Número de edición 8481
La Matanza

LA POLÍTICA, LOS POLÍTICOS Y ALGO MÁS…

LA POLÍTICA
LA POLÍTICA

¿Hay moralidad en la política?

No es de ahorra la mala fama de la política. Aquí y en muchos otros lugares. Lo político se entendió varias veces, como un quehacer socialmente inútil, aderezado por largos discursos, bien dichos pero estériles.

De este modo la política fue vista como la quinta rueda de un carro, cuya única finalidad sería el auto sostenimiento de un sector –el de los políticos-, al que una superficial pero eficaz expresión denominó “clase política”.

En un mundo gobernado sin excepción por políticos, esta descalificación parece bastante insólita o paradójica; pero no por ello, carente de virtualidad. Vamos a esbozar un análisis de este fenómeno de tan vivas contradicciones.

Por Dr. Carlos R. Constenla

¿Qué es la política?

La política es un conjunto de ideas o de principios que guían la acción hacia un fin determinado. La pregunta es ¿cuál, fin determinado? ¿El bienestar del Estado o el bienestar del político? En una palabra, ¿la política: le sirve al país y/o le sirve al político?

¿Cuál es el fin determinado? En este tema, el lenguaje de las ciencias sociales, muchas veces promiscuo, no ayuda demasiado.

  1. Hay una política de fines, cuyo objeto es un proyecto, una propuesta de gobierno. Así entendida la política, sería la forma de la que se valen los hombres para “organizar” la sociedad y darle respuesta a sus necesidades, de un manera determinada y ejerciendo el poder. Esa organización y ese poder pueden ser democráticos o no; no por ello dejarán de ser políticos. Sobre este aspecto de la política no hay obviamente otros reproches que la aceptación o rechazo de las propuestas o concreciones.

  2. La otra acepción de la palabra política, no refiere a su fin u objeto a como gobernar o qué es lo que se va a hacer desde el gobierno, sino a como llegar y cómo mantenerse en él. Los medios para llegar al poder y mantenerse en él pueden ser lícitos o ilícitos. Dependerá del grado de acatamiento a las fórmulas legales establecidas. Por eso, cuando un gobierno alcanza el poder por medios ilícitos, se dice que es un gobierno de facto, es decir de hecho, por oposición al gobierno legal que es el de derecho.

La política y la ley

De modo pues que la política no es hija, ni tan siquiera pariente de la ley. Un gobierno usurpador, ilegal, de facto y antidemocrático, no deja de ser por ello político.

La política y la moral

De la misma manera la política nada tiene que ver con la moral. ¿Cómo es eso? ¿La política no debe ser moral? La política no. Los sujetos que la ejecutan, es decir a los que se llaman políticos sí.

¿Por qué la política no tiene que ver con la moral? Porque tiene objetivos distintos y muchas veces antagónicos:

Hacer una guerra es, por ejemplo una decisión política válida, pero ¿quién puede afirmar igualmente que una guerra es moralmente aceptable? Aumentar la tarifa de un servicio público es una medida política válida, pero ¿lo es igualmente cuando la masa asalariada no tiene aumento de sus ingresos? Dejar que el mercado determine los niveles de las tasas de interés, es una medida política válida, pero ¿lo es igualmente cuando esa tasa es usuraria? Los ejemplos pueden ser infinitos.

En fin, pedirle moral a la política, es tanto como pedir moral al derecho o a la salud, lo que de ninguna manera quiere decir que no se deba exigir moral a los que se ocupan de la política, del derecho o de la salud.

Pero antes de seguir, es bueno detenerse a reflexionar que si escandaliza que la política nada tenga que ver con la moral, no parece escandalizar igualmente escuchar que la política no tenga nada que ver con la ley. Más aún, muchos que denuncian la corrupción de los políticos, piden lisa y llanamente un gobierno antidemocrático es decir ilegal.

La moral y los políticos

En el orden en que venimos exponiendo el concepto de la política y su desvinculación con la moral, debemos consignar ahora cómo y en qué afecta la relación de la moral con los políticos.

Expresamos que la primera acepción de la política era de fines (propuestas, proyectos, obras de gobierno) Sobre esta cuestión la primera apelación es el cumplimiento de la promesa empeñada, tanto de obra como de pensamiento. La primera y básica inmoralidad en que incurre un político, es faltar a lo que se comprometió en su campaña electoral frente a la sociedad.

