata. Nos atrasó casi un año y medio la causa cuando debería salir el juicio” explica Roberto. “Había vuelto a creer pero me desilusionaron de nuevo” se lamenta Lidia. Ahora deberán buscar otro abogado que se ponga al día con la causa. “Quieren que nos deterioremos” acusan los Lucena.

Roberto considera que “desde el momento que asesinaron a Diego, estamos indefensos jurídicamente. El estado no les pone abogado a las víctimas. El último recurso que nos quedó fue acercarnos a los Derechos Humanos en la La Plata, donde tomaron la causa”.

Así y todo, ambos consideran que “hay suficientes pruebas para demostrar la complicidad policial y el crimen que cometieron con mi hijo”.

Las personas se siguen acercando para preguntarles que están haciendo, escuchan atentos. Algunos se solidarizan y le hacen saber a este medio la indignación que sienten con el caso. “La gente esta indignada, porque están conviviendo con los asesinos. Sienten el dolor que nosotros sentimos” razona Roberto.

Según la pareja, la situación económica que viven dista de ser ideal: “Ni hoy tenemos un mango, venimos con lo justo. Vivimos de migajas” dice Roberto, que se gana la vida haciendo changas en el barrio, donde a veces cobra lo que puede.

Cuando Roberto, que se autodefine como “un negro pobre” y con más canas desde que sucedió el crímen de Diego, recuerda a su hijo lo primero que le viene a la cabeza es su sonrisa y la risa. “La madre lo cuidó durante 22 años, un mes antes que lo asesinen lo llevó al médico” dice. “Éramos una familia, que más allá de la pobreza, nos juntábamos y nos reíamos porque estábamos juntos”.

No pasa mucho tiempo cuando escupe la bronca acumulada de años: “Como padre tengo odio y necesito venganza, no paz y amor. Al que no le gusta, mala suerte”. Su esposa agrega: “mi dolor no se va a acabar más, pero voy a seguir. Esta claro esto, a mi hijo lo mató la policía”.

“Así como estamos abandonados en la Justicia, estamos abandonados políticamente” se lamenta Lucena. Recuerda que en su momento le ofrecieron trabajo, “pero nunca quise agarrar porque después te callan”.

El próximo 20 de junio se cumplirá el octavo aniversario por la muerte de Diego Lucena, será una fecha que este matrimonio de Isidro Casanova querrá que pase de largo.

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