Una de las tantas mentiras que inventaron los medios dominantes para demonizar a los gobiernos kirchneristas, fue que los mismos produjeron una grieta que enfrentó profundamente a la sociedad argentina y que ello no sucedió como consecuencia de divisiones anteriores, que ya estaban latentes con anterioridad en su seno, sino como consecuencia de la ideología setentista de su lideres, de su particular modo de conducción y de las políticas económicas y sociales que impulsaron.
Por Francisco Jorge Martínez Pería. Abogado.
Fjmartinezperia@gmail.com
Se desprende implícitamente de esa maliciosa visión de aquellos años que los argentinos habíamos convivido pacíficamente en toda nuestra historia hasta que llegaron los bárbaros populistas a dividir a nuestra idílica sociedad y sobre todo a su benemérita clase media. Al parecer, nunca antes conflicto alguno había enfrentado tanto a los argentinos como durante esos gobiernos y la conquista de nuevos derechos por parte de minorías y sectores postergados de la sociedad no provocó ninguna reacción por parte de los poderosos.
Nunca existió el bombardeo a la Plaza de Mayo, ni los fusilamientos, ni las burlas gráficas al Presidente Illia, que los mostraban como un viejo gaga dándole de comer a las palomas en la Plaza de Mayo, ni la tortura, ni los desaparecidos, ni la silbatina al Presidente Alfonsín en la Sociedad Rural. No hay más que esperar un tren en las horas pico, en cualquier estación del conurbano, para comprobar cómo los que están abajo pugnan por subir y los que están arriba protestan y hacen lo que pueden para que suban los menos posible, tendencia que se agrava cuanto más arriba en la escala social están los pasajeros en disputa y que se diluye para dar paso a la solidaridad, cuanto más abajo se encuentran.
Lo mismo pasa con los entusiastas estudiantes que luchan por lograr el más irrestricto ingreso a la Universidad, pero una vez que se gradúan comienzan a hacer todo lo posible para que tengan la misma suerte la menor cantidad de competidores. Al parecer, tampoco ese deplorable rasgo de la condición humana existía en la Argentina hasta que llegaron los Kirchner.
Sin embargo, ahora que sus detractores han tomado el poder político, porque el económico siempre lo tuvieron, ya no se habla más de la grieta, que parece haber desaparecido por arte de magia de las portadas de los diarios, de los noticieros y de los programas políticos de la televisión.
Y eso que aquellos, que tanto se quejaban de la grieta kirchnerista y que prometían la unión de todos los argentinos, han desatado una furibunda lucha de clases contra los sectores más vulnerables y postergados de la sociedad. Tal es la furia vengadora que se les está aplicando a los trabajadores y muy especialmente a los famosos “empleados medios”, por las vías de la devaluación, los aumentos desmedidos de los precios de los artículos de primera necesidad, de los alquileres y de las tarifas de los servicios públicos, que sumados a los despidos salvajes, la desocupación y la caída en picada del poder adquisitivo de los que todavía tienen algún empleo, han sumido en la desesperación a muchos de los propios votantes de la Alianza en el poder, que, como ya habían ascendido unos escalones, creyeron que habían finalmente alcanzado la pertenencia a una clase superior, votando en consecuencia. No deberíamos decir esto, pero la verdad es que un poco merecido se lo tienen por la ingenuidad galopante en que incurrieron al creer que el mejor equipo de CEOS de los últimos cincuenta años se iba a ocupar de gobernar para sus modestos electores y no de hacer sus propios negocios, como lo exhiben día a día con el más olímpico cinismo y desparpajo.
Si la grieta existió, no desde los Kirchner, sino desde antes y fue hábilmente utilizada por los medios dominantes para boicotear sus gobiernos, la lucha de clases, claramente propulsada desde el poder, está siendo silenciada lo más posible por esos mismos medios para que no se termine formulando públicamente la pregunta más obvia al respecto. Es legítimo un gobierno formalmente democrático que engañó descaradamente al pueblo, que lo sigue haciendo todos los días, que traicionó todas sus promesas electorales y que gobierna solo para los ricos y los poderosos? Las urnas deberán dar próximamente la respuesta.