Decía Antonio Gramsci (1891-1937) que: “No se puede juzgar…al hombre político por el hecho de que sea más o menos honesto, sino por el hecho que mantenga o no sus compromisos (y en este mantenimiento de compromisos puede estar comprendió el “ser honesto”, es decir que el ser honesto puede ser un factor político necesario y en general lo es, pero el juicio es político y no moral). “Servirse de los oprimidos como un escabel para el poder y después traicionarlos –dice Ignazio Silone (1900-1978)- es sin duda el más inicuo de los sacrilegios, porque ellos son los más indefensos de los hombres”.

En su segunda acepción (la política como medio de alcanzar el gobierno y permanecer en él), la inmoralidad se halla en los límites de la legalidad. La ley determina el piso de la moral, esto quiere decir que cualquier infracción a la ley es una inmoralidad. Un fraude o la fuerza para llegar al poder o mantenerse en él, es una inmoralidad porque contraviene la ley. En ese sentido, las pasadas pretensiones re-reeleccionistas abrigadas desde el gobierno eran absolutamente inmorales, pues se oponían a que lo que dice la ley, en este caso la Constitución. Y tanto más inmoral es el supuesto “renunciamiento” del presidente a su reelección, pues no se puede renunciar a un derecho que no se tiene. En todo caso no es sino un desistimiento a querer infringir la ley.

La política y los privilegios

Existe otra categoría de hechos vinculados a la política que deben inscribirse en las listas de la inmoralidad. Son las ventajas y privilegios que detentan algunos políticos, elegidos popularmente o no, y no gozan el común de los ciudadanos. Jubilaciones de privilegio, fondos reservados, empleo de bienes del Estado para uso particular, nombramiento de familiares en empleos públicos etc. Se trata de hechos que no son ilícitos pero que por su dísonante ejercicio un régimen republicano, se toman en inmorales.

La política y los delitos

Hay finalmente una inexcusable referencia al delito. En estos casos la inmoralidad es flagrante. Los hombres que desempeñan funciones políticas pueden cometer en tales funciones, hechos que están tipificados como delitos: Coimas, robos, contrabandos y hasta venganzas son delitos que se comenten a favor y en ocasión de las funciones que cumplen.

Síntesis

  1. La política, en cualquiera de sus acepciones no tiene que ver con la moral.

  1. La actividad de los políticos sí de ser moralmente irreprochable.

  1. En que qué casos el desempeño del político es inmoral:

  • Cuando no cumple con sus promesas.

  • Cuando busca eludir la ley para llegar o mantenerse en el poder.

  • Cuando disfruta de privilegios que el común de la población no disfruta.

  • Cuando delinque.

Conclusión

La política nunca tuvo buenos tiempos, pero sí algunos particularmente malos. Nos toca vivir uno de ellos. Según nuestro juicio esto responde a ciertas causas entre las que cabe señalar.

  1. La prevalencia de los criterios neoliberales de la economía de mercado que conlleva una filosofía egoísta y superficial.

  1. La transformación de la actividad política de un medio a un fin. Decía el maestro uruguayo Carlos Vaz Ferreira (1872-1958) que “Ser únicamente político, achica, estrecha, inferioriza” y agregaba: “Si en un curso de moral política hubiera que escribir y repetir un solo consejo, seguramente sería este: procurar arreglar nuestra vida no importa en que forma, de manera tal que nuestra independencia pueda conservarse siempre, que nuestra vida material no dependa de la política” Vivir de la política, creemos, despierta la malsana inclinación de transformar el verbo servir en su forma pronominal “servirse”.

  1. La pobre participación ciudadana en la vida política propiamente dicha. Pareciera que la política obra como espantapájaros de la gente decente. Lo moral e intelectualmente. Decía el ya citado Vaz Ferreira: “El ciudadano a quien la política no interesa, es culpable de una clase de inmoralidad que no es necesario que yo demuestre. Se forman verdaderas castas familiares en las que hijos y derecho habientes del causante son los cuadros de relevo de quienes actúan en política.

  1. Por último, la gran crisis de valores que afecta a la sociedad en su conjunto, al punto de que la mayoría descree de la moralidad de la mayoría de sus semejantes.

Dr. Carlos R. Constenla, Ex Defensor del Pueblo del Municipio de Vicente López, Prov. de Buenos Aires.

Publicado por Centro de Estudios Alicia Moreau de Justo, Cuadernos del CEAM, Dirección Oscar González

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