Número de edición 8481
Morón

Ocurrió en Morón en 2009: Un testigo dice que el marido mató a su mujer e hijos porque lo engañaba

La cuñada de un estadounidense que comenzó a ser juzgado hoy por los asesinatos de su esposa embarazada y de sus dos pequeños hijos, cometidos en Morón en 2009, afirmó que el imputado mató a toda la familia porque no soportaba que su mujer lo engañara con otro hombre y sospechaba que el bebé que esperaba no era de él.

En tanto, un grupo de policías destacó la “frialdad” con que se manejaba el acusado después de los crímenes y recordaron que hasta pidió pizza para todos cuando estaba en la comisaría.

La declaración de Patricia Fuño Rodríguez fue lo más relevante en el primer día de audiencias del juicio que se sigue a Antonio Orlando Cajal (29) por el “triple homicidio agravado por el vínculo” de su esposa, Lilian Fuño Rodríguez (26), y de sus hijos Brian (6) y Rocío (4).

Ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC)4 de Morón, la hermana de Lilian y tía de los chicos asesinados reconoció que Cajal y ella mantuvieron una relación sentimental seis meses antes de los homicidios.

Explicó que decidió ponerle fin a los encuentros con su cuñado cuando su hermana se enteró y ella advirtió que sufría mucho, ya que además la pareja mantenía muchas discusiones por dinero.

“Tras la relación, Cajal era muy duro con mi hermana y yo ya veía que no era lo correcto y decidí cortar. Después él se enteró que (en venganza) mi hermana se estaba viendo con un muchacho que trabajaba en el bingo de Morón, de nombre Alejandro. Eso a él le molestaba mucho y siempre la perseguía y la llamaba por teléfono, era muy celoso”, relató la mujer.

“Yo estoy segura de que él mato a mi hermana y a los chicos porque no soportaba que ella tuviera otra relación amorosa. Es más, ella estaba embarazada y la gente del barrio le decía que el hijo no era de él y que era de otro muchacho”, agregó Patricia.

En segundo turno, declaró en la sala el comisario Sergio Gigena, a cargo de la seccional primera de Morón, que estuvo en el lugar de los hechos y dijo que “fue un hecho espeluznante”.

“Le mataron a su mujer y a sus hijos y él hablaba con tanta frialdad que ni un pelo se le movía, era muy raro”, afirmó ante los jueces Carlos Torti, Rodolfo Castañares y Pedro Rodríguez.

Gigena agregó que el acusado siempre les hacía referencia a que “le habían robado una parte de un equipo de música y no daba más detalles sobre las muertes ni se le escapaba una lágrima”.

“Mi impresión -sostuvo Gigena-, es que a la casa entró alguien muy conocido porque el nene tenían golpes en la cabeza y una carta en la mano. La nena estaba tirada semidesnuda en la cama de la habitación de la planta alta y la mujer en la cocina”.

Otro policía, Carlos Vázquez, que fue llamado por Cajal cuando se hallaron los cadáveres, relató que el ahora imputado estaba “muy tranquilo” y le decía: “Me robaron y me mataron a mi familia”.

Ante una pregunta del fiscal Hernán Alarcón sobre qué opinaba del caso, dada su experiencia, respondió: “En los años que tengo de policía, nunca vi algo así, un hombre al que le matan a su familia y no se desespera es raro”.

Por su parte, el subteniente Juan Díaz relató que “tras su traslado a la comisaría primera, el hombre quería invitar pizzas para todos y no se le movía un pelo, ni lagrimeaba para nada”.

El hecho ocurrió el 2 de noviembre de 2009 en General Juan José Valle 540, de Morón, y fue descubierto cuando el propio Cajal le pidió a un vecino permiso para saltar desde su propiedad a su casa porque, según dijo por entonces, volvía de trabajar, no tenía llaves y no lo atendía nadie.

Con el vecino de testigo, Cajal levantó dos persianas de su vivienda hasta que logró ingresar y al instante salió por la puerta delantera y le dijo: “Llamemos a la policía, que algo malo le pasó a mi familia”.

Dentro de la casa estaba los tres cadáveres, que presentaban fuertes golpes en la cabeza aplicados con un objeto contundente y los niños habían sido degollados mientras jugaban.

Cajal, quien por entonces trabajaba como pintor y albañil, le dijo a la policía que se retiró de su casa a las 10 para ir a trabajar a una obra y cuando volvió a la noche no pudo entrar porque no llevaba llaves y nadie respondía a sus llamados.

Pero luego fue detenido en base a distintas pruebas, entre ellas que la pericia de “Luminol” -reactivo que detecta sangre lavada- indicó que el asesino trapeó la escena del crimen en algunos sectores como la escalera.

Además, se detectó sangre en la bañadera, la cortina de la ducha y el lavatorio de uno de los baños.

Los investigadores descartaron la pista del robo, al considerar que, en ese caso, la familia hubiera sido reunida en un mismo lugar y no hubiese sido atacada por la espalda, como en este caso.

Cajal estuvo preso por el hecho hasta septiembre de 2010, cuando la Cámara de Apelaciones de Morón le concedió la libertad.

Sus abogados, Rolando Lanfolfe y Jorge Meccia, adelantaron hoy que tratarán de convencer al tribunal de que “no mató a nadie y que todos fueron muertos tras un robo”.

Artículos Relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver al botón superior