
La inflación del mes de septiembre fue del 6,5 %, la segunda más alta del Gobierno de Cambiemos. En los primeros nueve meses del año la suba de los precios minoristas acumula un alza de más del 32 por ciento y a nivel interanual sobrepasa los 40 puntos.
El bolsillo del pueblo argentino viene siendo uno de los más castigados de América latina y los números inflacionarios del mes de septiembre no hacen más que confirmar esta sensación ya que el costo de vida nacional del último mes fue del 6,5 por ciento, lo que arroja un saldo muy negativo para el común de la población y se acerca al año 1991, cuando se alcanzó un 84 por ciento de incremento anual.
A partir de los datos del mes pasado, se desprende que esta suba es la segunda más alta de la gestión macrista, solo superada por abril del 2016 cuando este número se situó en los 6,7 puntos porcentuales. En tanto, si se descuenta que en octubre la suba de los precios podría rondar entre los cinco puntos y cuatro en noviembre y diciembre, según estimaciones de cómo viene dándose la economía, este año la inflación cerraría con el 50,4, un índice alto que no se ve desde hace 27 años.
La inflación de septiembre estuvo impulsada por la disparada de los precios y tarifas del transporte (10,4), gastos de vivienda (9,7), vestimenta y calzado (9,8) por el comienzo de la nueva temporada. También siguió impactando el alza del dólar que en septiembre tuvo una suba de 10 puntos.
Esta situación crítica en el aspecto económico hace recordar cada vez con más fuerza aquella frase que expresó Mauricio Macri en su campaña electoral en 2015, en la que puntualizó que “la inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar. En mi presidencia la inflación no va a ser un tema, no va a ser un desafío”.
Comer se hace cada vez más difícil
Así como subieron el transporte, los gastos de vivienda, el calzado y la vestimenta, los alimentos tampoco fueron la excepción y subieron un siete por ciento. Los que más aumentaron fueron los fideos secos, el aceite, pan francés, arroz, batata, banana, leche entera en sachet, carnes y harina de trigo, que sufrieron incrementos de entre el 7,7 y el 31 por ciento y los mismos se erigen como los alimentos básicos y más importantes en una dieta cotidiana.
Estos datos anticipan que la inflación de la canasta de indigencia, que toma en cuenta los alimentos básicos, fue muy superior a la inflación promedio. Si se puntualiza en las regiones, con el 7,3 por ciento el Noroeste Argentino encabeza el ránking inflacionario de septiembre, seguido del 6,8 de Cuyo y el 6,6 de la región metropolitana (Capital y GBA) y la Patagonia con el mismo número.
A partir de esto, también se incrementa la canasta básica que necesita una persona para no ser pobre y ya supera los 21 mil pesos. Los analistas económicos coincidieron en que el salto del dólar durante agosto y septiembre, que superó el 45 por ciento, se trasladó con fuerza al rubro de los alimentos, componente central de la canasta de consumo de los sectores de ingresos bajos.
El futuro se ve oscuro, el pasado no parece lejano
Con números que terminarán siendo pésimos para el año en curso, el futuro cercano se avizora bastante parecido al actual, ya que según la inflación que proyecta el FMI para el año 2019, Argentina sería el quinto país a nivel mundial con peores índices en esta materia, con un 40,5 por ciento de aumentos, solo superado por Irán, Sudán, Sudán del Sur y Venezuela.
A su vez, tomando números del pasado, los actuales se asemejan a una época tormentosa, cuando en 1991, en los inicios de la época neoliberal del menemismo e intentando salir de la hiperinflación que dejó el Gobierno de Alfonsín, la Argentina terminó ese año con el 84 por ciento de inflación general.
El 2019 será un año caliente, que tendrán elecciones presidenciales y el bolsillo de los argentinos quizás termine siendo decisivo a la hora de depositar el voto en la urna. Las cartas están echadas y el changuito del pueblo cada vez está más vacío.