
Coraje. Ian (9) tiene encefalopatía crónica no evolutiva, un desorden generado por un defecto o una lesión -en su caso, falta de oxígeno durante el parto- que repercute en la movilidad y el lenguaje.
En una sala de espera sorprendió a su mamá, Sheila Graschinsky, cuando le demostró que sabía más de lo que ella y sus médicos suponían: a los 3 años y 10 meses, Ian conocía los números, solo que los juegos y actividades que le habían propuesto hasta ese momento no estaban adaptados a sus necesidades. “Si le pedís que use sus brazos o que intente producir un sonido cuando no puede coordinar, le estás pidiendo que se comunique justo donde tiene su debilidad”, ejemplifica Sheila a Clarín.
Fuente Clarín
Ian (9) tiene encefalopatía crónica no evolutiva, un desorden generado por un defecto o una lesión -en su caso, falta de oxígeno durante el parto- que repercute en la movilidad y el lenguaje.
En una sala de espera sorprendió a su mamá, Sheila Graschinsky, cuando le demostró que sabía más de lo que ella y sus médicos suponían: a los 3 años y 10 meses, Ian conocía los números, solo que los juegos y actividades que le habían propuesto hasta ese momento no estaban adaptados a sus necesidades. “Si le pedís que use sus brazos o que intente producir un sonido cuando no puede coordinar, le estás pidiendo que se comunique justo donde tiene su debilidad”, ejemplifica Sheila a Clarín.
Fuente Clarín