Número de edición 8481
Opinión

Opinión:“Los abogados peligrosos”

Pag.2_ Dr. Hugo López carribero
Por Hugo Lopéz Carribero
info@lopezcarribero.com.ar

Cuidado, y mucho cuidado. Un abogado soberbio es más peligroso que un
edificio en ruinas. Al edificio se lo puede apuntalar.
Aunque también son muy difíciles de tratar los que quieren, pero no pueden.
La imposibilidad los hace y los convierte en seres agresivos, furiosos y enojados con los demás y consigo mismo.

El orgullo vanidoso de algunos abogados, es como el veneno que corre por sus propias venas. El abogado que se enfada por las sanas críticas reconoce, aunque no quiera, que las tenía bien merecidas. Puede esto observarse en el ámbito de la administración de justicia, y con mucha facilidad.
En la mayoría de las veces, cuando se advierte una injusticia que afecta a un cliente, ó incluso a nosotros mismos en el ejercicio de la profesión, allí es el miedo el que paraliza las iniciativas, que tienden a subsanar las injusticias. El miedo es alimentado por pensamientos ficticios.
Es por eso que el buen abogado debe despojarse de su enemigo más temible; el miedo.

El miedo a sanciones disciplinarias que no están establecidas e la ley. El miedo a pasar por ridículo. A menudo, en el ejercicio de la abogacía, y en especial del joven abogado, el miedo va acompañado de un sentimiento de culpa. El miedo y la culpa se alimentan mutuamente, se cuidan recíprocamente, y se contempla con buen ánimo. Son amigos, compañeros de andanzas, compinches y confidentes.

Con miedo y con culpa, el abogado no logra conectarse con su cliente, ni con el juicio. Se convierte en autista y cae dentro de los laberintos más oscuros de sus propios pensamientos.
El miedo siempre esta dispuesto a ver las cosas peor de lo que son. Tito Livio.

Esto es una forma de falta de acción por parte del abogado. El tiempo que pasa es la verdad que huye, y en los tribunales la morosidad judicial es la mejor amiga de la impunidad. Todos hemos escuchado hablar del asunto de la prescripción de las causas judiciales. Los abogados defensores que carecen de argumentos verosímiles, apuestan al paso del tiempo de manera grosera y desproporcionada para que la causa prescriba. Es una forma de mentir a la sociedad sobre la inocencia de su cliente.

El abogado recurre a la verdad cuando anda escaso de mentiras. En este plano, al mentiroso se lo advierte por la abundancia de sus explicaciones.
También se advierte al envidioso. El envidioso cambia de tema de manera brusca cuando se habla de logros ajenos, y se le observa una incomodidad en su rostro y en su mirada que no la puede disimular.

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