No Te Duermas dialogó con el artista musical Mariano Magnífico, sobre su obra “La Divina Lengua” y sus diferentes facetas artísticas.
Por Ariel Fassio
arielfassio@gmail.com
“Yo siempre digo que soy más comunicador que influencer, porque supongo que ser influencer quiere decir que genero influencias sobre ciertas personas, por el bien de ellas espero que no sea o que sea solo en un bajo porcentaje, pero también hay cada pelotudo como influencer que yo también me lo puedo atribuir”, inició entre risas.
Sobres sus orígenes contó que “yo soy ramense. Nací en la clínica Mitre de Ramos Mejía, y bueno, ahí viví toda la vida hasta que me mudé a Capital, pero voy dos veces por semana a mi casa materno-paterna, que queda ahí en Lomas del Millón, y tengo fuertes vínculos con el barrio todo el tiempo”.
“Di clases en Villa Celina, en Madero, en Ramos Mejía, fui al colegio en Zona Oeste, soy un tipo del Oeste. Yo me considero de La Matanza totalmente. Mi primer curso de francés fue en la Universidad de La Matanza. Mi primer premio por un cuento que escribí fue por el municipio de La Matanza. Y bueno, no vamos a renegar de eso, por supuesto, porque es lo que somos”.
“Aparte tengo una fuerte vinculación con el modo de ser del matancero también. Una persona amigable, que siempre está, me parece que me identifico mucho con esos valores. Hay un suceso que a mí me marcó mucho, yo estaba ensayando una obra de teatro que se llamaba Esperanza Mía, protagonizada por Mariano Martínez y Lali Espósito. Y ensayábamos en Palermo. Y en Palermo había un local de zapatos hechos con diamantes. Y yo llegué una vez tarde al ensayo porque venía de dar clases en Villa Celina. Me tomé el colectivo, estaba llegando tarde, y mientras esperaba que me abrieran la puerta estaba viendo ese local. Y dije, qué dicotomía, qué dicotómico que es este mundo. Por suerte yo sé de dónde vengo y sé qué hay de esos mundos en mí”, argumentó.
Su obra La Divina Lengua
“Yo en redes sociales tenía un perfil de actor común y silvestre donde iba depositando todos los trabajos en los que iba estando, como una suerte de porfolio. Hasta que hago un video, que no me acuerdo, creo que era de la palabra “sino”, explicando cuestiones de gramática, ortografía y buenas formas de hablar bajo el chiste de “habla bien, hablen bien”, debajo de esa joda. Y bueno, le empieza a ir muy bien a mi cuenta y me convoca una editorial que es Editorial Galerna que me propone hacer un libro sobre lo que hago en redes. Esa fue la consigna, sobre lo que haces en redes escribí un libro”.
“Lo primero que le dije fue yo no voy a hacer un manual porque yo no soy quién para hacer un manual, no me gustan los manuales. Entonces surgió un libro de ensayos con un recorrido al modo del viaje que hace Dante Alighieri en su Divina Comedia. Y de ahí surge La Divina Lengua, como un libro en primera instancia”, explicó.
“Cuando yo hago un viaje donde me voy a Italia a conocer el pueblo de mis abuelos de Lomas del Mirador, ahí yo estaba escribiendo el libro y decía esto tiene que hacerse en teatro, ya lo veo, ya lo imagino. Y bueno, ahí arme el espectáculo que ahora voy a estar muy felizmente presentando en La Matanza en el Teatro Universidad que es un teatro hermoso que está en la Universidad de La Matanza que es un espacio educativo que les ofrece de todo a la gente, de todo a los chicos”.
“Tiene un laboratorio de medios con televisión, con micrófono, con consolas para todos. La limpieza que hay en esa universidad no se puede entender, espacios para el deporte, así que es un honor para mí estar en ese teatro”.
La importancia de la lectura en el lenguaje de hoy
“Mis amigos y mis conocidos siempre me sacaban charla del tema y me decían, mirá cómo se escribe esto y yo les explicaba. Esto se escribe así porque en realidad es un adjetivo, no es un sustantivo. Como un chiste. Y me decían, hace un video de esto porque yo no lo sabía. Y yo decía, ¿cómo voy a hacer un video de esta estupidez? ¿Nadie está alfabetizado acá?”, sonrió.
“Se ve que la gente lo necesitaba más de lo que yo pensaba. Todos nos expresamos mal, tanto adolescentes como grandes. No tiene que ver con la edad, sino que tiene que ver con un nivel de conciencia. Yo lo que hablo en mi libro y en mi obra es hacer de la ortografía y de la escritura un proceso de conciencia, volverlo más consciente de lo forro que somos”.
“La conciencia es un privilegio también, me parece que es eso. Hoy con el celular estamos todo el día tipeando, apurados, ansiosos, escribimos mal y lo dejamos pasar y quizás se nos vuelve hábito después. Quizás eso se nos vuelve costumbre.
Depositamos en el corrector mucha confianza. Yo tengo un personaje en mi obra que se llama el Padre Gracias, es un cura que en un momento habla sobre el celular y sobre el predictivo del celular y dice, ¿qué predictivo ni predictivo? O sea, acá el único que todo lo predice es Dios, el que nos dio la lengua”, expresó.
“Yo creo que siempre hubo problemas al respecto, toda la vida. Me parece que en el caso puntual nuestro está fuertemente atravesado por la falta de lectura, la falta de libro como un objeto y por el avance de la escritura ansiosa, de la cultura de los ocho segundos. Entonces, antiguamente, vos para mandarle un mail a alguien escribías un mail y lo revisabas y lo corregías y mandabas el botón enviar. Hoy en día no hay esos tiempos. No existen. Hay que generarlos. Hay que hacerlos. La lectura es un caso muy parecido”.
“Para leer vos tenés que tener tiempo, estar sentado, estar relajado, no moverte. Y hoy el mundo te tira para adelante y te hace estar en una máquina todo el tiempo. Por eso la palabra bien dicha, la palabra bien escrita es mi revolución. Y aparte por algo que pareciera ser aprender un idioma o mejorar tu idioma o pulir, como decía la Real Academia Española, pulir y limpiar la lengua está muy asociado con lugares muy escolares que son lugares con los que yo lucho”, cerró el artista con entusiasmo.
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