La Dirección de Bromatología del municipio matancero tiene a su cargo un área, comandado por el Ingeniero Miguel Foglia, encargada del control de plagas, desinfecciones y demás cuestiones parecidas.
Como todo lo que sucede en Bromatología, el servicio es altamente ineficiente y, en la mayoría de los casos, cobran por un servicio que no prestan.
Los remises, taxis, colectivos y todo tipo de transporte de sustancias alimenticias, deben acudir a Bromatología cada 3 meses a someterse al proceso de desinfección, por el cuál abonan $26 cada vez que van y las camionetas pagan desde $140.
La cuestión no es que paguen, eso esta tarifado y debe ser así, la cuestión es que llegan y directamente les dicen que “Vayan a pagar y ni siquiera le tiran un poco de lavandina al vehículo” como nos contó Juan Bermúdez un remisero de Villa Celina.
Carlos Di Tomaso, repartidor de quesos y fiambres, llevó su vehículo cero kilómetro a desinfectar y nos cuenta que “Apenas llegue me mandaron a pagar la tasa y ni siquiera abrieron la caja de la camioneta para echarle un poco de agua”.
Son varios los testimonios que reafirman los testimonios precedentes. El área de Control de Plagas esta a cargo del Ingeniero Miguel Foglia, dicha área también acude a los establecimientos escolares para realizar periódicas desinfecciones y desratizaciones.
Esteban, maestro de una escuela de Gregorio de Laferrere nos cuenta que “Después de llamar durante meses a bromatología para que vinieran a desratizar, dado que teníamos una invasión de ratas, se dignaron a venir un viernes. Se suspendieron las clases y creímos que el lunes estaba todo resuelto, pero cuando entraron por la mañana las porteras del establecimiento se encontraron que la cocina estaba infestada de ratas. A tal punto fue la situación, que ese día se suspendieron nuevamente las clases” y agregó que “Vino un tal Ing. Foglia de la municipalidad, pero no hicieron nada, tuvimos que llamar a una empresa privada y por suerte, pagó el Consejo Escolar”.
Varios docentes nos contaron historias parecidas pero sucedieron historia de las misma índole en otras dependencias municipales.
La Secretaria de Hacienda del municipio llamó en reiteradas oportunidades de control de plagas del municipio para que combatan una molesta plaga de cucarachas y pulgas que merodeaban por la alfombras del coqueto despacho. Encabezando el operativo acudió el Ingeniero Miguel Foglia en varias oportunidades pero sin resultados positivos. Cansados de los pobres resultados, decidieron contratar a una empresa privada y la pagan por caja chica.
También el despacho del Intendente Municipal, Fernando Espinoza, fue víctima de alguna que otra plaga y el accionar de control de plaga fue tan pobre como en otras ocasiones. Sabiamente decidieron contratar a una empresa privada.
El único habilitado, ¿soy yo?
Según las malas lenguas y varios damnificados, en La Matanza hay muy pocas empresas habilitadas para desinfección, es más, dicen que solamente hay tres, y las tres están ligadas a personal municipal del área de bromatología; uno es inspector (que era el mismo que tenía la vinatería que cerro recientemente) de bromatología y el otro, es un profesional que suele tener a su cargo la desinfección.
Varias empresas hablaron con NCO y resaltaron la dificultad que encontraron para habilitar sus empresas en La Matanza.
El Concejal (m/c) Javier Rodríguez, autor de la Ordenanza que rige la actividad recuerda que “La hice porque un amigo me hizo ver el vacío legal que existía en la legislación matancera respecto al tema, comparé legislación de otros municipios y hablé con varias personas para asesorarme”.
Si uno lee la norma y su reglamentación, no debería haber mayores obstáculos para la habilitación, pero al concurrir a realizar los trámites de la misma se encuentran con un montón de requerimientos, que no figuran en la norma sancionada ni en su reglamentación, que se torna casi imposible de cumplir.
Para poner todo en regla, según solicita bromatología, se debería realizar una inversión que supera, ampliamente, los cálculos de ganancias del futuro emprendimiento comercial.
Por estas trabas, a todas luces restrictivas e ilegales, muchos profesionales ponen sus negocios y habilitan en municipios vecinos ó en CABA (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) y con esa habilitación, atienden sus clientes matanceros.
Es decir, trabajan en nuestro distrito y tributan en otros, gracias a las restricciones que les ponen dos “¿honestos?” funcionarios municipales que no quieren competencia y cuidan sus quintitas.
Varias denuncias al respecto se han presentado a las autoridades de Bromatología, Rubén Vallejos, dueño de una empresa de desinfección, nos cuenta que “Acudí a bromatología con la intención de habilitar un local para tener una base operativa y de venta de productos en La Matanza. Soy matancero, nací y me crié acá y quería tener, de una vez por todas, mi negocio en el distrito. Seis meses estuve dando vueltas con los trámites, nunca reunía los requisitos necesarios para habilitar, me pedían cosas increíbles, como una cámara antiexplosión, siendo que yo trabajo con pulverizadores sin gas. Me parecía que me ponían obstáculos y me asesoré y leí la Ordenanza y la reglamentación. Nada de lo que me pedían figuraba ahí” y agrega que “Un día voy y casi me trompeo con Foglia, porque estaba harto de las vueltas que me daba. Me fui a la oficina del Interventor para quejarme y me atendió una tal Andrea (Freites) que muy suelta de cuerpo me dijo: Mira, acá todo tiene arreglo pero tenés que saber arreglar, esto sale tanto”.
Vallejos afirma que “Me calenté tanto que la mande a pasear y puse el local en Flores. En tres meses me dieron la habilitación definitiva, sin tener que coimear a nadie y hace más de 4 años que trabajo sin ningún tipo de problemas, cuando un cliente me llama de La Matanza, vengo y hago el trabajo. Estoy capacitado y habilitado para hacerlo, pero lo que más me duele, que viviendo en La Matanza, tengo que pagar los impuestos en la capital”.