
Valeria Teresa Heidenreich, oriunda de Isidro Casanova, es psicóloga social y escritora. Actualmente se encuentra desempleada y viviendo un calvario dentro de su casa: sus inquilinos se apropiaron de una de las casas del terreno y ella se tuvo que ir en busca de resguardo ya que temía por su vida. A continuación te contamos su historia.
Por Giuliana Salmonte Siciliano
Gmail: giulianasalmontesiciliano@gmail.com
“En mi casa, que es herencia materna, me falta un solo paso para terminar la escritura, que es el relevamiento para tener el papel de la escritura en mano. Bueno, yo le alquilo, va, le alquilaba, ahora ya son usurpadores, desde diciembre hasta el mes de julio que fue el último mes que me pagaron”, así comenzó el relato de la entrevistada.
En este caso, lo que le sucedió fue que esta gente, pasó de pagar 15 mil pesos de luz a entre 100 y 300 mil pesos en los últimos tres meses. Ahí fue cuando esta familia, integrada por una pareja y la madre del chico, decidieron dejar de pagar este servicio y ahí fue cuando comenzó el conflicto.
Las agresiones comenzaron a ser verbales y físicas cada vez que Valeria les pedía que paguen, que bajen la música, que no maltraten a sus perros y estos no hacían caso. Ahí fue cuando decidió accionar por medio de una denuncia, pero fue desestimada porque no había amenazas.
“La segunda discusión ya fue con su mujer porque fui a exigirles que me paguen. Me dijeron directamente que no me iban a pagar, me insultaron, me trataron de loca y un montón de cosas, pero quedó ahí. Yo hice otra denuncia ya por violencia también en la comisaría de la mujer. Además, pedimos una exclusión del hogar y un perímetro, pero me lo desestimaron porque no son familia”, lamentó.
Ante la ausencia de respuestas por parte de los inquilinos, Valeria tomó la decisión de tomar justicia por mano propia: comenzó a bajarles la térmica de la casa y cortar el caño de agua que iba a la casilla en busca de poner límites ya que ellos también hicieron algunas maldades como bajar la llave de paso de agua de la calle.
En ese momento, todo empeoró con amenazas de muerte y no le quedó otra que llamar a la policía que, por suerte, llegó rápidamente. “Yo salí nerviosa porque me escapé de una paliza y esta gente estaba como si nada”, expresó, al mismo tiempo que contó que el 911 le dijo que haga un oficio para que los puedan sacar.
Esa misma noche comenzó el calvario que rebalsó la gota del vaso ya que la dueña dejó el portón de la calle sin candado cuando se fue a hacer la denuncia, pero cuando volvió había otro cerrojo, estaba todo rayado y tenía pegamento, por lo que ese mismo viernes ingresó como pudo a su casa, se atrincheró y trabó la puerta con un mueble por miedo a que esa noche la maten.
“Esa noche, dormite nomas porque pasaban con un fierro o palos por las rejas de las ventanas, entonces dormí sobresaltada. Al otro día me levanté, preparé el bolso con los papeles de tierra, con algo de ropa y las fotos de mis hijos”, expresó la denunciante. Y luego llamó al 911 para poder salir sin que le hicieran daño.
Así es como logró irse de su propia casa por miedo a que la asesinen, y hace más de una semana que no puede volver porque todavía no tiene novedades del oficio para que los saquen de la vivienda. Su única solución es esa teniendo en cuenta que, en este momento, se va mudando de casa en casa de sus amigas y quiere volver a su vida normal.
“Nunca había vivido una cosa así”
Valeria Teresa Heidenreich, vecina de Isidro Casanova, relató los avances judiciales. “Ya salió el oficio desde el juzgado, toda esta semana estuve yendo, y este dice que los inquilinos se tienen que presentar a declarar y que va a ir a hablar la policía con algunos vecinos”.
Sin embargo, al momento de explicar el contexto en el realizaron el acuerdo para que esta gente viva en el terreno, entendió que no cuenta con un contrato formal, sino con un acuerdo que hizo con el celular, que fue firmado entre las partes, y este mismo se vence en diciembre. Por eso, considera que quizás se pueda llegar a complicar el accionar de la policía en el lugar.
“Me cansé de ver caras abusivas”
La dueña de la casa describió cómo cambió su vida en los últimos años y el impacto que tuvieron estos conflictos. “Mi vida antes de esto era dentro de todo tranquila, yo vengo buscando trabajo, estudié, el año pasado me recibí de psicóloga social”, contó, y agregó que incluso llegó a dar clases a modo de práctica.
Entre sus experiencias, recordó un hecho que marcó un quiebre con un vecino de al lado. “Es muy violento, le pegaba a la mujer y un día me metí y me terminó amenazando de muerte y lo denuncié. Después de 10 días de discusión, prácticamente le rompí el vidrio de la camioneta y desde ahí no me jodió más”, relató, señalando que esa situación la llevó a un estado de alteración que derivó en una internación.
Pese a los problemas, aseguró que mantiene lazos fuertes en el barrio con muchos vecinos que la quieren mucho, así como también están los que no le creen. Aún así, la gran mayoría la conoce de toda la vida y saben el momento que está pasando, pero reconoció que su deseo es mudarse tras muchos años en la zona por todo lo que le estuvo pasando el último tiempo.
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