
Carlos Gallegos nació en Buenos Aires en 1966.Es Poeta y fotógrafo, Director desde 2011 del sello Editorial Árbol-Animal.
Puedo decir de su poesía que ahonda en el dolor y se compromete con las causas que provocan el sufrimiento humano.
Por Anahí Cao
Dedicó un libro al poeta Jacobo Fijman, un poeta maravilloso pero olvidado de la literatura argentina Otra realidad en el año 2002. Entre sus libros de poesía podemos mencionar Hospital psiquiátrico, Autorretratos, Crónicas del desamparo, Barrio Planta Alta sin revoques, Vida de Perros, Conurbano Polaroid, Apagón, un informe de situación, Vivir de la Basura, y Hospital Público. Actualmente vive en Ituzaingo
¿Cuáles fueron tus primeros poemas?
De hecho creo que siempre debe haber un principio. Que ésta es una regla intrínseca a la vida. Un comienzo, y de igual modo un final, inobjetablemente. Pero mi principio, mi acercamiento a la poesía me resulta, en este momento, impreciso.
Creo recordar mis primeros poemas allá por mi infancia; casi como un hecho accidental, en una visita a la casa de mi tía, cuando al abrir la tupida maleza de un descampado lindante, de repente apareció ante mis ojos un enorme cuadrado de tierra rala en la cual un hombre junto a un buey araban el terreno. Mis manos apartaron inocentemente la hierba, mis manos sin saberlo descorrieron de algún modo un telón, mis ojos se llenaron de asombro y es justamente ese mismo asombro el que siempre prosigo cuando escribo.
Un poema que nos introduzca de un golpe en lo sorpresivo, en eso que no se espera encontrar pero ahí, ahí mismo se corporiza. Creo que mis primero poemas siempre tuvieron más que ver con lo visual que con lo escrito. Recuerdo a mi madre, la recuerdo en el patio del fondo, colgando las sábanas al sol del mediodía, y esa escena de sol quemándolo todo, esas sábanas perforadas por la luz y la silueta de aquella mujer creo, contienen toda mi poética.
¿Por qué continúas escribiendo?
Siento que podría reformular la pregunta y preguntar y preguntarme para qué escribimos. Pero aún así no sé si hay una respuesta lo suficientemente abarcadora que sirva como tal.
Dejé de escribir por algunos años cuando sentí que no tenía nada verdadero que decir, cuando comprendí que lo que estaba escribiendo era sólo un reflejo estético de lo que había leído y de lo que había mamado era, la poesía consensuada. Entonces agarré la cámara fotográfica y ahí encontré otro modo de expresión que me hacía sentir feliz y vivo.
Después de todo creo que ese el meollo del asunto, expresar, expresarse, poner en e/videncia lo que sentimos que tenemos que mostrar, lo que nos vuelve verdaderos. Siempre alterné entre esta dos manera de decir, siempre una fue vía de escape de la otra, un canal por donde no quedar atascado en la imposibilidad de nombrar.
Luego de un gran receso, de cuatro o cinco años de no escribir nada, vino el momento de rejuntar todas las imágenes obtenidas durante esos años y entonces vi, entendí que el mapa era otro, que los lugares por los cuales me movía libre y verdaderamente eran otros. Que las motivaciones y las necesidades eran otras.
Encontré, que si bien no había escrito nada, sí lo había hecho en cierto modo; ahí estaban las imágenes tomadas, las charlas grabadas, las entrevistas, los saludos, las despedidas, los rostros de tanta gente con la que había compartido. Entonces supe que nunca había dejado a la literatura sino que había buscado un eje, un lugar donde posicionarme verdaderamente.
¿Qué es la poesía y qué es el poema?
Hubo un momento en el que una conversación me interpeló en la médula misma de mi escritura. Alguien me dijo que la poesía no nombraba nada de lo que a ellos les pasaba cotidianamente.
Nada decía de esos barrios bajos con techos de chapas, de esas calles de barro ni de los pies que se hunden en él cada vez que salen a laburar, no hablaba de la yuta reclutando pibes para el afano, ni de Damián, al que la gorra mató hace un año de siete balazos. Muchas cosas nombra la poesía, dijo, pero nunca a nosotros. Me bastó para entenderlo claramente con correr las cortinas de casa.
El poema es ese cuerpo, esa estructura, la caja donde vamos a volcar todo cuanto hayamos aprehendido. Es la sangre derramada, no, el nombrar la sangre derramada.
