Los ocho aspirantes republicanos a arrebatarle la Casa Blanca a Barack Obama se enfrentaron en dos temas cruciales en caso de que uno de ellos gane las elecciones de 2012: política exterior e inmigración.
A seis semanas de que se inicien las primarias, los precandidatos sólo coincidieron en fustigar al presidente por lo que califican una falta de liderazgo en la escena internacional.
En un debate televisado por la cadena CNN en la noche del martes, mostraron claras diferencias sobre la retirada de tropas de Afganistán o la relación con Pakistán.
Mientras el gobernador de Texas, Rick Perry, pidió el cese de la ayuda a Islamabad, la congresista Michelle Bachmann, del sector ultraderechista Tea Party, calificó la propuesta de “ingenua” y dijo que Estados Unidos debe aliarse estrechamente con Pakistán para evitar que Al Qaeda pueda tener acceso a armamento nuclear.
Sin embargo, desde los republicanos más moderados hasta los más radicales, los candidatos prometieron prolongar la vigencia de la “Patriot Act”, ley que permite violaciones a los derechos civiles en aras de la llamada lucha antiterrorista.
Pero en este caso, los matices fueron importantes.
El ex empresario pizzero Herman Cain, líder del Tea Party, y Rick Santorum, un ex senador que propone equiparar la homosexualidad con la zoofilia o el incesto, propusieron una vigilancia más estrecha a los ciudadanos musulmanes.
Sólo el representante Ron Paul, pese a ser considerado el “padrino intelectual” del Tea Party, señaló que no se puede seguir cediendo libertades en aras de la seguridad.
Sobre el conflicto nuclear con Irán, Paul también marcó una diferencia. Conocido por sus ideas antibelicistas, destacó que Estados Unidos no podría afrontar otro conflicto.
En el tema de inmigración, Newt Gingrich, el nuevo favorito para ganar la candidatura republicana, se desmarcó de la línea dura sostenida por el resto de sus rivales en la lucha por evitar la reelección de Obama.
Todos sus contrincantes se manifestaron contrarios a cualquier medida que posibilitara la legalización de los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.
En cambio, el conservador Gingrich, quien apoyó durante la presidencia de Ronald Reagan la legalización de los inmigrantes sin papeles, defendió la DreamAct, iniciativa que legalizaría a los jóvenes que cursen estudios universitarios o se enlisten por dos años en las fuerzas armadas.
“No veo ningún motivo por el que castigar a alguien que vino aquí a los tres años de edad, pero que quiere servir a Estados Unidos”, dijo el ex presidente de la Cámara de Representantes, a quien las últimas encuestas sitúan por primera vez a la cabeza de las preferencias entre los candidatos republicanos.
Asimismo, se manifestó a favor de buscar algún tipo de solución para inmigrantes de larga data -no para los recién llegados, a quienes dijo que habría que “deportar”- que tienen raíces en Estados Unidos.
“No veo cómo el partido (republicano), que afirma ser el partido de la familia, va a adoptar una política migratoria que destruya a familias que llevan aquí un cuarto de siglo”, señaló Gingrich.
En contraposición, Bachman respondió a la línea del Tea Party y rechazó frontalmente la DreamAct alegando que “ofrece beneficios subsidiados por los contribuyentes a los indocumentados”.
Cain, el pizzero que hasta hace pocos días también encabezaba las encuestas de los precandidatos republicanos, defendió las leyes migratorias que están aprobando estados como Arizona o Alabama, denunciadas ante la justicia como discriminatorias y racistas, .
“Para tratar con los ilegales que ya están aquí, hay que permitirle a los estados que hagan lo que el gobierno federal no está siendo capaz de hacer”, sostuvo Cain el mismo día en que el gobierno de Obama demandó a Utah, el cuarto estado al que lleva a los tribunales por una ley migratoria propia.
Otro que se que enroló entre los “duros” fue Perry, quien gobierna un estado con gran presencia latina y en debates anteriores había sido criticado por “blando” en los temas migratorios.
“Como presidente de Estados Unidos, les prometo una cosa: que en 12 meses después de mi asunción, esa frontera será sellada y será segura”, sostuvo Perry, para quien un factor fundamental es enviar más fuerzas y aviones de vigilancia a la frontera.
La seguridad fronteriza y la reforma migratoria son dos temas claves entre los votantes hispanos, que con sus 12 millones de votos, según las proyecciones para los comicios de 2012, podrían tener un peso decisivo en estados como Texas, California o Florida.