

Dos investigaciones científicas, con participación del CONICET y publicadas en revistas internacionales, demostraron que la enfermedad ya existía en América antes de la llegada europea.
Por Florencia Belén Mogno
Durante siglos, se sostuvo que la lepra, una enfermedad infecciosa conocida también como enfermedad de Hansen, había sido introducida en América con la llegada de los colonizadores europeos.
La creencia, respaldada por registros históricos y hallazgos bioarqueológicos, indicaba que la presencia de esta patología en el continente debía ubicarse recién a partir del siglo XVI. Sin embargo, dos investigaciones recientes revelaron un escenario completamente diferente: la lepra ya circulaba en América miles de años antes de la conquista.
En ese sentido y de acuerdo con la información a la que pudo acceder Diario NCO, en ambas investigaciones participaron científicos del CONICET en el Instituto de Antropología de Córdoba (IDACOR, CONICET-UNC), en colaboración con centros internacionales como el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania, el Instituto Pasteur de Francia y la Universidad de Colorado, entre otros.
Detalles del descubrimiento
Desde Córdoba, los especialistas argentinos trabajaron junto a colegas chilenos, alemanes, franceses, estadounidenses y canadienses para llevar adelante un estudio minucioso del material genético de bacterias presentes en restos humanos de contextos precolombinos.
A través de estas muestras lograron identificar, por primera vez, la presencia de Mycobacterium lepromatosis (una de las dos bacterias causantes de la lepra), en individuos que vivieron hace entre 1.000 y 4.000 años en distintos puntos del continente.
Según detallaron en los documentos facilitados a este medio, uno de los trabajos se centró en muestras recolectadas en el norte de Chile, donde se hallaron evidencias de M. lepromatosis en dos hombres adultos enterrados hace unos 4.000 años en los sitios arqueológicos La Herradura y El Cerrito.
El otro estudio, publicado en Science, identificó restos de la misma bacteria en tres individuos de hace 1.000 años: uno de Canadá y dos de Argentina. A pesar de estar separados por más de 10.000 kilómetros, sus cepas eran genéticamente muy cercanas, lo que sugiere una rápida dispersión continental del patógeno en tiempos antiguos.
Ambos descubrimientos permiten afirmar que la lepra, en su variante menos estudiada, ya era endémica en América antes del siglo XV. Esta conclusión refuta la hipótesis predominante que atribuía el origen de la enfermedad exclusivamente al contacto con Europa. También pone en primer plano la historia autónoma de los patógenos en América y abre nuevas líneas de investigación sobre su origen, evolución y circulación.
Implicancias del estudio científico
Uno de los aspectos innovadores de las investigaciones fue la metodología empleada: el análisis de ADN antiguo. En Argentina y Canadá, el estudio incluyó casi 400 muestras arqueológicas de ancestros indígenas, triplicando los datos genéticos disponibles hasta el momento sobre M. lepromatosis.
Mientras tanto, en Chile, se analizaron 54 muestras óseas, principalmente dientes y huesos con lesiones sugestivas de infección. En todos los casos, se priorizó la colaboración respetuosa con comunidades originarias, quienes brindaron consentimiento para los estudios y participaron en la interpretación intercultural de los resultados.
El enfoque colaborativo también permitió enriquecer la lectura científica con perspectivas culturales y comunitarias. Las conclusiones buscaron integrar los saberes de las poblaciones originarias involucradas. De este modo, los hallazgos rescriben la historia médica de América y lo hacen en diálogo con los pueblos herederos de esas historias.
Además de aportar una mirada completamente nueva sobre la presencia de lepra en el continente, los resultados se enmarcan en una discusión global sobre enfermedades infecciosas emergentes, evolución bacteriana y zoonosis. Aunque la lepra hoy cuenta con tratamiento y su prevalencia ha disminuido a nivel mundial, persiste en más de 100 países, y solo en 2022 se notificaron más de 170 mil nuevos casos.
Presente y análisis de la patología
Actualmente, se sabe que la enfermedad se transmite por exposición prolongada a gotas respiratorias de personas infectadas. Sin embargo, también se identificaron M. lepromatosis y M. leprae en armadillos de nueve bandas en América y en roedores salvajes de Europa, lo que refuerza la hipótesis de que estos patógenos podrían haber pasado de animales a humanos en algún punto de la historia evolutiva.
Los estudios liderados por el CONICET, junto con instituciones internacionales, permiten avanzar no solo en la comprensión del pasado, sino también en la proyección futura de políticas sanitarias y epidemiológicas.
En ese sentido, el conocer el comportamiento histórico de una enfermedad infecciosa, su capacidad de adaptación y los contextos en que se volvió endémica es fundamental para prevenir su reaparición en condiciones sociales de vulnerabilidad.
Lejos de ser una reliquia del pasado, la lepra continúa siendo un problema de salud pública en muchas regiones. Por eso, la ciencia argentina, una vez más, aporta al conocimiento global desde un enfoque interdisciplinario, intercultural y con una clara mirada hacia los desafíos sanitarios del presente.
Fuente fotografías: CONICET.
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