Un tribunal de Bagdad condenó a muerte al vicepresidente iraquí, el sunita Tareq Al Hashemi, prófugo de la Justicia y refugiado en Turquía, mientras medio centenar de personas murieron y 250 resultaron heridas en una cadena de atentados perpetrados en distintos puntos del país.
La máxima corte penal del país asiático decretó “una condena de muerte mediante ahorcamiento” para el vicepresidente encontrado culpable de los cargos de terrorismo, liderar un escuadrón de la muerte y estar involucrado en el asesinato de un abogado y miembros de los servicios de seguridad.
La sentencia incluye a su yerno y asesor, Ahmed Kahtanha, según aseguró el portavoz judicial, Abdul Sattar al Birqdar.
Poco después de ser emitida una orden de arresto en su contra, Hashemi -el sunita con mayor cargo en el país- se refugió en el Kurdistán iraquí, su región de origen, y en la actualidad se encuentra en Estambul, Turquía, desde donde se negó a asistir al juicio, con el argumento de que el primer ministro, el chiita Nuri al Maliki, controla el tribunal.
La sentencia es dada a conocer el mismo día que una cadena de ataques a lo largo de todo el país dejó al menos medio centenar de muertos y 250 heridas, informó la agencia de noticias Europa Press.
El más letal de los ataques se produjo en la ciudad de Amara, provincia de Maysan, donde 17 personas murieron al explotar dos coches bomba cerca del mausoleo del imán chiita Alí al Sharkien y en un mercado atestado de personas.
Los ataques, que no fueron reivindicados hasta ahora por ningún grupo, evidencian la creciente tensión que atraviesa Irak, donde la insurgencia sunita incrementó este año sus ataques.
Un portavoz de los servicios sanitarios, Sayid Hasanain, citado por la agencia española, cifró en 17 los cadáveres que llegaron hasta el hospital y elevó por encima de cien el número de heridos.
Otro mortífero ataque, en tanto, se produjo en anoche en la localidad de Dujail -50 kilómetros al norte de Bagdad-, donde un grupo armado y un suicida a bordo de un vehículo atacaron una base militar, lo que dejó un saldo de 13 soldados muertos y otros siete resultaron heridos.
Por otra parte, un policía murió y cuatro sufrieron heridas de gravedad por la explosión un coche junto a un edificio consular de Francia en Nasiriya.
El cónsul honorario, de nacionalidad iraquí, no se encontraba en el interior del edificio cuando se produjo el ataque, según informó un diplomático galo.
Nasiriya, que no suele registrar sucesos de este tipo, también fue escenario del potente estallido de otro coche bomba que mató a tres personas e hirió a otras seis.
La sangrienta jornada incluye además un atentado contra un grupo de personas que hacía fila en la sede de la empresa petrolera pública iraquí North Oil, la compañía encargada de la explotación de los hidrocarburos en la zona, en Kirkuk, 250 kilómetros al norte de Bagdad.
Acá también el ataque se produjo con coche bomba y la deflagración causó al menos ocho víctimas mortales.
A estos atentados se suman otros en ciudades como Baquba, Samarra, Basora y Tuz Jurmato.
Los atentados siguen formando parte del día a día en Irak, aunque alcanzaron su momento más sangriento en 2006 y 2007, con miles de muertos. En la mayoría de los casos, los atentados se los atribuye la rama iraquí de Al Qaeda.
Desde la retirada de las tropas estadounidenses en diciembre pasado el país es escenario de un repunte de la violencia sectaria con frecuentes ataques dirigidos contra las fuerzas de seguridad.
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