

Un informe de TECHO y Jóvenes por el Clima analizó cómo el cambio climático profundiza la exclusión urbana en Argentina y propone acciones concretas para avanzar hacia ciudades más resilientes e inclusivas.
Por Florencia Belén Mogno
La crisis climática ya no constituye una amenaza lejana ni abstracta debido a que sus efectos se sienten con fuerza en todo el mundo, pero golpean especialmente a los sectores más vulnerables.
Las poblaciones que habitan barrios populares se enfrentan a un escenario en el que la precariedad estructural de sus condiciones de vida se suma el impacto creciente de fenómenos meteorológicos como inundaciones, olas de calor, incendios, entre otros. En este contexto, la adaptación al cambio climático se volvió una cuestión de justicia social urgente.
En América Latina, esta realidad se agrava en tanto se trata de una de las regiones que menos contribuyó históricamente a las emisiones de gases de efecto invernadero, pero que más sufre sus consecuencias.
El acceso desigual a recursos y servicios, la concentración urbana desordenada y las deudas externas de los países limitan la capacidad de respuesta frente a un problema que requiere planificación, inversión y compromiso político.
En este escenario y de acuerdo a la información a la que pudo acceder Diario NCO, la organización TECHO y el colectivo Jóvenes por el Clima presentaron el informe Resiliencia climática: desafíos en los barrios populares de Argentina.
Este trabajo relevó datos clave, sistematizó casos de estudio y formuló recomendaciones para afrontar los impactos de la crisis climática desde una perspectiva de inclusión y justicia. El documento se propuso visibilizar la relación entre desigualdad social y emergencia ambiental, pero también delinear propuestas concretas para construir ciudades más equitativas.
Alerta habitacional y cambio climático
Uno de los datos más alarmantes del informe fue que siete de cada diez barrios populares del país se encuentran expuestos a riesgos ambientales. En estos territorios, la precariedad estructural se combinó con la falta de servicios básicos e infraestructura adecuada, lo que aumentó exponencialmente la vulnerabilidad de sus habitantes.
Las viviendas, muchas veces levantadas con materiales reciclados o de bajo costo, representan el único patrimonio de estas familias, pero no ofrecen protección frente a tormentas, inundaciones o temperaturas extremas.
El documento también describió cómo el acceso desigual a los recursos internacionales para enfrentar el cambio climático generó un cuello de botella en las políticas públicas. Mientras que gran parte del financiamiento global se orientó a la mitigación emisiones, América Latina recibió pocos fondos destinados a la adaptación para proteger a las comunidades ya afectadas.
En ese aspecto, el estudio facilitado a este medio indicó que a esto se sumó la presión de las deudas externas, que condicionaron los presupuestos nacionales y limitaron la inversión estatal en soluciones estructurales.
Desarrollo de la investigación
Para ilustrar la situación en distintos puntos del país, el informe incluyó tres casos de estudio: en el barrio La Ciénaga, en Salta, las viviendas construidas cerca del río Arias sufrieron fracturas en sus cimientos y deterioro en los techos, producto de las inundaciones.
En Río Luján, provincia de Buenos Aires, la deforestación y los incendios agravaron los efectos de las lluvias sobre viviendas precarias que padecen humedad constante. En tanto, en Punta Taitalo, Corrientes, los vecinos señalaron la necesidad de acceso al agua potable, sombra vegetal y soluciones frente a las crecidas del río.
Lejos de limitarse a un diagnóstico, el trabajo propuso líneas de acción para construir resiliencia climática desde una perspectiva local e inclusiva. Se destacó la importancia de integrar el enfoque ambiental a los procesos de urbanización, con inversiones en infraestructura, servicios esenciales y planes de riesgo adaptados a cada contexto.
En sintonía, en el reporte consultado también se recomendó utilizar materiales locales, garantizar la participación activa de las comunidades y respetar sus saberes para diseñar políticas sostenibles.
Abordaje de la problemática
Las ciudades, señaló el informe, deben pensarse como nodos estratégicos para liderar la transición ecológica. El cambio climático requiere de una respuesta colectiva, y esa respuesta no puede prescindir de la voz de quienes viven en los márgenes del modelo actual.
En ese aspecto, el promover el diálogo, fomentar la organización comunitaria y avanzar hacia esquemas participativos de toma de decisiones resultan condiciones necesarias para transformar la emergencia climática en una oportunidad de justicia y reconstrucción.
El informe de TECHO y Jóvenes por el Clima puso en evidencia que la crisis ambiental no es solo una cuestión natural, sino también una consecuencia directa de las desigualdades sociales y económicas.
En los barrios populares de Argentina, la resiliencia no puede ser un privilegio: debe convertirse en una política pública central. Solo así será posible construir un futuro más justo, más seguro y más habitable para todos.
Fuente fotografías: TECHO.
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