González Catán: buscan ayuda para un merendero que funciona en una carpa

Podría sonar exagerado pero es literal: el comedor La hora feliz brinda asistencia a más de 50 niños de la zona en una instalación hecha con lonas. Su representante, Alejandra Oliva, es quien saca dinero de su propio bolsillo para abastecer a los chicos. “De hecho, ella obtuvo un préstamo para comprarles juguetes por el Día del Niño”, comentó a NCO Gladys Echegaray, quien fuera administradora de la entidad.

Por: Nora Adámoli
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“Es un espacio que viene trabajando hace dos años y medio en González Catán. Yo el 9 de julio lo visité por primera vez, gracias a una amiga que me acercó. Alejandra es el alma mater de la institución, hizo todo el sacrificio y enfrentó los costos”, comentó la mujer con respecto a la entidad ubicada en el barrio La Talita.

En este sentido, explicó que para los festejos por el Día del Niño, aunque la Asociación Sur llevó juguetes, antes de que quede confirmado, “sacó un crédito porque dijo que los chicos no podían quedarse sin su regalito. Queríamos que esperara, pero no aguantó. Eso demuestra el corazón que tiene esta mujer”.

“Ella no reparó en lo que hacía. Es una chica que hace todo por los nenes. Mi idea es que se haga una cadena y se dé a conocer la obra para que las personas se acerquen, al margen de que sigamos golpeando puertas para que se pueda lograr la construcción de un espacio mejor para los niños”, comentó.

En este momento, lo que más necesitan son los materiales para la construcción del merendero ya que los días de lluvia los chicos no pueden asistir porque el nylon no aguanta el peso del agua. “Además, el piso es de tierra y el vecino tampoco deja que se la pueda afianzar un poco para que quede más tensa la lona, por eso es que cuando llueve entra agua por todos lados”.

“Tiene que ser algo digno para los chiquitos. Es literalmente una carpa donde están funcionando ahora, lo que pasa es que es muy difícil de conseguir una ayuda en este sentido. Sentimos que está esa cosa peyorativa por la que se pregunta ‘¿para qué ayudar a un merendero?, si en las escuelas se da el almuerzo y el desayuno’”, dijo Gladys.

Por eso, remarcó que la entidad es mucho más que un sitio para satisfacer la necesidad alimenticia de los más pequeños, puesto que allí reciben contención, dialogan, se los escucha, juegan y captan todo el afecto que se les da.

“Es su casa. Ellos se divierten, son felices allí y es por eso que necesitan de esta ayuda. Realmente, ves un chiquito que llega y ves otro, con una sonrisa, que se va del lugar. Es muy duro decirles que no pueden estar cuando llueve”, contó.

Gladys se define como una trabajadora del corazón que se dedica a brindar ayuda a espacios como estos, creando lazos para que se puedan concretar las donaciones. “El impacto de ver casos así es muy fuerte. Casualmente, cuando yo me estaba retirando, Alejandra me dijo: ‘Señora, es la primera vez que alguien nos viene a visitar’ y me abrazó”.

“Va más allá de todo. No se puede creer y cuando una se encuentra con personas así se da cuenta de que debe hacer más de lo que puede, ir más allá, porque ella no lucra ni lucró nunca. Es raro comunicarse con personas así”, explicó agregando que el marido de Alejandra, cada vez que cobra, compra una torta que comparte con todos los chicos.

Así es que para comunicarse con la institución, los interesados pueden hacerlo vía Facebook, agregando como amigos a “Merendero La hora feliz”.

Ahora se evalúa la posibilidad de hacer un festival con profesores de una escuela y un jardín de infantes al que Gladys ayudó en su momento. “La idea es juntar personas para armar algo artístico muy lindo y ver si se usará el espacio del comedor o si podremos conseguir otro. Queremos recaudar los fondos necesarios para la construcción”.