¿Qué valor social considerás posee el arte poético?
Mirá, creo que la poesía puede ser valiosa o efímera pero eso poco tiene que ver con la poesía. El poeta es un ser comprometido con su entorno o no y en eso sí radica una diferencia.
Acabo de leer que la mamá de Facundo Castro revuelve los basurales buscando el cuerpo de su hijo, quien fuera detenido por la policía bonaerense hace dos meses y de quien nada se sabe aún. Hay carteles tibios pidiendo que aparezca Facundo, y no puedo evitar recordar cuando Gendarmería desapareció forzadamente al compañero Santiago Maldonado y todos salimos y salieron como correspondía a decir que el Estado Nacional era responsable, a exigirle su aparición.
Ahora las voces no parecen alzarse con la misma fuerza y convicción aunque este nuevo desaparecido, sea otra desaparición forzada y el responsable sea otra vez el Estado Nacional. Hay una gran cuota de cinismo en nuestra sociedad, hay demasiada hipocresía e intereses y creo que la poesía no está exenta a ello.
Por lo que considero necesario una poesía que muestre todo aquello que pretende ser invisibilizado, que ponga en evidencia a los que pretenden el silencio, a los que miran con un solo ojo, a los que escriben para adular, a los que escriben nimiedades para mantenernos distraídos. Creo que de lo contrariola poesía como el arte todo está condenado al vacío, está siendo relegada a una categoría de ornamento.
Por eso siento que es indispensable una manera de expresión que tenga que ver con lo genuino, que tenga que ver con nuestras identidades, que hable de nuestras cosas, de nuestros problemas y de nuestros logros. Que levante las banderas de nuestras luchas, que sea visibilizadora de nuestros muertos, de nuestros pibes. Como alguna vez dijo Jacobo Fijman y lo sostengo, “el arte tiene que volver a ser un acto de sinceridad”, de lo contrario será un acto intrascendente, un mero pasatiempo.
¿Qué aporta la identidad de poeta a la cultura?
Creo que la respuesta anterior refiere en gran medida a esta pregunta. Alguna vez le oí decir a Ansel Adams que “una fotografía se hace con todas las imágenes que has visto, con todos los libros que has leído, con toda la música que has escuchado, y con toda la gente a la que has amado”, si adherimos a este criterio entonces nos asumimos como una enorme pero inacabada construcción, somos modificadores y somos modificados pero a un mismo tiempo somos obra, somos producción.
Recuerdo que hace doce o quince años mi poesía era muy diferente a lo que es hoy, en aquel entonces escribía por el afán de ser escritor, de ser poeta y de gustar, pero esto era un acto bastante inconsciente en mí. Luego llegó el tiempo de repensarme, llegó la necesidad de salir al campo, de registrar lo que iba viendo, de adentrarme en mí y también en los demás, entonces mi poesía se volvió más solitaria y a su vez más colectiva.
Este punto aunque parezca paradojal no lo es, fue un tiempo de reconfigurarme, un tiempo de ordenar todo lo recolectado y de extraerme de ahí dentro. Uno sospecha lo que ha de ser durante un largo tiempo de su vida, hasta que llega el verdadero momento de ser y entonces uno abandona toda sospecha. Creo que esta construcción es más que necesaria, que toda obra autentica deviene de este proceso.
El modesto aporte que uno como poeta puede hacer a la cultura es el de prestar testimonio, el de hacer del silencio masivo un manifiesto, una palabra piedra afilada con dirección precisa. El artista como comunicador debe asumir su rol y desarrollarlo con todas sus fuerzas y conciencia.
¿Por qué es importante leer poesía?
Más que leer poesía creo que es importante comenzar a difundirla y escribirla en otros ámbitos, porque una poesía con base en la conciencia social es indudablemente un arma.
Por eso creo tan necesaria una poética que no se mire únicamente al ombligo sino que pueda ser la voz de los más. Una poesía con identidad en los desposeídos, en los barrios, en sus problemáticas, que empiece a nombrar lo invisible, a echar luz sobre lo que pretender mantener en los oscurecidos bordes de la marginalidad. En fin, una poesía viva, que ocupe el lugar que siempre debió ocupar.
Imágenes: Literatura enREDada e internet.
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Gran saludo para Carlos, a quien conozco y admiro por su libro, aquel, el de Fijman, y para Anahí, a la que no conozco personalmente todavía.
Rolando