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El Dr. Mariano Moreno, fue secretario de Guerra y Gobierno de la Primera Junta en 1810
Por Oscar González. Aldo Bonzi, mayo de 2020
“Ni ebrio, ni dormido…”
La noche del 5 de diciembre de 1810, se celebró un banquete en festejo por la victoria en la batalla de Suipacha. Se dice que acertó a pasar Moreno por la puerta del cuartel y pretendió ingresar al mismo, lo que fue impedido por el centinela, que no lo reconoció.
Esa misma noche, el oficial Atanasio Duarte, en estado de ebriedad, ofreció a Saavedra una corona de azúcar y brindó por él llamándolo “el primer rey y emperador de América, don Cornelio Saavedra”.
Al día siguiente, cuando conoció dichos acontecimientos, Moreno propuso el “Decreto de Supresión de Honores”, por el cual se suprimía el ceremonial reservado para el presidente de la Junta y los privilegios heredados del cargo del virrey.
Duarte fue desterrado fuera de la ciudad, acto justificado por Moreno afirmando que “un habitante de Buenos Aires ni ebrio ni dormido debe tener expresiones contra la libertad de su país”.
El mismo decreto también pretendía limitar la autoridad del presidente en asuntos que hasta entonces le habían sido de su incumbencia exclusiva, ya que ordenaba que cualquier decreto emanado de la Junta debía llevar la firma de al menos cuatro de sus miembros “con la del respectivo secretario”, lo cual asignaba al propio Moreno la capacidad de veto en cualquier asunto de gobierno o de índole militar que pasara por su Secretaría.
Si es verdad, como pretenden algunos historiadores, que Moreno pretendía forzar un conflicto con Saavedra, éste lo evitó, firmando sin observación alguna el decreto.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Mariano_Moreno
MARIANO DE FUEGO Y ALAS*
El año diez se alejaba
y en aquel diciembre arisco,
un vientito de pezuñas
soplaba púas del río.
Mariano Moreno cruza
sin mirar atrás la Plaza.
Su sangre jacobinera
le galopa alborotada.
Paso firme, gesto abierto,
como le cuadra a un patriota.
Las vendedoras desgranan
pregones de mazamorra.
Periodista en la Gaceta
y secretario en la Junta,
lleva los pájaros sueltos,
desenvainada la pluma.
Lleva también un decreto
con relación a lo dicho
por un tal Duarte, en un brindis
“de ebrios y de dormidos”.
Recuerda el último otoño
en la brava Buenos Aires,
los insurrectos de Mayo
al virrey dándole baile.
Y ahora vienen los que intentan
cambiar de rumbo la cosa.
No la llevarán de arriba.
La historia tomará nota.
-¡Meta nomás don Mariano,
póngale marca a esa hacienda!
Dice un paisano al descuido,
cuando atraviesa la puerta.
Por unos cuántos cangrejos
la revolución peligra.
No le harán el caldo gordo
los compadres morenistas.
No pudo con los molinos
aquel Qujote porteño
y ganó la mar un día
sin alcanzar ningún puerto.
Cuántos Marianos Morenos
al país hicieron falta,
con Planes de Operaciones,
con su genio y su palabra.
Moreno cruza la historia
Mariano de fuego y alas,
como aquel seis de diciembre
a paso firme la Plaza.
* Del libro “Entre arcángeles y lobizones”, Ediciones Amaru, Buenos Aires, 1980
Imagen: Monumento a Mariano Moreno, del gran escultor catalán
Miguel Blay y Fábregas (1866-1936), levantado en Plaza Mariano Moreno
de Buenos Aires en 1910, con motivo del Centenario de la Revolución de Mayo.