
Esta semana en Canadá terminaron las negociaciones acordadas por la Conferencia de las Partes (COP15) de la Convención de Diversidad Biológica, y además de acordarse cierta determinaciones para frenar y revertir la pérdida de biodiversidad, se disputó fuertemente el tema del financiamiento.
Por Candela Alonso Sartori
candela.alonso.s@gmail.com
A comparación del pasado noviembre,durante la COP27 de cambio climático realizada en Egipto, donde una amplia coalición de países en desarrollo obligó a los desarrollados a acceder a la creación de un nuevo arreglo financiero para pagar Pérdidas y Daños, en Montreal prevalecieron las divisiones dentro del Sur Global y América Latina.
El principal motivo de estas divisiones no fue ni siquiera tanto el principio general de que los países desarrollados debían aportar más dinero a esta causa por su protagonismo en el deterioro ambiental histórico, sino las maneras en que se canalizaría y haría efectivo este financiamiento, referido en la jerga de las negociaciones como “movilización de recursos”.
Brasil se unió a un bloque de países africanos que presionaron por la creación de un fondo completamente nuevo para financiar los trabajos de conservación de la biodiversidad. El legado y deuda colonial fue uno de sus principales argumentos.
Hoy en día, el financiamiento de biodiversidad se canaliza principalmente a través del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF, en inglés), que preside el exministro de Ambiente de Costa Rica, Carlos Manuel Rodríguez, y que tiene a casi 40 países latinoamericanos y caribeños entre sus beneficiarios.
Motivados por el largo tiempo que implicaría desarrollar la arquitectura administrativa y operativa de un nuevo fondo, otro bloque de países en desarrollo —liderado por una coalición formada por Colombia, Chile, Costa Rica, México y Perú— propuso crear un fideicomiso dentro del GEF, lo cual podría movilizar financiamiento más rápidamente.
Esta fue la propuesta que finalmente quedó plasmada en el paquete de acuerdos que salió de Montreal, aunque la posibilidad de crear un nuevo fondo queda abierta a la discusión en la próxima COP, que se realizará en el balneario de Antalia, Turquía, a fines de 2024.
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